El alma se queda en vilo cuando el vaporetto se dirige a la isla de San Giorgio, rompiendo las aguas de Venecia como si fuésemos los nuevos enviados de Dios. Se nos impone la majestuosidad de su sombra recortada en el horizonte de la ciudad de los canales y nos deja sin respiración cuando el astro sol decide dormir hasta el día siguiente.
San Giorgio está situado en la parte sur de la ciudad, se le llamaba en la antigüedad la isla de los cipreses, debido a que estos árboles se sentían en allí como en su patria madre y le hacían compañía al molino y a las salinas que eran testigos de los rezos de los benedictinos en su pequeña capilla allá por el 982, poco a poco los monjes fueron contrayendo una iglesia mayor y terminaron por hacer el gran monasterio que ahora vemos desde el vaporetto. Majestuoso y bello, su figura entre blanca y ocre sobresale entre los verdes árboles y la ciudad de fondo.
Convertida en la comunidad benedictina más importante de Italia, fue en 1109 cuando traen las reliquias de San Esteban procedentes de Constantinopla y desde entonces la iglesia forma parte importante en la celebración de la Navidad italiana, ya que el 25 noche se celebra el día de la Navidad y el santo de San Esteban, todos acudían a honrar al santo. Es con los franceses amenazando al papado en 1800 cuando la iglesia decide trasladar el cónclave hasta el monasterio y de allí sale el Papa Pío VII, con ello quedo sellada la opulencia de la isla, fue su mayor celebración. Más tarde los franceses lo saquearon todo y tanto libros como tesoros artísticos fueron desapareciendo del lugar para perderse en los confines de la Europa afrancesada.
Una vez que hemos llegado a la gran fachada blanca de su iglesia, nos quedamos un poco pensativos viendo el gran contraste que hay entre la blancura de la piedra, el ocre de la torre y el azul de fondo del mar. Esta fachada es una de las más bellas del mundo, se debió a Adrea Palladio que recibió el encargo y dirigió la obra hasta 1568, pasando en esos momentos a manos de sus colaboradores que siguieron los planos literalmente. Cabe destacar la parte central que sobresale de sus lados representándose en menor altura ambos y dan a la basílica interior una cúpula digna de admirar, quizás este detalle dé un poco de dinamismo a una sobrecarga pétrea.
Cuando entramos nos damos cuenta que el interior también está dominado por la superposición . Una cruz latina se eligió como dibujo ideal para su distribución internar. El techo es una simple bóveda en que se abren ventanas para dar luz al recinto. Aquí son las medias columnas las encargadas de limitar los espacios. Es una verdadero milagro de composición arquitectónica.
Vamos paseando por el interior y nos quedamos en el coro, nos parece un lugar especial como siempre nos ocurre en todos los templos del mundo. El de San Giorgio está detrás del altar, se sitúa pasando las columnas que hacen de puerta a la parte principal del templo. Normalmente era así por disposición tradicional para que los clérigos estuvieran aparte de los laicos. Era una forma de que participaran todos de los actos pero siempre guardando su condición de religiosos y no mezclados con los demás fieles del acontecimientos religioso a celebrar.
Y una vez situados en sus naves, nos vemos inmersos en la singularidad de su trazado, de la simple colocación de sus piedras y columnas se hace toda una obra de arte. Es quizás uno de los templos más sencillos que existen en su interior y dentro de él nos dejaremos arrebatar por dos cuadros que hacen tesoro al templo de la isla. Por un lado tenemos El Maná de Tintoretto, pintado en 1590 y por otro la Ultima Cena del mismo autor pintado entre 1592 a 1594.
De la obra El Maná destacaremos su colorido, sobre todo los azules que hacen sobresalir una figura situada detrás de Moisés que es un hombre vestido al estilo siglo XVI, lo cual se nos antoja fuera de lugar. Cosas de los grandes pintores ¡¡¡.
Por el contrario de la Ultima Cena destacaremos el ambiente creado con la luminosidad de la sala, la mesa está colocada en sentido trasversal y le da mucha naturalidad a los hombres allí pintados, aparecen mujeres lo cual es curioso en este tipo de pintura religiosa y sobre todo en la última cena celebrada con los discípulos…y los ángeles presentes en la escena que están colocados por todos lados y que sin embargo los discípulos no ven, aunque nosotros nos sentimos testigos especiales porque sí los vemos. Es un cuadro especial, dentro de la obra del pintor, quizás por la colocación de la mesa y sus comensales, quizás por esos invitados que no vemos en otras obras del mismo tema… quizás tambien porque estemos en un lugar especial en el que es fácil alzar la voz porque pensamos que se perderá sin ser escuchada entre los mármoles religiosos….
Un paseo más por la nave central y después de quedarnos con el cuello dolorido como es habitual en este tipo de visitar volvemos cerca del mar, ese mar que nos separa de la otra parte de la ciudad.
DAMADENEGRO
: 0909154539674
Título: IGLESIA DE SAN GIORGIO MAGGIORE – Venecia
Fecha de registro: 15-sep-2009 16:46 UTC
Autor: damadenegro
Tipo de obra: Literaria, Narrativa, Ensayo