Una vez instalados en un Hostel-Boat (Amicitia) salimos a conocer la estación central de la ciudad, el distrito rojo, RembrandtPlein y la plaza Leidseplein, destinos famosos para todos los novatos en la ciudad y quienes buscan ubicarse.
Era primera vez que nos quedábamos a dormir dentro de un barco y fue una experiencia para medir la claustrofobia y la tolerancia a los espacios reducidos.
Poco después seguimos conociendo más Amsterdam, que perfectamente se puede recorrer a pie de punta a punta. Mencionar que el transporte es carísimo y supera los 2,3 Euros el pasaje de Ida. Este día fue de parques y museos, conociendo el Rijksmuseum, Van Gogh Museum, El Flower Market o Bio Market (donde se pueden encontrar hasta las más raras semillas).
La libertad de Amsterdam en cuanto a qué puede hacer cada persona o no, es algo sorprendente en comparación al resto del mundo. La mayoría de la población se mueve en bicicleta (sobre un 70%), está legalizada la marihuana en todos sus tipos de consumos y formas, la prostitución es legal y existe hasta un barrio exclusivo para los que buscan este tipo de turismo.
Pasar por esta ciudad es un destino obligado a todos los que viajen por Europa ya que merece la pena por su belleza, su gente y lo relajado que es el vivir. Sin embargo, el problema es el alto costo que significa moverse dentro de la ciudad y alojarse, teniendo precios más altos que las ciudades de Europa del sur o en el este.