Título: Flores en el ático
Autor: V.C Andrews
Páginas: 348
Editorial: Plaza & Janes
Edición: 1986, tapa blanda
Sinopsis: A causa de unas pasiones prohibidas, cuatro criaturas crecen en un terrorífico encierro, aisladas del mundo.
Esta entrada va a servir tanto de reseña como de apertura para el espacio dedicado a autoras de este blog.La idea es publicar una autora al mes para dar mayor visibilidad a las autoras a lo largo de la historia del género que sean. Intentaré que las autoras que publique lo sean de libros suyos que haya leído, y de esta manera poder dar más profundidad a lo que quiero transmitir.
De modo que, en este caso, voy a comenzar primero con unas breves notas sobre la autora de esta saga y después ya con la reseña/opinión personal.
Virginia Cleo Andrews nació en Virginia en, Portsmouth en 1923 y falleció en 1986.
Virginia quedó postrada para el resto de su vida en una silla de rueda cuando apenas tenía 15 años, debido a una artrosis reumatoide y a la fusión espinal que la dejó impedida aunque el motivo de su muerte fue un cáncer de pecho no tratado en su momento de mayor popularidad en el mundo literario. Debido principalmente a esto, Andrews terminó 7 novelas, entre las que está la saga Dollanganger, de la que hablaremos en este y siguientes posts, los dos primeros volúmenes de la saga Casteel, Dioses de la Montaña Verde y los Malditos del castillo.
Todas sus demás obras, publicadas con posterioridad a su muerte, fueron escritas por ghost writters para copiar sus esquemas y continuar exprimiendo a la gallina de los huevos de oro.
Sus comienzos fueron muy complicados, el manuscrito de Flores en el ático fue rechazado por 24 editoriales.
Lo que más destaca de sus obras es la cantidad de temáticas sombrías y lúgubres (en Flores en el ático tenemos incesto, canibalismo,abuso parental, infanticidio, abuso sexual...)a pesar de estar llenísimas de clichés y ser pomposas y cursis.
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No he querido ahondar mucho más en el ámbito biográfico de esta mujer porque no puedes hablar de una cosa sin comentar la obra en sí. Queda clarísimo que la saga Flores en el Ático no es para todo el mundo.
Como he mencionado anteriormente, trata temas muy sombríos, lúgubres y con una crudeza que deja marca a medida que avanzas, alimentando el sentimiento más morboso del ser humano, algo tan natural y a veces nocivo como es el querer saber más.
De momento me he leído 3 de las 5 novelas que suponen la saga Dollanganger y si hay algo en común en todas ellas es que sus protagonistas nunca llegan a la edad adulta, siguen siendo muñecas perfectas perpetuamente, adorables, preciosas e inmaculadas. Cosa que parece coincidir con la vida de la autora como tal, ya que como dijimos antes, quedó postrada en plena adolescencia y así vivió hasta que falleció a los 63 años. Nunca tuvo hijos, nunca tuvo pareja, no conoció el amor y el único contacto con el exterior que tuvo eran los médicos que la visitaban. Viviendo en un ambiente opresivo y asfixiante no extraña que su primera novela refleje justamente eso, la vida de cuatro muchachos rubios, guapísimos, perfectos, encerrados durante años en un ático en el ala más alejada de una enorme mansión. Ocultos a la vista de todos, ignorados por las personas que supuestamente más debían velar por ellos.
En esta primera novela nos presentan a Corrine, hija del omnipotente Malcom Foxworth y de Olivia su esposa, quien para herir a sus padres y a la estricta educación que la obligaban a tener se casó con su medio tío, acto tras el cual fue desheredada y expulsada de la mansión. Durante 18 años Corrine y su tío vivieron bajo el apellido Dollanganger y tuvieron 4 hijos. Los cuatro muñecos de Dresde. Tan rubios, tan guapos y tan perfectos que parecían hijos del mismísmimo satanás, como decía su abuela.
La historia realmente comienza cuando el marido de Corrine muere en un accidente dejando una viuda y cuatro huérfanos a merced de acreedores y bancos que reclamaban el pago de una gran pila de deudas. De esta manera Corrine vuelve con el rabo entre las piernas a casa de sus padres a intentar recuperar su amor y su confianza para que vuelvan a incluirla en el testamento y pueda heredar la inmensa fortuna de la familia. La única condición es que nadie puede saber que tuvo hijos alguna vez y la solución para esto es encerrarlos en una habitación al final del ala este de la mansión Foxworth y recluirlos en el ático.
Con la promesa de sacarlos pronto de allí Corrine se dedica a hacer su vida de nuevo, malgasta, derrocha y se casa por segunda vez olvidándose en un momento determinado de su responsabilidad como madre y sucumbiendo a la rápida solución para librarse de su *problema* envenenando a sus hijos.
Durante 3 años aquellos cuatro muchachos vivieron recluidos en una habitación en la que tenían prohibido compartir aseo o mirarse mientras es cambiaban. Subían cada día al ático a intentar verle el lado bueno a la situación, confiando en su madre y en que todo iría bien. Durante estos tres años estos niños se convirtieron en padres de los dos más pequeños, sufrieron juntos, lloraron y salieron adelante y conocieron el amor. A fuerza de prohibiciones y castigos los dos mayores de los muñecos de Dresde, Chris y Cathy, se enamoraron.
A partir de ahí nos dan a entender que la maldición de la familia Foxworth que comenzó con la madre de Cathy, Corrine, vuelve a surgir y que nunca se librarán de ella. A lo largo de los siguientes libros entenderemos o intentaremos entender qué llevó a nuestros protagonistas a decidir como decidieron y dónde está realmente el origen de todo aquello.
Como comento no es una obra para todo el mundo. Es una obra que hay que leer con una perspectiva diferente a la actual. He visto muchos comentarios criticando el comportamiento de la protagonista, Cathy, por ser sumisa, servicial, por tolerar abusos, maltratos, vejaciones e incluso mostrarse de acuerdo en alguna ocasión con la idea de que la violen. Tenemos que entender el transfondo de la autora, el momento en el que se escribió esta novela y lo que se quería reflejar en ella.
Lo que Virginia Andrews quiso reflejar en ella. Para mí, Flores en el ático y en especial Cathy, no es más que una extensión de ella misma. Es la autora viviendo romances, equivocándose, llorando y riendo en un mundo y en una vida que nunca podría disfrutar. Es Virginia Andrews narrándonos la crudeza de su prisión, sus miedos, sus temores, sus traumas y sus secretos de una manera poética y que nos lleva a no dejar de leer mientras nos va dejando huella. Una huella que muchas veces no nos gustará pero quedará ahí al fin y al cabo.