‑ Será un camino sumamente difícil, lleno de peligros ‑ dijo la mujer ‑ pero no deben olvidar que todo es por el bien de la humanidad, que el Dios del Este siempre estará con ustedes y que deben tener mucha fe. No deben flaquear o todo será en vano. Yo estaré cerca de ustedes por si me necesitan y deben recordar que pase lo que pase el niño debe llegar hasta el templo.
‑ Pero ¿ cómo saber el camino ? ‑ preguntó Javier.
‑ El anciano se los mostrará.
‑ Pero no podemos confiar en él. ¿Cómo sabremos que nos llevará por el camino correcto?.
‑ La leyenda dice que la astucia y la experiencia de muchos años será puesta al servicio del niño para su llegada al templo. El anciano sabe que hablo con la voz de la verdad y que no hay marcha atrás. Es la única persona que conoce a la perfección la montaña y los caminos más fáciles para llegar a la cima de ella.
La mujer se acercó al anciano y lo miró fijamente, sus ojos cambiaron de color y aquellos ojos que antes eran negros se tornaron azul pastel, en cambio los ojos de la mujer brillaban como luceros perdidos en el firmamento. El anciano cerró sus ojos ahora azules y cayó en un profundo sueño.
La mujer caminó hacia Lorena y tomó sus manos. La miró con mucha ternura y le dijo:
‑ Yo sé que no entiendes lo que sucede, ya no llores, debes sentirte halagada ya que fuiste elegida entre millones de mujeres para ser la madre del niño que nos salvaría. No eres una mujer común, y tu lo sabes. No hablo de poderes mágicos sino de cosas que son más fuertes que la magia, como la entereza de carácter, la nobleza, la fe, el espíritu de sacrificio, la perseverancia y sobre todo la capacidad de perdonar. Tu eres una mujer fuerte y sabrás como actuar. He eliminado del corazón del anciano la envidia y la mentira que cegaba sus ojos, ahora es sincero y será capaz de dar la vida por ustedes.
Acercó sus labios a la frente de Lorena, la besó y luego tomó las manos de Javier. Se sentó frente a él y le habló suavemente.
‑ Tu has sido elegido por Lorena, no por nosotros, quizás ella vió algo en tí que nosotros no hemos visto. No eres un ser especial, ni tienes cuerpo de guerrero ni sabiduría de anciano. Quizás nos des una sorpresa a todos. Aún así tienes en tus manos la vida de tu familia y una misión importante, de ti depende que Marcos llegue al templo. Yo estaré cerca de ustedes en todo momento, sólo debes llamarme con el pensamiento.
‑ ¿ Llamarte? ni siquiera sé quien o qué eres, ni cómo te llamas, mucho menos sabré como llamarte.
‑ Me llamo Lucero y sólo debes repetir mi nombre con mucha fe y yo estaré contigo.
‑ Se te olvida otra cosa Lucerito, estamos desprotegidos, ni siquiera tengo un arma con que defendernos, además los aldeanos nos buscan y en cuanto sepan que vamos hacia la montaña nos asesinarán a todos, no tengo buenos caballos y llevamos pocas provisiones.
‑ Tu eres un hombre inteligente y sabrás que hacer. Con respecto a un arma lamento decirte que debes entrar al templo sin armas pues éstas han cegado muchas vidas y están manchadas de sangre inocente.
‑ Entonces tu piensas que yo voy a llegar al templo vivo y sano, sin nada con que defendernos, y que con mis humildes manos dé muerte a todos aquellos que sí están armados y que no persiguen. ¡Que ilusa eres !!!
‑ Sigo sin entender que fue lo que te vió Lorena ‑ dijo Lucero molesta ‑ no usas ese cerebro para nada. Tan grandote y con cerebro de hormiga.
‑ Por favor ‑ dijo Lorena ‑ no me lo ofendas, yo lo amo y confío en su buen juicio.
‑ Claro que sí ‑ dijo Javier tomando la mano de su esposa ‑ y deja de hablarme así pues no se porqué te me pareces a mi suegra.
Todos rieron, quizás de esa forma trataban de olvidar la difícil misión que tenían encomendada. Poco a poco se fueron quedando dormidos y Lucero los cubrió con un manto transparente, aterciopelado y que de lejos parecían cubiertos por fina escarcha plateada.
A la mañana siguiente ensillaron los caballos y emprendieron el viaje hacia el este. El anciano les guiaba por los caminos menos transitados para así no encontrarse con ningún forastero. El viaje fué sumamente tranquilo. Lucero no volvió a aparecer desde aquella noche en el oasis.
Capítulo 3
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