Ya cerca del amanecer se encontraban muy lejos de aquella cabaña donde habían sido tan felices. Se detuvieron en un pequeño oasis y se refrescaron. Los caballos saciaron su sed mientras ellos comían silenciosos. Al segundo día de viaje se percataron de que el semblante de Marcos había cambiado. Se veía más ágil y también más tremendo. Estaba sumamente intranquilo, se notaba rebelde y le llevaba la contraria a sus padres. El anciano atribuyó el cambio del niño al viaje, pero Lorena sentía algo extraño. Algo no andaba bien. Javier sentía lo mismo.
Esa noche frente a la fogata Lorena acurrucaba a Marcos en su regazo mientras Javier y el anciano conversaban. Al poco tiempo empezaron a sentir un calor sofocante, miraron hacia la fogata pero ésta se había convertido en una llama de medio metro de alto. Todos retrocedieron y miraron estupefactos la pequeña figura que salía de la enorme llama. Era una mujer pequeñita, algo así como una enanita. Miró despectivamente al anciano y se acercó a Javier. Después de hacer una reverencia le dijo:
‑ He venido a prevenirlos de este hombre, este anciano ha sido falso con ustedes. Les ha mentido.
Lorena y Javier miraron interrogantes al anciano. Este retrocedió y dijo:
‑ Yo no les he mentido, más bien trato de ayudarlos, los de la aldea tratan de asesinar a su hijo y yo estoy tratando de evitar que eso suceda.
‑ Es cierto ‑ dijo Lorena ‑ El trata de ayudarnos desde antes que Marcos naciera, él nos contó la leyenda y está tratando de que no le pase a nuestro hijo lo que le pasó al de él.
‑ El les mintió ‑ dijo la mujer.
‑ ¿Y que querías que les dijera, quieren de verdad saber lo que me sucedió?. Yo creí en la leyenda y tuve con mi esposa a mi hijo, entonces los aldeanos se enteraron y fueron a buscarnos. Asesinaron a mi esposa pero yo pude huir con mi hijo. Entonces me dirigí hacia el este, hacia las montañas, pero mientras más me acercaba la salud de mi hijo se iba desmejorando así que cambié de dirección y me dirigí hacia el oeste para así salvarlo. Pero a pesar de todos mis esfuerzos, aún así él murió.
‑ Tu hijo murió por tu falta de fe ‑ dijo la mujer ‑ La única forma de salvar al mundo es llevando con fe a un niño inocente al Dios del Este, pero tu fallaste y lo llevaste al Dios del Oeste, al dios del mal y además de llevarlo a la muerte empeoraste todo. Y nuevamente actúas mal y tratas de engañarlos a ellos. Tu fuiste quien alertó a todos de la existencia del niño. El Dios del Oeste mantiene cautiva el alma de todos los niños que este hombre le ayuda a conseguir a cambio del alma de su hijo. El ha actuado mal, con envidia y mentira.
Lorena miró a la mujer y preguntó:
‑ Entonces, ¿ qué debemos hacer ?
‑ Marcos ha sido elegido para abogar por la bondad, su alma es pura.
El anciano se acercó a la mujer que había salido de las llamas. La miró con malicia y dijo en tono burlón:
‑ ¿ Para abogar o para ser sacrificado, porqué no les dices que mientras más se acerquen a la montaña el alma de su hijo se irá apagando poco a poco hasta morir?.
Lorena comenzó a llorar de dolor y Javier corrió a abrazarla. No sabían que hacer. Si se quedaban o si seguían hacia el Oeste su hijo moriría. Pero si avanzaban hacia el Este aunque el niño muriera no sería en vano. Lorena no soportaba la idea de ver el alma de su hijo sufriendo por toda la eternidad como el hijo del anciano o dejar que los aldeanos lo mataran. Si se dirigían al norte o al sur salvarían a su hijo, era cierto, pero ¿ por cuanto tiempo? Así se perdieran del alcance de los aldeanos no debían olvidar que el noventa por ciento del mundo estaría detrás de ellos. El anciano al revelar la existencia del niño había prendido una mecha que explotaría al momento de darle muerte a su hijo.
Capítulo 3
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