Hace casi 100 años el antropólogo mexicano Manuel Gamio realizó uno de los descubrimientos más importantes del siglo XX: la aldea prehispánica de Copilco. Situada al suroeste de la actual México DF, esta activa y poblada aldea llamada Copilco fue, según los historiadores, uno de centros neurálgicos de la cultura y la religión mejicanas durante el periodo preclásico (siglos 700 a 400 a.C). Gamio, cofundador de la Escuela Internacional de Arqueología y Etnología Americana, dedicó gran parte de su carrera a realizar excavaciones arqueológicas en su país de origen, México. En 1917, tras muchas investigaciones Gamio afirmó que existían indicios de que bajo la capa de lava que cubría las canteras de San Pedro y Coyoacán estaban enterrados valiosos vestigios de la cultura mejicana previa a la ocupación española. Tras muchos papeleos, una fuerte inversión y doce meses de intenso trabajo los cuatro túneles excavados bajo la lava condujeron a los restos de la antigua aldea prehispánica de Copilco.
Por diversas circunstancias los trabajos arqueológicos en Copilco se paralizaron hasta 1924. Ese año Manuel Gamio consigue convencer al arqueólogo norteamericano Alfred Kroever de que coordinara la excavación de tres nuevos túneles, trabajos que confirmarían la edad estratigráfica de los restos hallados en la zona.
En el año 2014 el trabajo comenzado por Manuel Gamio fue retomado por el INAH - Instituto Nacional de Antropología e Historia - bajo el nombre de “Proyecto Copilco: un sitio arqueológico del Pedregal de San Ángel“. Hasta el momento los trabajos de exploración de los túneles de Gamio han sacado a la luz diferentes vestigios de fosas cilíndricas de enterramiento, rastros de los cimientos de los edificios, fragmentos de útiles domésticos fabricados en cerámica, armas ceremoniales religiosas, restos de ollas, pequeñas esculturas y puntas de flecha. Tesoros ocultos durante cientos y cientos de años y que ahora ocupan su justo lugar en la historia.