Hoy en Gretur Viajes nos hacemos eco de una noticia que está teniendo mucha más repercusión en los medios de comunicación internacionales que en los españoles: el misterio de la “Dama Roja” o “Red Lady“, los restos óseos rojizos de una mujer que vivió durante el Pleistoceno, hace nada más y nada menos que 19.000 años. El lugar del hallazgo de los restos de esta extraña mujer es bien conocido por los equipos arqueológicos españoles y extranjeros: la Cueva de El Mirón, un Bien de Interés Cultural ubicado en el municipio cántabro de Ramales de la Victoria. Esta cueva está situada muy cerca de las famosas Cuevas de Altamira, pero durante mucho tiempo se desestimaron los proyectos de nuevas excavaciones por considerarse un lugar excesivamente explotado e investigado. El equipo de investigación que ha firmado este descubrimiento pertenece a la Universidad de Cantabria y está liderado no por un arqueólogo, sino por un doctor en Filosofía y Letras, don Manuel González Morales. Este equipo comenzó a investigar en la Cueva de El Mirón en 1996 y tras varios años sin hallazgos, en el 2010 uno de los investigadores descubrió unas curiosas líneas y figuras triangulares grabadas toscamente sobre un enorme bloque de piedra. Según González Morales, las líneas representaban esquemáticamente un cuerpo humano y los triángulos simbolizaban las formas del sexo femenino. Intrigados por el descubrimiento, los miembros del equipo apartaron el bloque de piedra grabado y, así, hallaron el que sería el único enterramiento procedente del Pleistoceno que se ha localizado en la Península Ibérica, el de la “Dama Roja”. Según el comunicado oficial, este hallazgo es algo único en el mundo de la paleo antropología ya que hasta la fecha apenas se han localizado vestigios de enterramientos realizados en esas épocas tan remotas.
El detalle que más ha llamado la atención del descubrimiento y la causa del apelativo de “Dama Roja” es el color rojizo de los huesos encontrados. Según los investigadores, la presencia de óxido de manganeso en los huesos indica que el cadáver tuvo que ser expuesto al aire libre hasta la descomposición de la carne. Una vez estuvieron los huesos a la vista, los enterradores debieron colorearlos con óxido de hierro antes de enterrar los restos. Un dato importante es que, según los análisis, la tintura que utilizaron esos antiguos artistas para adornar los huesos de la mujer no se podía fabricar con ninguno de los minerales de la zona, lo que indica la gran importancia que ya se daba en aquella época a los ritos sagrados funerarios.
Imagen:“«Cueva del miron» por Gabinete de Prensa del Gobierno de Cantabria - http://www.cantabria.es/web/comunicados/detalle/-/journal_content/56_INSTANCE_DETALLE/16413/762681. Disponible bajo la licencia CC BY 3.0 vía Wikimedia Commons.