Ambos nos deseábamos, y lo de la cena, se convirtió en un irresistible preliminar, donde miradas y labios acabaron entrelazándose, con la excusa de la comida.
Al final, se inclinó sobre mí, y clavándome sus ojos acerados, al tiempo que me cogía fuertemente por los brazos, confesó:
-Me estás volviendo loco, chiquilla.
Su frase, me concedió sin duda el poder?