Ella, fiel lectora de este blog, escribe sobre sentimientos, amores, desamores, vivencias y todo aquello que mueve el alma. Ella, es de esas personas que transmiten confianza y cercanía, de las que irradian su pasión por la escritura y sus ganas por avanzar y crecer en este arte.
Su post, “El chico de la sonrisa bonita” es una muestra de ello.
Que lo disfrutéis.
The smile on your face, lets me know that you need me
theres a truth in your eyes saying youll never leave me
the touch of your hand says youll catch me whenever i fall
You say it best when you say nothing at all
– When you say nothing at all (Ronan Keating) ?
Era verano. No podía ser de otra manera con este tipo de historias. Siempre tienen lugar en verano. Era una calurosa noche cualquiera, serena, tranquila y apacible. Un cielo repleto de estrellas brillando a rabiar, y una inmensa luna, cual reina de los mares, lucían orgullosas en aquel firmamento que encantaba a aquel que osara mirarlo.
Yo estaba allí por casualidad. No estaba entre mis grandes planes de verano, esos que trazas con orgullo y ansiedad. Era más bien una noche improvisada (como tantas, como la mayoría) y sin grandes pretensiones. De esas noches que empiezan con mucha pereza y acaban por todo lo alto.
Confieso que hasta hubiera preferido quedarme en casa viendo una peli. Una de esas en la que una chica solitaria conoce a un chico atractivo y se enamora como una tonta. Y aquella noche, yo fui la tonta. Será verdad eso que dicen de que el destino se encarga de poner a cada uno en su lugar en el momento preciso.
La gente bailaba al son de una orquesta que sonaba de fondo. Pasodobles y bachatas animaban a la gente más mayor a pegarse unos bailes, mientras los más jóvenes pedían sus primeros cubatas de la noche. El alcohol aún no había causado estragos, por lo que el ambiente era distendido y alegre, hasta un poco contenido
Y en ese trajín de gente yendo y viniendo (parece mentira que la gente se mueva tanto), te conocí. Eras el chico atractivo que en cualquier peli romanticona volvería loca a la chica. Lo que hiciste conmigo aquella noche. Sin quererlo. Sin planearlo. Me convertí en la protagonista de un guion inventado por nosotros mismos, guiados por el momento y el destino, sin más misterios que el de una tranquila y calurosa noche de verano bajo un cielo estrellado.
Pasaste a mi lado, y cuando nuestras miradas se cruzaron sólo recuerdo una cosa: tu sonrisa. Esa sonrisa perfecta, franca y sincera, sin nada que esconder. Era una sonrisa que prometía risas y buenos momentos, secretos al oído y bailes acaramelados. Pedir deseos a las estrellas, comernos con la mirada.
Una mirada intensa, que invitaba a querer conocerte, a preguntarte qué hacía un “chico como tú” en un lugar como aquél. Una mirada de tú a tú, que acompañaba a esa tierna sonrisa que sólo los afortunados somos merecedores de ella.
Aquella noche creí en el amor a primera vista. No, mejor en el amor a primera sonrisa. Lo nuestro fue un flechazo. Tú, tu sonrisa y yo. Dicen que tres son multitud pero en nuestro caso, nunca nos hubiéramos enamorado sin ella. La mía no cuenta, sólo era una tímida expresión de alegría contenida cargada de mucha vergüenza.
Cuando dicen que la vida te cambia en un segundo, yo lo confirmo. Le daría a "me gusta" en cada estado de Facebook en que aparezca. Mi segundo fue una noche cualquiera, un verano cualquiera bajo un cielo lleno de estrellas.
Mi segundo fue un jueves por la noche en una noche de verano. Como no puede ser de otra manera en este tipo de historias.
“La vida no se mide por las veces que respiras, sino por los momentos que te dejan sin aliento”.
Patricia Coronado.
Entre suspiros y un café
Imágenes obtenidas en Pinterest
Archivado en: Cuéntame un post Tagged: Amor, Cuéntame un post, Encuentros, Relatos