Eran cerca de las diez de la noche y la luz crepuscular jugaba con la silueta de una ciudad aún muy despierta. Apenas habíamos llegado hacía unos minutos a la estación de tren, y ya un taxi nos estaba esperando. Noemí como siempre estaba en todo.
En este post te cuento la etapa que hicimos del Camino de Santiago desde Gijón a Avilés. La etapa 21 para ser exactos del Camino (25 kilómetros).
Prólogo en clave astur
Habíamos acudido de nuevo encantados a la llamada de Turismo de Gijón.
Noemí y Macu de nuevo al ataque.
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Esta vez el objetivo fue unir las ciudades de Gijón y Avilés a través del Camino de Santiago, ambas separadas por una única pero interesante etapa.
Interesante por descubrir Avilés, la gran desconocida en un camino ya reconocido como patrimonio de la humanidad. Interesante también, por partir andando desde el histórico barrio de Cimavilla hasta el albergue de peregrinos de Avilés, cruce natural de peregrinos de épocas presentes y pretéritas.
Cerro de Santa Catalina en el barrio de Cimavilla
Dos ciudades unidas por su pasado industrial, y solidarias al mismo tiempo con el peregrino que cada vez se prodiga más y más por estas tierras. Y buenas razones no les faltan para ello.
Paisaje industrial a la salida de Gijón por el Camino del Norte
Primera toma de contacto con Gijón
Un soplo de brisa más fuerte nos sacó súbitamente del hipnótico paisaje costero.
Noemí nos esperaba desde hacía apenas un par de minutos en La Cuadra de Antón, un restaurante de comida tradicional asturiana. Nada mejor para comenzar a zambullirte en la indómita Asturias.
En Gijón todo lo que merece la pena se encuentra muy cerca entre sí. Y este local nos acogió para una velada sobrada de sabor embebido en platos genuinos.
Probamos más de ocho exquisiteces que nos bastó para reconocer la habilidad con que Noelia de Prada ejecutaba su cocina de siempre, su cocina de recuerdos.
No puedo dejar de rememorar las fabes y bonito en escabeche con pico de gallo para romper el bullicio inicial, y el postre compuesto de un semifrío de Afuegal pitu con arándanos y helado de vainilla.
No dio para más esa noche. En las antiguas cuadras saboreamos conversaciones y mimadas elaboraciones hasta bien entrada la noche. Una larga despedida del día que culminó en un hostel muy apto para peregrinos con inquietudes viajeras, la pensión Balenax.
En busca de las huellas de antiguos peregrinos
Nos despertamos en la habitación Berlín a razón por la profusión de fotografías y murales que reproducían pedacitos de la vieja cultura berlinesa. Un frugal desayuno comunitario y directos al puerto deportivo en la parte oeste de la ciudad.
Puerto deportivo de Gijón
Nos propusieron conocer las vistas que desde el mar tuvieron aquellos primeros peregrinos procedentes de Europa, y que eligieron el puerto de Gijón para iniciar su peregrinación a pie.
El Mar Cantábrico se comportaba como un espejo bajo un cielo ligeramente encapotado. Nuestro catamarán rompía con nobleza la superficie tersa del mar, imagino muy al contrario que los antiguos galeones donde peregrinos y marineros deambulaban en un caos inimaginable al capricho de los vaivenes del Cantábrico.
Aquel día sobre nuestra moderna embarcación reinaba la armonía y el disparar de los obturadores se sucedía sobre el plató inmenso que conformaba la costa gijonesa.
Entrever las sensaciones de los peregrinos de antaño al atisbar la costa asturiana, fue un ejercicio mucho más sencillo desde el mismo centro de la bahía de San Lorenzo.
Se cerraba su aventura marinera pero se iniciaba otra aún mucho más aciaga si cabe por los rutas hacia Compostela.
Sustituir la sal por el polvo del camino, dejar de depender de vientos favorables para pasar a depender única y exclusivamente del movimiento de tus pies.
Dos hospitales de peregrinos
Uno nuevo, otro viejo, ambos con distintas historias y un prometedor futuro.
Fue pisar tierra de nuevo y dirigir nuestros pasos al futuro albergue de peregrinos de Gijón, la Casa Paquet. Se trata de un edificio privilegiado por su posición elevada sobre el puerto deportivo.
Casa Paquet de Gijón
Este nuevo faro para los peregrinos del Camino del Norte está aún por restaurar, aunque dados sus mimbres arquitectónicos y los planos de reformas que tuvimos la primicia de cotejar, el resultado para la primavera que viene puede ser espectacular.
Como espectacular fue también su visita antes del lavado de cara.
Baños modernistas con suelos hidráulicos casi intactos, estancias de techos elevadísimos, paredes acolchadas por telas de simetrías imposibles y suelos de nobles maderas que alertaban de nuestro paso con cada crujido.
Especialmente sugerente encontramos el bajo cubierta de este palacio urbano donde se ubicarán la mayoría de las camas para los peregrinos. Estamos ya deseando volver en primavera para disfrutar lo que promete ser un monumento al Camino de Santiago.
Escaleras del futuro albergue municipal de Gijón
En cambio, el hospital de peregrinos medieval es ahora una afamada casa de comidas donde cada bocado supone un pedacito de historia. También tuvimos la oportunidad de aceptar su hospitalidad y mimo por la tradición en deliciosos platos para no olvidar.
Asturias y el #CaminodeSantiago, dos sendas inseparables #TheWay #Travel #WTSBlog
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Mira que hemos estado en hospitales de peregrinos a lo largo de miles de kilómetros andados de ruta jacobea, pero como en aquel lugar, creo y mi memoria al menos sigue fresca en esto del camino, no hemos cenado nunca.
El peregrino acepta, nunca exige, agradece lo que de buena fe se le ofrece en el camino. Así que sólo nos queda decir: ¡muchas gracias Casa Zabala!
Más que un tentempié entre aguas
Y entre el moderno albergue y el milenario hospital no puedo olvidarme de una degustación escandalosa que realizamos en el restaurante Auga. Ahora hablamos de futuro, de vanguardia, sentimiento y dedicación a la cocina con mayúsculas.
Rodeados de agua, no imagino mejor lugar para un ágape rico en experiencias culinarias, tuvimos el privilegio de saborear su menú degustación de temporada con seis estupendas catas.
No podemos resistirnos a no nombrar al menos un par de ellas, por su sabor, textura y la memoria gustativa que nos dejó como un poso indeleble hasta la misma hora de escribir estas líneas:
Sardina ahumada, puré de apionabo, huevas y tomate, tomamos como plato de pescado, y como el “clásico” de carne, lechazo xaldo, soja y morro de ternera. De regalo os dejo con el postre, sopa de queso de cabra con avellanas y miel.
Y lo mejor, es que saben más bueno que lo que dicen estas letras.
Seguimos aprendiendo de Gijón
No es hábito del peregrino extenderse en exquisiteces por más de un día en el mismo lugar, pero permítenos esta pequeña indulgencia por ser Gijón un buen anfitrión.
Aún tuvimos la oportunidad de disfrutar de dos interesantes experiencias. La primera de ellas, una visita a las termas romanas de Campo Valdés, próximas a la playa de San Lorenzo y a la iglesia de San Pedro.
Iglesia de San Pedro en Gijón
Escuchar por boca de expertos sobre el origen de Gijón amplió nuestra visión acerca de esta ciudad. Nos dio la perspectiva necesaria para entender el crisol cultural que ha venido siendo Gijón desde su etapa romana.
Crisol al que peregrinos venidos por tierra y mar, procedentes de toda Europa, contribuyeron a dar la forma y el barniz que distingue al Gijón moderno.
Árbol de la sidra de Gijón
Tuvimos también la suerte de disfrutar de otra experiencia del Gijón que cuida su memoria industrial más artesana.
Álvaro y sus máquinas de antaño, puestas a punto con mimo hoy en día, cuidan y se afanan en transmitir las técnicas de estampación artística.
Disfrutamos de un breve pero intenso taller de tipografía en Litografía Viña. Imagino la dureza, sensibilidad y paciencia que en su día tuvo que ser la estampación de un libro entero. Quien tenía un libro en verdad tenía un auténtico tesoro.
Plancha con lugares del mundo que hicimos en Litografía Viña
Una calzada romana como Camino de Santiago
Al día siguiente nos costó madrugar tras la cena y posterior tertulia de café en las animadas terrazas de la Plaza de San Miguel.
Hoy comenzamos a caminar sobre las huellas del reciente pasado industrial de Gijón. Esta ciudad no se puede entender sin aprender de sus factorías industriales que abastecieron y abastecen a media Europa.
Precisamente el barrio de la Calzada debe su nombre a la vía romana que cruzaba la ciudad de este a oeste, tal y como se mueve el Camino de Santiago del Norte.
Romanos antes, romeros del medievo después, y actualmente peregrinos viajando hacia Santiago, siguen marcando sus pasos por el barrio que puebla lo que no hace mucho tiempo fue una considerable red de industrias.
Y precisamente para entender la transformación que aquí hubo del Camino de Santiago, nos acercamos al Ateneo de la Calzada.
Allí con todo lujo de detalles, comprendimos de la mano de sus responsables, el cuándo, cómo y porqué de la evolución viva del tejido industrial gijonés.
Comprendimos que la memoria fresca de lo que allí aconteció, permanece viva en los trabajadores de aquellas factorías. Memorias que el equipo del ateneo recogió sobre un mapa multicolor con el fin de ubicar todas y cada una de las empresas que en su día vertebraron la vida en Gijón.
Saliendo de Gijón en busca de Avilés
Abandonamos el Barrio de la Calzada y tomamos la altura suficiente para visionar la ciudad de Gijón.
El día se mostraba claro y el perfil de la ciudad se divisaba sin filtros. Edificios y torres se mezclaban con el azul de mar y el verde de los prados y bosques.
Nuestra percepción del paisaje esta vez fue muy diferente desde el último camino. No hay nada como conocer la historia de un lugar, para mirar con otros ojos el camino que vas dejando atrás.
Sin embargo, poco a poco nos adentramos en largas sendas entre praderías y bosques. Sombras para aliviar el calor de un temprano verano que desde junio se nos echaba encima.
Merece la pena este tramo entre urbes, vuelves al sosiego natural mientras recuerdas las experiencias vividas en Gijón, y a la vez sientes la punzante excitación por conocer el casco viejo de Avilés.
El mar en el horizonte siempre a tu derecha mientras buscas el ocaso del sol. Empiezas a cruzarte con los peregrinos más rezagados.
Vistas del Cantábrico desde el Camino hacia Avilés
Te sientes de nuevo en el camino, en el otro camino más agreste, verde y edulcorado al natural.
Pero recuerda peregrino, todo es camino hasta llegar a Santiago, afortunadamente.
Queremos agradecer a Turismo de Gijón y a nuestros compañeros de aventura. Sin ellos no habría sido tan especial #ElCaminoXixón:
José Avistu, Patri La Cosmopolilla, Irene de Mundo Turístico, Alicia de Objetivo Viajar, Vero de Sin mapa, Irene de Tragaviajes y Sabela de Viajando. Imágenes y sensaciones.
Fotografía de Woman To Santiago
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