El barco es chico, tan solo 16 cabinas que comparten las increíbles áreas comunes: un bar, que claro nunca puede faltar, una alberca con camastros para disfrutar del buen clima y un restaurante principal donde la tripulación se esmera por darnos a probar los mejores platillos típicos.
La tripulación la conforman 30 personas, de las cuales la mitad son Vietnamitas ya que el crucero también hace un itinerario por Vietnam, y la otra mitad son camboyanos. A pesar de sus diferentes personalidades, todos hacen que te sientas como en casa.
Por la mañana y la tarde saltamos a los Zodiacs del barco para que nos lleven a las expediciones del día. Los paisajes naturales son lo que primero que salta al ojo. Vamos navegando por el majestuoso río, que como cualquier cuerpo de agua está lleno de vida y sobre el cual se pueden ver por los poblados que viven de él. Cada pueblo flotante que vamos pasando es diferente del otro. Es siempre muy curioso como las poblaciones se adaptan a su entorno y como desarrollan una vida rural.
Visitamos varios poblados, platicamos con los locales que amablemente nos abren sus hogares, paseamos en bicicleta por sus plantíos de arroz deslumbrantes en la puesta de sol y hacen de la excursión la mejor sesión fotográfica. Por supuesto, entramos también a varios templos budistas con sus techos y decoraciones muy particulares. Uno especialmente me llamó mucho la atención ya que tuvimos la oportunidad de platicar con un monje de avanzada edad que se dedica a la escuela el poblado. Fue un gran privilegio platicar con él ya que no hay muchas personas de su edad en este país; muchas murieron durante el gobierno de los Khmer Rouge. La huella del pasado todavía se puede palpar.
Después de tres días llenos de aventuras, risas y buenas experiencias nuestra travesía llega a su final. Aunque nos despedimos del increíble Aqua Mekong, desembarcamos en Siem Riep, donde el suntuoso templo de Angkor Wat nos espera. Madrugamos antes de que salga el sol para ser los primeros en entrar al complejo enorme de templos y ver el amanecer sobre el templo principal. Nuestro guía local es muy astuto y nos da un recorrido por las principales secciones esquivando las manadas de turistas chinos que empiezan a llegar por minutos. Después nos aventuramos a cruzar la selva hacia el templo de Bayon, personalmente mi favorito por las enormes caras que decoran las torres, y al templo de Taprom, otro de los templos más bonitos del complejo. Este templo es muy especial ya que cuando fue abandonado la selva reclamó su lugar y creció por encima de las increíbles estructuras. Verdaderamente sentíamos que estábamos en una película de Lara Croft: Tomb Raider, y para terminar el día con un verdadero cliché, por la tarde nos fuimos a refugiar del calor y las masas de turistas a nuestro oasis en el hotel, donde nos encontramos a la mismísima Angelina Jolie. El hotel Phum Baitang no tiene más de tres semanas que abrió, prácticamente estrenamos las habitaciones y el increíble Spa, el cual fue construido con inspiración en los templos que visitamos.
Podría regresar mil veces a este país que tiene tanto que ofrecer y visitar los mismos lugares otra vez. La experiencia sobre el barco fue muy especial y lo recomiendo a cualquiera que quiera verdaderamente sumergirse y conocer la vida rural y cotidiana de este país con semejante riqueza cultural.
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