¿Y si está ocupad@? ¿Y si no quiere hablar conmigo? ¿Y si no tiene interés? ¿Y si no le gusto? ¿Y si no sale bien? ¿Y si me dice que no? ¿Y si ya es tarde? ¿Y si pierdo todo? ¿Y si...? ¿Y si...? ¿Y si...?
Nos pasamos media vida tomando decisiones, cosa que está bastante bien. Reflexionar todas las posibilidades que tenemos ante una situación, es sumamente importante en la toma de decisiones. Pero ¿hasta que punto es sano? ¿Dónde se encuentra la línea enfermiza que alimenta todos nuestros demonios? ¿Cuándo cruzamos la frontera de las posibilidades reales y sobrepasamos a la fantasía de nuestros miedos?
En alguna que otra ocasión, he hablado sobre vivir sin miedo. He contado sobre el efecto de prisionización que atañe no salir de nuestra zona de confort, e incluso sobre la gran cantidad de sueños rotos y metas inalcanzadas que nos producen nuestros miedos.
¿De dónde nacen esos temores? ¿Cómo alimentamos inconscientemente esas ideas negativas en nuestra cabecita? ¿Cuántas limitaciones son auto impuestas sin ser consciente de ello?
¿Qué podemos perder? ¿Qué podemos ganar? ¿Qué precio debo pagar por ello? ¿Orgullo? ¿Autoestima? ¿El qué dirá? ¿Cómo me va a afectar esta decisión en otras áreas de mi vida? Cuestiones varias que adormecen por minutos nuestros sueños. O quizás no sueños, quizás algo mucho más simple. Quizás simplemente nos impide VIVIR.
Nunca sabes que decisión es la mejor. Nadie te puede garantizar que no te vas a equivocar. Pero deberás hacerlo sí o sí. Debemos correr el riesgo de equivocarnos. Tenemos la obligación de perseguir sueños a pesar de los fracasos. Debemos aventurarnos a decidir nuestros actos. ¿Y si fallamos? Pues lección aprendida y vivencia que nos llevamos, así, sin más.
¿Cómo tomar decisiones?
- Analiza con calma la decisión que debes tomar.
- Entre todas las posibles soluciones o alternativas, vete descartando entre las menos probables.
- Analiza los pros y los contras de cada una de ellas. Debes ser realista a la hora de analizar, y que los miedos o inseguridades no sean los causantes.
- Valora las emociones que te producen y sobre todo, desde dónde estás tomando esa decisión. Tomar una decisión desde estado emocionales extremos, nunca será positivo. La calma te ayudará a escoger de una manera más pausada y segura.
- Recuerda que en cualquier decisión que tomes, siempre existirán riesgos que deberás asumir. Es parte del trato.
- En ocasiones es bueno escuchar opiniones externas. Consulta tus dudas con alguna persona de confianza, y quizás te ayude a ver las cosas desde otro punto de vista, fuera de la tensión o emociones de la situación.
- Una vez tomada la decisión, debes actuar en consecuencia y asumir los riesgos sin miedos.
Cupidero, no te líes con agobios, presiones o miedos. Asume los riesgos necesarios y pinta el marco de tu vida con los colores de tus decisiones.
Recuerda Cupidero que nuestros miedos no impiden nuestra muerte, frenan la vida.
LES QUIERO CON MUCHO HUMOR
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