Jueves reflexivo: amalgama de recuerdos
Hola a todos y bienvenidos un mes más. Ya estamos a jueves, y toca el post improvisado, así que, rodeada de silencio y con la promesa de un gran día, empezamos.
Hace poco me dio por releer algún post reflexivo (nunca releo mis post) y me he dado cuenta de que en estos 12 años de blog, he cambiado. Sí, es lógico, a todos nos pasa. Pero os confieso que a mí me ha sorprendido, porque hace muy poco estuve con una amiga de toda la vida, y me dijo varias veces que no había cambiado nada desde los 15 años. Y cuando llegué a casa tenía un mensaje suyo, bien chulo, en facebook.
Un mensaje así de una amiga es una alegría
No sé, yo creo que todos cambiamos, o más bien, evolucionamos. Y obviamente no soy igual que a los 15, eso sería preocupante, he ido evolucionando, aunque pensaba que mi cambio había sido más bien desde la adolescencia hasta los treinta o treinta y tantos, creía que en estos últimos tiempos no había cambiado nada. Pues parece que sí; he advertido cambios de los que no he sido consciente. Al leer estos post antiguos me he dado cuenta, por ejemplo, de que, aunque nunca he sido muy tajante, ni me ha gustado sentar cátedra, ahora lo soy menos todavía. Me gusta que cada uno sea como quiera, y me encanta que las cosas fluyan. Con lógica, claro. Si veo a una persona tirada en medio de una carretera no dejo que fluya y resulta atropellada, tendré que ayudar, o parar el tráfico, o hacer algo.
Pero nunca adelanto acontecimientos, me preocupo, claro, pero hasta cierto punto. Estoy un poco modo "hierbas", de "Aquí no hay quien viva". Y en modo disfrutar de la vida.
Cambiando un poco de tema os diré que estamos en mi mes favorito, el de las hogueras, las primeras verbenas, el olor a San Juanín en el ambiente, la promesa de un verano lleno de magia...En junio. Mi junio.
Antes de ayer mi hermana y yo nos fuimos a la finca, en plan de chicas y perros. Pues está claro que no tenemos mucho tino. La primera parte de la mañana no paró de llover, incluso hubo tormenta eléctrica. En otro momento de mi vida, seguramente habría protestado. Pues en vez de eso, esta vez nos dedicamos a sacar fotos con las pintas que teníamos, que era para vernos. Y cuando por la tarde vino mi hijo nos moríamos de risa viéndolas.
Como estamos en el mejor mes del año, a mediodía el día despejó y todo olía maravillosamente bien. Así que pudimos comer al sol, con un ramo de flores sobre la mesa, y recordando momentos de la infancia de lo más absurdos.
Es curioso lo que llegamos a olvidar. Mi hermana me recordó algunas historias que me demostraron lo miedosa que era. A veces, venían a casa hijos de amigos de mis padres, que eran, y son, nuestros amigos. Estos niños siempre proponían jugar a algo de miedo y a oscuras. Yo empezaba con muchas ganas pero al final acababa gritando y llamando a mi madre. Entonces empezábamos otros juegos, y no sé como lo hacíamos, pero terminábamos lanzando caramelos por la ventana hasta la ventana de nuestros vecinos, unos niños muy graciosos. Y ellos nos lanzaban galletas, que acababan en el patio porque no pesaban, jajaja. Los caramelos los sacábamos de unos bastones de plástico muy grandes, transparentes, que tocaban en las tómbolas, y venían rellenos de caramelos, y que mi madre tenía decorando nuestra habitación.
Y esto me hace recordar lo mucho que disfrutábamos las series durante la infancia. Yo creo que todos hemos disfrutado con Verano azul, y hemos vibrado con El coche fantástico. Y claro, luego íbamos todos llamando al coche con nuestros relojes. Bueno, lo confieso, cuando estoy cansada y falta un rato para llegar al coche lo sigo intentando, pero nunca me ha funcionado.
Y ayer, en la sobremesa, bajo un saúco que combina las flores y los frutos, mi hermana, mi marido y yo hablábamos de las vueltas que da la vida. Por ejemplo, recordamos a una amiga que dibujaba muy bien. Cuando venía a casa jugábamos a dibujar y lo que ella hacía era otro nivel. Cuando la niña decía que quería dedicarse a eso la gente no lo entendía, en los ochenta las profesiones eran médico, abogado, albañil, carnicero... Pero su madre siempre la apoyó y creyó en su talento. Pues esa niña, además de ser una ilustradora estupenda, fue profesora de arte de mi hija. Menuda alegría me llevé.
También tuve un amigo y compañero de clase que hacía atletismo, le gustaba y se le daba bien. Pues fue entrenador de mi hijo un par de años. Guardo muy buenos recuerdos de esa etapa, nos alegró mucho reencontrarnos, pues habíamos perdido el contacto, y si había alguna carrera en la que dieran premio por participar siempre me llamaba para que llevara a mi hija, que no estaba apuntada a atletismo, para que se lo dieran a ella también y así se fuera motivando.
Charlando y charlando recordamos a un par de compañeros de clase que se han quedado viudos, otro que se ha hecho bastante conocido y uno que murió muy joven. Y recordamos la sorpresa que nos habíamos llevado al saber que el mejor amigo de mi marido era mi primo. La vida, que es una continua sorpresa.
Cuando somos niños, y en junio, ante nosotros se extiende un largo y cálido verano, lleno de promesas, no imaginamos lo que puede cambiar todo de repente. Por eso hay que aprovechar el momento.
En realidad siempre he pensado así, en eso no he cambiado. Pero el comprobar que la vida te cambia en minutos hace que esa forma de pensar se haga más contundente.
Estoy divagando mucho, me recuerda a nuestras charlas de ayer y anteayer; tan pronto hablábamos de unas amigas muy graciosas que teníamos como recordábamos la vez que invoqué a un espíritu con una amiga y vi algo en el espejo del hall (o más bien me lo imaginé) y me negué a jugar allí, en ese sitio que nos encantaba. Tardé meses en volver a jugar allí.
Para ir acabando diré que la vida siempre sorprende. Y con esas sorpresas vamos cambiando, creciendo y aprendiendo. Me alegra ser la misma de siempre, pero actualizada, jajajaja.
Y termino promocionándome. Porque una de las sorpresas que me ha traído la vida es la de publicar mi novela. Si a alguien le apetece leerla está aquí, aquí y aquí. Si la habéis comprado en Amazon agradecería eternamente que dejéis alguna reseña, ya que al parecer eso se valora. Y por supuesto, mil gracias a los que la habéis comprado, no imagináis como me llena el alma.
Bueno, dejo ya de divagar y me despido. Solo le pido a junio que no corra tanto, se ha ido ya medio mes. Necesito más días eternos, ayer a las diez y media de la noche aún era de día. Por favor, no tengamos tanta prisa.
Ahora ya me voy.. Mil millones de gracias por leerme y nos vemos la semana que viene.
¡Feliz finde!