Hoy nos echamos unas risas
Hola a todos y bienvenidos un día más. Parece que esto del encierro va para largo así que intentaré poner cosas alegres y positivas, que si empiezo con lo triste nos hundimos todos y eso no mola. El humor es un buen arma.
Hoy se me ha ocurrido rescatar algunas anécdotas que he ido contando por aquí a lo largo de los años. Son cosas un poco tontas, que quizás ni siquiera hagan gracia, pero si sirven para que alguien se ría yo me doy por satisfecha. Y sin más rollo, empezamos.
Sé que las anédotas suelen tener gracia cuando se viven, al contarlas pierden mucho, pero intentaré que queden bien. Ya os digo que son rescatadas así que a lo mejor habéis leído alguna. Y son las tres de mi adolescencia.
El Karma.
Mi hermana y yo fuimos unas adolescentes bastante buenas pero como todos tuvimos nuestros momentos.
Una vez mis padres se fueron a una reunión escolar y nos quedamos en casa con ganas de divertirnos. Y se nos ocurrió gastar una broma por teléfono. Nunca hacíamos esas cosas y no sabíamos ni por donde empezar pero no sé como, la verdad es que no lo recuerdo, se nos ocurrió pedir hielo a una empresa de esas que repartían hielo a los bares.
LLamé yo, tras buscar el número en las Páginas Amarillas, y pedí un montón de kg de hielo para el día siguiente, y di una dirección al lado de un bar donde teníamos pensado quedarnos para ver llegar el camión.
El caso es que al día siguiente surgió un evento familiar repentino y nos marchamos al pueblo y no pudimos ir. Y con el lío se nos olvidó el asunto totalmente.
Por otro lado os diré que en mi salón teníamos una mesita auxiliar de mármol con unas colecciones de ceniceros y abrebotellas que traíamos de viajes. Mi madre coleccionaba y tenía muchos de publicidad en cajitas, y los que eran de bronce o le gustaban estaban en esa mesita.
Pues un día, como una semana después de aquello, más o menos, llegamos de clase y vimos un abrebotellas en la mesita auxiliar y comprobamos que era de publicidad, concretamente de la marca del hielo que habíamos pedido nosotras.
Y en ese momento nos volvimos locas, empezamos a decir que era una señal para que confesáramos, que había entrado la poli en casa y era una trampa, bueno, no sabíamos que pensar.
Pasamos un par de días horribles imaginando todo tipo de cosas malas y una de esas tardes les confesamos a mis padres nuestra gamberrada.
Y ellos fliparon, no podían ni reñirnos de su asombro y ni se lo imaginaban. Y cuando les preguntamos por qué en la mesa había un abrebotellas de publicidad mi padre nos lo explicó;
-Porque tu madre no me deja abrir las botellas con los abridores de colección y los de publicidad están tan guardados que da pereza cogerlos y nunca tengo con qué abrir. El otro día me dio este un compañero de trabajo que sabe que coleccionamos y lo dejé a mano para usar.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Ainnnnns, la explicación era de lo más sencilla!!!!!!
Al final no nos castigaron pero la charla-bronca sobre respetar el trabajo de los demás y lo duro que es ganarse la vida fue monumental, jamás se nos pasó por la cabeza volver a hacer algo así.
Al final yo creo que fue el karma el que puso ese abrebotellas en nuestro camino, para que confesáramos y jamás se nos volviera a ocurrir hacer algo semejante.
Pero siempre nos quedó la curiosidad;¿llevaron o no, el hielo al lugar donde lo pedimos?
Era muy parecido a este
Porque yo era fan, fan, de póster
Esta anécdota también se remonta a la adolescencia. Por entonces me gustaba un grupo que se llamaba New Kids on the Blok, que eran en plan One Direccion, y si, lo sé, ya está todo inventado.
Un día de aquella época al entrar en casa volviendo del instituto vi al grupo cantando en la tele, aunque ésta estaba sin sonido. Por entonces la casa de mis padres tenía un salón como en dos niveles y desde la puerta solo veías la parte donde estaba la tele.
Al ver a mis ídolos cantando eché a correr con la absurda intención de arrodillarme frente a la tele para chillar a gusto, y no sé como me arreglé pero tropecé con una alfombra que siempre he odiado con todas mis fuerzas. Para no caer me agarré a una mesa pequeña(en los 90 había muchas mesas auxiliares en los salones), pero caí de todas formas y encima volqué la dichosa mesa con todo lo que tenía, y además tiré de un cable, que no sé que pintaba allí, desconectando la tele. Fue una hecatombe ruidosa y la mar de extraña.
Y al notar el silencio a mi alrededor, porque estaba todo extrañamente silencioso, me di la vuelta y en la otra zona del salón, la que no se veía desde la puerta, vi a mi madre con unos desconocidos de mediana edad y un chico como de mi edad que me miraban flipando.
Parece ser que eran unos primos lejanos que estaban de visita, yo no sé ni quienes eran porque me levanté como un rayo, saludé y con una excusa me encerré en la habitación y no volví a salir hasta que se fueron. Nunca entendí porqué no los oí al entrar, no creo que estuviesen en silencio, pienso que al ver la imagen de la tele mis otros 4 sentidos se anularon. Y siempre me extrañó qu ela tele estuviera puesta(auqneu fuera sin sonido) con una visita, mi madre siempre la apagaba.
Como curiosidad os diré que la próxima vez que esos señores volvieron, años después, yo estaba de viaje, afortunadamente.
Con ellos llegó la locura y mi ridículo.
El espía tras el periódico
Yo siempre he sido una miedosa y encima con imaginación, y claro, eso te pone en situaciones absurdas. Y en la adolescencia todo se magnifica.
Mi hermana y yo solo cogíamos el bus juntas un día a la semana, el resto del tiempo no nos coincidía el horario, y siempre que íbamos juntas nos pasaba algo.
Recuerdo una vez que según salimos del portal, muy muy temprano, y justo cuando nosotras empezamos a caminar hacia la parada, siendo aún de noche, empezó a andar exactamente a la vez un señor que estaba leyendo un periódico, como en las pelis de asesinatos.
Yo lo vi y me entró una paranoia terrible creyendo que nos perseguía parapetado tras el periódico y le dije a mi hermana a gritos que corriera, y ante su perplejidad eché a correr como una loca sin mirar atrás. Asustadísima crucé la carretera, de nuevo sin mirar, y afortunadamente no venía ningún coche. Entonces no se me ocurre nada mejor que atravesar un jardín para llegar al otro lado de la calle. Por entonces los jardines estaban rodeados de una especie de arandelas metálicas, generalmente de color rojo, no sé las recordáis.
Bien, en mi euforia por huir de mi asesino no vi esas arandelas que os comento y me las tragué, y caí echada(siempre caigo a la larga), resbalando y llenando mi precioso pantalón Levi´s blanco de verdín y algo marrón que no quise saber lo que era(quiero pensar que barro). Pero lo peor es que en el suelo le gritaba a mi hermana en plan melodramático que siguiese corriendo y se salvase ella, que no me esperase, cuando ella me miraba alucinando desde la otra acera, porque ya no nos seguía nadie.
Nunca supe las intenciones de aquel hombre, pero no me gusta que me sigan de modo furtivo cuando salgo del portal. Y lo peor es que tuve que ir a clase porque a primera hora tenía un examen importante, aunque, eso sí, a segunda hora me volví a casa y a mi madre, obviamente no le dije la verdad, dije que había tropezado y se lo creyó.
Las arandelas eran como estas
Y hasta aquí el post de hoy. Me ha quedado pelín largo, pero bueno, como ahora tenemos tanto tiempo podemos dedicarlo a leer. Espero que os haya resultado, auqnue sea un pelín gracioso y qu eos sirva para desconectar.
Mil gracias por leerme y os deseo a todos la mejor semana posible dentro de lo que está pasando.
Feliz lunes.