Hola a todos y bienvenidos un lunes más.
Lo primero mil gracias por leerme ayer, nunca publico los domingos y aún así os habéis pasado así que mil millones de gracias.
Hoy me apetece compartir unas anécdotas que tenía escritas desde hace tiempo y no sé la razón pero nunca veía el momento de publicarlas, y el otro día, leyendo el blog de Celia me acordé y me animé a publicarlas.
Mis anécdotas de hoy son sencillas, son esas cosas que a veces nos pasan por un problema de idioma y que dan lugar a situaciones bastante ridículas.
Es un poco largo pero bueno, espero que nadie se aburra demasiado.
Y sin más rollo empezamos.
El peaje maldito.
En mi familia hay una maldición y son los puestos de peaje de Portugal, no sé que pasa que todos son problemas. Mi padre siempre tenía alguna historia y algún malentendido y solo recuerdo esos puestos con mi padre con medio cuerpo sacado por la ventanilla y los coches que estaban detrás tocando el claxon.
Pues años después fui con mi marido y mis hijos a recorrer Portugal de sur a norte, como hacía con mis padres.
Y de nuevo tuvimos movida en los dichosos peajes.
El día que dejamos Lisboa salimos rumbo norte por el autopista.
A mí me parecía que teníamos que pasar por un puesto de peaje donde había una cola inmensa, pero mi marido decidió ir por otro que no tenía cola, nadie nos paró, ni nos dieron un ticket, tarjeta ni nada, como si no hubiera un puesto ahí. Y yo sabía que no era así, lo sabía.
Cuando llegamos a otro peaje yo ya iba de los nervios porque siempre ocurría algo.
Bien, cuando nos toca la chica nos da un ticket con el precio y era una cifra altísima.
Yo sabía perfecamente que era por no haber sacado el ticket al salir de Lisboa, contaba como si viniéramos desde mucho más lejos, pero mi marido no lo asumía y con la misma pose de mi padre sacaba medio cuerpo del coche por la ventanilla y le decía a la chica de la cabina, a gritos;
Yo, venir Lisboa(en plan indio o Tarzán), entiendes? Yo venir Lisboa.
Y ella, impertérrita, repetía la cifra a pagar.
Los coches de atrás nos tocaban el claxon enfurecidos y mi marido repetía el dichoso yo venir Lisboa hasta que me cansé, le di la tarjeta de crédito y le obligué a pagar bajo amenaza de lanzarme al autopista y morir atropellada.
Y pagó, pero se pasó el viaje repitiendo que allí eran unos ladrones, era increíble, ni que Lisboa estuviera en Australia mientras yo pensaba; ya te lo dije eso pasa por ignorar el peaje.
Y yo sentí que vivía un dejavu.
Pasábamos una vez por Francia...
Algún día tengo que contar las anécdotas de Francia, aunque ya os dejé una aquí. Bueno, hace unos años estábamos en Francia pasando unos días.
En aquella zona, las gasolineras, los fines de semana, no tienen personal y hay que pagar con tarjeta.
Mi marido tenía la única tarjeta que podíamos usar en Francia hecha una pena y nos servía para sacar dinero pero no para pagar, misterios de la vida y del mundo de la banca.
Total, que un domingo en que íbamos justos de combustible se alinearon los planetas para que nos pasara de todo y se nos acabó la gasolina a unos 10 Km del hotel, en plena noche(allí oscurece pronto).
Fuimos empujando el coche con la idea de llegar a un arcén y allí pensar.
Y cuando todo parecía perdido un coche paró a nuestro lado y un chico nos preguntó que pasaba.
En inglés me dijo que llevaba gasolina en el coche y nos podía vender un poco para llegar hasta el hotel.
Yo se lo expliqué a mi marido, que de inglés anda fatal, y me dice que hay que preguntarle si tiene cambio porque llevábamos billetes de 50 € sacados del cajero, y sin darme tiempo a explicárselo le dice al chico;
-Sorry amigo, mi no chambre, no money.
Quiso decir change(por el cambio) pero con los nervios dijo chambre, que en francés chambre es habitación, y lo de money directamente no tiene explicación.
El hombre pensó que no teníamos ni dinero ni habitación y miraba a nuestros hijos, sentados en el coche con cara de pena ambos, mis hijos y él, y repetía; no chambre, no money?
Y mi marido asentía y decía; yes, yes, no chambre no money.
Y el hombre sacudía la cabeza, supongo que pensando que éramos unos descerebrados que íbamos por el mundo con niños a lo loco y ya no quería ni cobrarnos la gasolina.
No sabéis lo que me costó borrarle la impresión, pero bueno, cuando vio el dinero me creyó y al final todo se arregló.
Maldito Whatsapp.
Esto me ocurrió este verano, y aunque en el momento me dio mucha rabia ahora nos reímos.
Para mí es con diferencia la mejor.
Mi hermana tiene una compañera de trabajo cuyos suegros viven en la calle de mi hermana.
Un día pasaba por allí y vi un coche de la funeraria y además veo a la compi en el portal hablando con un policía y una señora me comentó que su suegro había fallecido en casa y la habían llamado a ella.
Entonces le mandé un whatsapp a mi hermana, que estaba trabajando, contando lo ocurrido.
Mi whatsapp quería decir algo así;
Vi a fulanita, murió su suegro y ella está delante del portal con un policía.
Pero con las prisas me comí las palabras suegro y portal y en vez de delante puse alante y el traductor lo cambió por amante y el mensaje fue;
Vi a fulanita, murió y está con un amante policía.
No sabéis la que se lió, mi hermana ni me llamó ni nada para preguntar y subió llorando a la oficina con la noticia, y cuando intentaron contactar con el móvil de la chica no lo cogía porque con el susto que tenía ni lo llevaba encima...fue un lío enorme.
Y cuando se aclaró todo mi hermana quería matarme, aunque yo creo que la culpa la tiene ella por no confirmar las noticias. ¿A qué sí?
Bueno, pues hasta aquí el post de hoy, espero que os hayáis divertido un poco, aunque estas son las típicas cosas graciosas cuando ocurren pero que al contarlas pierden gracia.
Muchísimas gracias por leerme y comentar y nos vemos mañana con otra cosita.
Y vosotros;¿Habéis tenido algún mal entendido por cuestión de idiomas?¿Y con el corrector de whatsapp?
Hasta mañana!!!!!!!!
Fuente: este post proviene de Pequeños trucos para sobrevivir a la crisis , donde puedes consultar el contenido original.
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