Diez anécdotas curiosas que hoy quiero compartir con vosotros algunas de ellas son realmente llamativas o divertidas y, en algunos casos, nunca pensaríais que vuestro escritor favorito pudiera expresar ciertas opiniones o le hubieran pasado situaciones tan curiosas, y en varios de ellos chocantes o graciosas. Espero que os gusten.
Marimar
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Cela y el Premio Nobel. Cuando se conoció que le habían concedido el Nobel de literatura, se le acercó un periodista y le hizo esta pregunta:
¿Le ha sorprendido ganar el premio Nobel de Literatura?
A lo que Cela respondió: “Muchísimo, sobre todo porque me esperaba el de Física”.
Jorge Luis Borges. Una vez en una de sus clases, ya que fue profesor de Filosofía y letras en la Universidad de Buenos Aires, a una alumna la dijo que expresara su opinión sobre William Shakespeare, a lo que ella contestó:
Me aburre; puntualizando: Por ahora todo lo que ha escrito.
Tranquilamente la responde Borges: A lo mejor Shakespeare no ha escrito todavía para vos. Tal vez dentro de unos cinco años lo haga.
Miguel de Unamuno: Cuando le fue concedida la Gran Cruz de Alfonso X El Sabio por el Rey D. Alfonso XIII, Unamuno le hizo este comentario al Rey:
Esta cruz que tanto merezco, me honra, Majestad, recibirla.
El monarca le contestó: ¡Qué curioso! Casi todos los que han recibido este galardón, aseguran que no le merece.
A lo que Unamuno le vuelve a replicar: Majestad, tiene Usted razón, en el caso de los otros galardonados, ciertamente no se lo merecen.
Jacinto Benavente. Un día durante una de sus muchas tertulias en el Nuevo Café de Levante, Jacinto Benavente estaba alabando enormemente a Valle-Inclán, diciendo de él que era un escritor de los más valiosos que había en España.
Interrumpiéndole uno de los contertulios que había en ése momento diciéndole: Pues él no opina lo mismo de Usted.
A lo que Valle-Inclán respondió rápidamente, con el gran ingenio que le caracterizaba: Seguramente estaremos equivocados los dos.
Oscar Wilde. Estaba convencido que muchísimas veces no hacemos caso cuando nos hablan, y para explicárselo a unos conocidos, les contó una anécdota que le ocurrió un día que llegó tarde a una fiesta a la que estaba invitado y de la cual no podía rechazar la invitación.
Cuando llegó y, para justificar el motivo por el que había llegado tarde ante la anfitriona, se disculpó diciéndola que: Acababa de enterrar a su tía a la que él había matado.
Sin un signo de extrañeza la anfitriona le contestó a Wilde: No se preocupe, lo más importante de todo es que Usted haya podido venir.
Gabriel García Márquez. En 2006 se publicó por primera vez la foto del escritor con un ojo morado, esa foto es del 12 de febrero de 1976 después de que Vargas Llosa le diera un puñetazo en el ojo. No se sabe bien el motivo que desencadenó que le diera el puñetazo (una hipótesis que hay es que García Márquez estaba coqueteando con la esposa de Vargas Llosa), pero lo que sí se sabemos con certeza son las declaraciones que hizo García Márquez unos días después al periodo de Bogotá Correo: Cuando me vi con Mario, me pareció verlo sonreír y que trataba de abrazarme. A esto se debió que cuando me pegó estaba completamente indefenso y con los brazos abiertos, de lo contrario me habría protegido por lo menos la cara. Caí sin conocimiento. Además, Mario tenía un anillo con el que me rompió la nariz.
Ramón M. del Valle-Inclán. Todo el mundo conoce el odio visceral que sentía hacia José de Echegaray, y del que cada vez que podía o tenía la menor oportunidad, le lanzaba en público algún que otro insulto. Uno de ésos días estaba en una de las tertulias a las que solía ir, y perdió la paciencia con uno de los tertulianos que había allí, cuando éste último estaba defendiendo con gran insistencia a José de Echegaray y a sus obras.
A lo que Valle-Inclán ni corto ni perezoso, le soltó al hombre un sonado y claro: ¡Pedazo de bruto!, a lo que el otro tertuliano le contestó ofendido: ¡Retire usted esas palabras!
Por un momento Valle-Inclán se quedó pensando, se acarició su barba (gesto que hacía a menudo) y le contestó con una parsimonia pasmosa: De acuerdo, pero solamente retiraré lo de pedazo.
Jean-Baptiste Poquelin. Por todos conocido como Molière, odiaba muchísimo a los médicos, siempre hacía todo lo posible para no ir ni a la consulta de los médicos ni a los hospitales; pero una vez se puso muy enfermo teniendo muchísima fiebre, y al no conseguir su esposa que le bajase, solo se le ocurrió llamar a un médico.
Cuando llegó el médico para atender al enfermo y llamó a la puerta, Molière llamó a su mujer y le comentó: Cariño, no permitáis que entre en casa, decidle que, aunque estoy enfermo, cuando yo mejore un poco, seré yo el que vaya a visitarle.
Armando Palacio Valdés. cuando fue nombrado en 1906, nuevo miembro de la Real Academia de la Lengua Española, esta noticia se publicó en todos los periódicos de España, incluyendo una foto del novelista. Palacio Valdés no le dio a este hecho casi importancia, desayunando en la misma cafetería de todos los días. El camarero que le estaba sirviendo el desayuno le dijo lo siguiente:
¿No será usted el que sale en los papeles de hoy?, el novelista le respondió afirmativamente.
¿Entonces Usted escribe novelas de esas? A lo que el novelista volvió a responder afirmativamente.
Y el camarero, le volvió a decir Esta bien, no se preocupe, cada uno se gana la vida como puede.
Narciso Sáenz Diez Serra. conocido por todos como Narciso Serra, estando de paseo con un amigo, a éste le pregunta el escritor:
¿Cuántas personas cornudas, sin contarte a ti, crees que pueden vivir en esta calle?, a lo que su amigo totalmente contrariado le contesta: ¡Esto es un insulto por tu parte! ¡Cómo que sin contarme yo!
Al ver a su amigo tan enfadado, le volvió a rehacer la pregunta: Está bien, no te enfades conmigo, si te cuentas tú, ¿Cuántos cornudos crees que hay?
Os espero en el siguiente artículo, me marcho a buscar más curiosidades o anécdotas para todos vosotros.
Hasta la próxima.
Agradecimientos: Voces del periodista, El Mundo, Wikipedia.
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