Recorremos varias decenas de metros, cruzando enormes salas y pasillos para finalmente salir a la superficie, donde nos damos de bruces con la maravillosa mezquita.
El templo no sólo es lugar de oración, sino también el lugar donde está enterrado Sheikh Zayed bin Sultan Al Nahyan, el primer presidente de Emiratos Arabes Unidos.
Construida en el más puro mármol Sivec, procedente de Macedonia y que se caracteriza por su blancura y grano fino, la mezquita combina los estilos fatimí, otomano y mameluco, en un logrado intento de fusionar el variado mundo islámico en una sola construcción.
La mezquita tiene 82 cúpulas de varios tamaños, correspondiendo la mayor a la sala de oración. Todas están decoradas con coronas y remates en forma de media luna usando mosaicos de vidrio dorado y bajo ellas los grandes ventanales permiten que la luz entre en las estancias interiores.
Por dentro, las cúpulas están rodeadas de versos del sagrado Corán, elaborados con fino yeso reforzado.
Rodeando el conjunto, varias piscinas rectangulares alicatadas en diferentes tonos de azul, que aportan frescor y hermosos reflejos a las paredes del templo.
Rematada con cuatro minaretes, el más alto de ellos alcanza los 106 metros de altura. Recordemos que su nombre proviene de la palabra "manarah" que significa "faro", lo que nos indica que su función es la de atraer a los fieles a la mezquita.
Las arcadas están flanqueadas por 1.096 columnas de mármol blanco, incrustadas de piedras preciosas y semipreciosas, como lapislázuli, ágata roja, amatista, concha de abulón y nácar, utilizando la técnica de la "pietra dura", quizá copiada del Taj Mahal. Lógicamente el diseño de los capiteles se basa en la omnipresente palmera datilera, tan apreciada en los Emiratos y lo que muchos creen que es una capa de oro, es aluminio anodizado teñido de color dorado.
El Gran Patio o "Sahan" mide 17.400 metros cuadrados, y es capaz de albergar hasta 31.000 fieles, que se reúnen aquí para orar sobre todo durante el mes sagrado del Ramadán. El suelo está, al igual que las comunas, repleto de diseños florales realizados en el mejor y más colorido mármol, componiendo preciosos ramos de tulipanes, lirios e iris.
El interior también nos sorprende con sus maravillas, centradas en su mayor parte en la sala principal de oración.
Aquí se encuentra la alfombra más grande del mundo, realizada en lana por 1.200 artesanos que trabajaron en ella durante casi dos años. Su superficie es de 5,700 metros cuadrados y pesa casi 35 toneladas, sumando 2,26 millones de nudos.
Si miramos al techo veremos siete enormes candelabros de cristal, siendo uno de ellos el tercero más grande del mundo, con 15 metros de alto por 10 de ancho y 12 toneladas de peso. Para adornar la estructura de acero y latón se usaron 40 kilos de oro de 24 kilates y millones de cristales de Swaroski.
Algo que llamó mucho mi atención fue un reloj incrustado en madreperla que muestra las distintas llamadas a la oración, así como la fecha según el calendario musulmán.
Con estas imágenes nos despedimos de la mezquita para volver al barco y dejar atrás Abu Dabi.