Esta división de opiniones me fascinó por el simple motivo de que ese mismo día yo había publicado un tweet diciendo que la película me tenía totalmente dividido y que no sabía muy bien si me había encantado o me había parecido una cinta más del montón. Por eso, después de explicaros a qué nos enfrentamos, toca dar un paso al frente y empezar a hablaros de The Disaster Artist e, inevitablemente, de The Room. Bienvenidos a este viaje por El Ciudadano Kane de las malas películas.
The Disaster Artist no es The Room
The Disaster Artist es una película dirigida por James Franco y protagonizada por él mismo y su hermano Dave Franco que narra la historia de Tommy Wiseau y Greg Sestero, dos amigos que sueñan con triunfar en Hollywood. Tommy, al ver que su extravagante carácter le cierra muchas puertas en el mundo del cine, decide escribir, dirigir, producir y protagonizar su propia película, The Room. Obviamente, la nula experiencia del protagonista y su egocentrismo extremo llevarán a su filme por un inevitable camino hacia el fracaso (o no). Todo va bien, hasta que alguien te explica que esta es una historia verídica, que Tommy Wiseau existe y que The Room es a día de hoy un filme de culto.
Lo más destacable de la película es, sin duda, las actuaciones de los protagonistas. James Franco está increible y consigue imitar de maravilla a Wiseau, plasmando a la perfección el extraño carácter del personaje. No tengo miedo a afirmar que el Globo de Oro a mejor actor lo tiene más que merecido, pero tengo la sensación de que Dave Franco está terriblemente infravalorado por la crítica y los premios. Creo que el hermano del director hace el mejor papel de su carrera. Consigue plasmar esa inocente ilusión que todos los soñadores poseen y, a su vez, la frustración de ver como los sueños no siempre se cumplen tan fácilmente. No me es sencillo explicar el por qué, pero la interpretación de Dave Franco me llegó al corazón, quizás porque consigue representar a todos aquellos soñadores que, aún tener objetivos aparentemente imposibles, están dispuestos a hacer lo que sea por conseguirlos.
A parte de las intepretaciones, el resto de apartados no están para nada mal, pero tampoco son perfectos. La fotografía está bien trabajada dentro de las posibilidades que la trama permite, el guión crea momentos graciosos y entrañables y la banda sonora consigue, con canciones como Never Gonna Give You Up o The Rythm Of The Night, crear un ambiente buen rollero que atrapa al espectador. La trama, por otro lado, merece ser tratada por separado a continuación.
¿Homenaje o burla?
Una de las dudas que tenía antes de entrar a la sala a ver The Disaster Artist era cómo iba a enfocar James Franco la película. En una entrevista en una televisión americana, el director afirmaba que había tenido que hablar con Tommy Wiseau para que le diera el visto bueno y poder empezar a grabar su filme. Bajo esta premisa, ya daba por hecho que mucha burla hacia el desastroso artista no podría haber. Aún así, tampoco creía posible que en una película sobre uno de los peores filmes de la historia no hubiera ningún comentario despectivo hacia ella.
Tras ver la película, no pude llegar a ninguna conclusión. Aún no tengo claro si The Disaster Artist pretende alabar la figura de Wiseau o hacer todo lo contrario. Bajo mi punto de vista, creo que la trama posee una pequeña crisis de identidad en muchos aspectos. Hay momentos en los que Wiseau es una persona despreciable y otros en los que es un héroe, y hay cierta magia en esta dualidad, pero creo que al ser un biopic, no queda clara la intención del director ni cómo quiere representar al protagonista. Algo muy parecido pasa con el género de la película, ya que hay momentos en los que busca la carcajada (como en la brutal escena de la azotea con el mítico I did not hit her) y otros en los que, sin previo aviso, se vuelve trascendental y profunda.
Hay que reconocer que puede ser difícil pillar el ritmo a The Disaster Artist, pero si lo consigues te garantizo que la experiencia es brutal, y más si has visto The Room antes. Aunque no os preocupéis si no la habéis visto, como fue mi caso, ya que con tener una simple idea de por qué esa película es conocida, ya podéis lanzaros sin temor al filme de James Franco.
Una oda al (mal) cine
Cuando la gente habla de The Disaster Artist, un concepto que se repite sin parar es el de oda al cine, y estoy de acuerdo con su uso, pero con alguna que otra aclaración. Tengo que reconocer que al salir de la sala no encontraba ese homenaje al cine en ninguna parte, simplemente veía la historia de una tarado que, por pura suerte, consigue crear una película que será recordada. Pero luego me di cuenta de que cometí un error, ya que no tenía que buscar la oda en el personaje de Wiseau, sino en el resto de elementos del filme.
Como ya comentaba antes, Greg Sestero es la personificación de todos aquellos que quieren llegar a ser alguien en la industria del cine, un recordatorio de que si quieres algo, tienes que ir a por ello. La actriz que hace de la madre de Lisa en la película también es una representación de esa dedicación incondicional al séptimo arte, una mujer capaz de recorrer kilómetros y kilómetros para trabajar en una película dirigida por un engreido explotador. Incluso la reacción del público al ver The Room puede ser entendida como una oda a la subjetividad del cine, a ese componente mágico que tiene el poder entender una obra de la forma que cada uno quiere. En parte, este último punto me tocó especialmente la fibra sensible, ya que me hizo recordar lo mágico que es que yo pueda estar aquí, expresando mi subjetiva opinión sobre una obra. Y quién sabe, quizás algún día pueda defender una película como The Room y, gracias a eso, alguien la llegue a entender de una forma totalmente distinta.
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