Garth Davis (tras llegar al Oscar con su opera prima, Lion) se une a la causa del Papa Francisco para limpiar la imagen de “la otra María”; dirige María Magdalena, que se propone contar la verdadera historia. A propósito (o no) de la fecha de júbilo, Movistar+ Cine la ha estrenado hace un par de días. Así aprovechamos para hablar de ella.
Misma historia, nueva perspectiva
Siendo la biblia el libro más vendido de la historia es normal que existan docenas de adaptaciones. De hecho, la biblia ha alimentado películas desde la mismísima creación del cine. La historia de Jesucristo es probablemente la que más veces se ha contado. Hasta Mel Gibson contó su propia versión. Al ser un material tan universal, tan conocido, tan antiguo; Garth Davis no se esmera en innovar. Tampoco es necesario. Gran parte de la película (los últimos dos tercios) narrá mucho de lo que hemos visto en cualquier película que pillemos en televisión los días de Semana Santa. La resurrección de Lázaro, la agonía y resurrección de Cristo, etc.
Garth Davis sabe que la historia del hijo de Dios es inmune a los spoilers. Por eso el se afianza en cambiar la perspectiva, no la historia. Parte importante de esto lo logra gracias al guión de Helen Edmundson y Philippa Goslett que introduce el personaje de María Magdalena en una narrativa que hemos visto millones de veces, pero la cuenta a través de ella porque ahora sabemos que María Magdalena siempre estuvo allí.
Hay una escena (muy poderosa) que probablemente sea la mejor; cuando María de Magdala le dice a Jesús que las mujeres no tienen miedo a ser bautizadas sino a la reacción que desate en sus esposos o padres. Acto seguido, Jesús en compañía de María Magdalena y el resto de los apóstoles va a predicar a un grupo de mujeres. Estas mujeres entablan un debate sobre la opresión en la que viven por parte de los hombres que dominan sus familias. Nunca antes habíamos visto algo similar en una película de este tipo; donde las mujeres (básicamente dos: María y María Magdalena), son reducidas a extras con frases.
En así como María Magdalena se desmarca de otras películas, no sólo por incluir a “la otra María” sino porque le da una perspectiva femenina. María Magdalena es menos La Pasión de Cristo y más la teoría narrada por Tom Hanks y compañía en El código Da Vinci.
Sensibilidad para María Magdalena
Desconocidas son las razones por las cuales un día el Papa Gregorio (por allá en los años 500) despertó un día y se propuso calificar de prostituta a María Magdalena. En mil quinientos años el mito se intensificó. En la ficción María Magdalena ha sido descrita como una prostituta, una pecadora arrepentida, una llorona, una mujer con una fortuna mal habida. María Magdalena fue la primera mujer fatal antes de que el término se le achacara a mujeres con características similares en el cine.
Es desconcertante ver esta “nueva versión”. Esa que el Papa Francisco busca redimir y que Garth Davis ha enaltecido dotando al personaje de mucha sensibilidad. María Magdalena es presentada como una mujer que no encaja dentro de los parámetros de su familia (papá, hermano, cuñada); es una mujer que no quiere casarse, mucho menos por conveniencia. María Magdalena se rehusaba a desempeñar el único rol permitido para la mujer hace dos mil años. Ese tal vez fue su único pecado. María Magdalena buscaba sentir a Dios y por ello emprendió un viaje junto a Jesús y el resto de los apóstoles. Para predicar la palabra del Señor.
Esta María Magdalena no tiene nada que ver con las otras versiones que han llevado a la pantalla grande; que incluso ha inspirado canciones. Esta versión es la de una mujer pura, con una fe inagotable.
Cabe añadir que María Magdalena no es el único personaje que el guión de Helen Edmundson y Philippa Goslett sensibiliza. De hecho podemos ver a un Judas Iscariote más humano, que incluso ¿jusgifican? la traición más famosa de la historia. También se atreven a mostrar un Pedro más quisquilloso, un tanto misógino. Mientras que Jesús es mostrado como un mortal con miedo e inseguridades; conocedor de su destino pero aun así temerario a lo que estaba por venir.
Rooney Mara brilla mientras cree y sufre
Algunos recriminan a Rooney Mara su falta de valentía a la hora de apostar por nuevos géneros. La verdad es que no le hace falta. Pocas actrices manejan tan bien el drama como ella. Una vez que vemos los primeros minutos de Mara como Magdalena es imposible imaginar a otra actriz para el rol. Transmite emoción, dolor, miedo; con sólo miradas y gestos. Sería injusto destacar solo el trabajo de Rooney cuando comparte escena con un soberbio Joaquín Phoenix en la piel del Jesús más atormentado que podamos ver. Tahar Rahim también aprovecha para humanizar a Judas e incluso a sabiendas de su fatal destino, podemos simpatizar con él.
Por otra parte Chiwetel Ejiofor como Pedro parece estar en una película completamente distinta. Con gestos exagerados y un acento extraño que desencaja completamente. No está en todo con el resto de la película.
Apuesta diferente
Tal como lo hizo en Lion, Garth Davis aprovecha muy bien los exteriores para trasmitir emociones dentro de determinadas escenas. Gracias al lente de Greig Fraser cuenta con una fotografía muy limpia, con tonos lavanda y pasteles; de hecho brinda “una visión distinta” donde omite el calor o el implacable desierto, recurrente en estas películas. El diseño de producción cuenta con muchos ríos, playas, e incluso da un aura gélida.
La banda sonora encierra esa apuesta delicada, casi poética, con melodías lentas que enaltecen varias de las escenas.
María Magdalena se propone y consigue contar la historia que ya conocemos pero a través de María de Magdala, mientras dota de personalidad a la protagonista y aporta una mirada femenina, más sensible.