Un plan ideal si al igual que a mí, a menudo te satura el estrés de la ciudad y simplemente necesitas respirar. Una excelente opción si te gusta salir a correr o a caminar, pues estarás rodeado de verde y tranquilidad. Excepto cuando escuches a los pájaros carpinteros picoteando los trocos de los árboles o te cruces con alguien que probablemente esté allí compartiendo tu mismo propósito.
Mientras caminaba lo que más me apetecía era llegar a un lugar muy especial. No es que sea ningún secreto entre los berlineses, pero el Pepe me decía que goza de unas magníficas vistas sobre la ciudad. Así que después de subir esta eterna escalera...
¡Tachán, aquí está: bienvenidos a Drachenberg! Me temo que de las pocas montañas berlinesas que hay y encima ni es de verdad. ¡Pero que se va a hacer! Estos 99 metros de altura dan para mucho. Además de ser el punto de encuentro de los aficionados a volar cometas (de ahí su nombre: Drachen = cometa) ofrecen una de las mejores vistas panorámicas de la ciudad.
Pero esto no se queda aquí, ya que tiene mucha historia detrás. A unos metros de aquí, se encuentra la colina Teufelsberg que está presidida por lo que queda de lo que era una antigua estación espia. ¿A qué esto se pone interesante? Se dice que esta colina fue el resultado de la acumulación de ruinas y ruinas de Berlín tras la Segunda Guerra Mundial. El objetivo: ocultar una Facultad de Estudios Técnicos nazi aún sin inaugurar. Pero resulta que lo que parecía una escabechina, se convirtió de repente en un punto estratégico que no se podía dejar pasar. ¡Dicho y hecho! Los británicos y americanos no tardaron en establecerse allí a husmear. Increíble pero cierto, ese edificio blanco y destartalado que véis en la foto de abajo, fue un auténtico nido de espias hasta 1992. Y me temo que la peor de las pesadillas para muchos de los berlineses.
Así que si tenéis la oportunidad, no lo dudéis y pasaros por este lugar tan peculiar. Vistas increíbles y mucha historia se esconden detrás de estas colinas de pacotilla, que a mí entre otras cosas me sirvieron para desconectar, hacer fotos maravillosas además de reconciliarme de una vez por todas con la ciudad.
¿Qué os ha parecido?
¿Habéis estado alguna vez en Drachenberg?
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