Antes de llegar a Berlin tenía una lista de los platos típicos aunque no encontré mucha información… a parte del famoso bretzel
Llegamos a Berlín por la mañana temprano, asi que después de dejar las maletas nos fuimos a desayunar a un bar que ofrecían tartas. Yo elegí una de arándanos (hacía un año que no los comía, ya que cuestan una verdadera fortuna en el caribe) ¡riquísima! Media hora más tarde no podía moverme con el dolor de estómago.
En un par de horas ya me encontraba mejor (aunque decidí no comer ese día), por la noche cené el plato típico por excelencia: la CURRYWURST que es nada más ni nada menos que una salchicha con ketchup y curry. Y el mismo problema, estómago K.O
Llegué a la conclusión que en Martinica todo es tan caro, que me alimento a base de verduras, pescado y carne. Practicamente no como nada procesado (por ejemplo, una bolsa de patatas Lays cuesta casi 4€) y al empezar a alimentarme “normal” mi estómago no lo soportó, así estuve 3 días!
La panaderia mas heavy…. KORN!!!
Otro de los platos típicos es el Schnitzel Holstein, lo pedimos sin tener ni la más remota idea de lo que era, pero con mucha ilusión y curiosidad. ¡Sorpresa! Pollo empanado. ¡Lo que nos pudimos reir!
Más tarde en internet he leído que la carne normalmente es cordero, pero por lo menos a nosotros en todos los sitios que lo pedimos siempre nos sirvieron pollo.
Por supuesto hay muchos platos típicos, pero la mayoría son platos de invierno, muy potentes. Y como ya comenté en entradas anteriores, nuestro viaje coincidió con una ola de calor por lo que no teníamos mucha hambre.
El día que fuimos a visitar el muro llegamos a los ¡40 grados! Por lo que más que comer, buscabamos sitios en los que beber.
¡¡Y en esto los alemanes son unos profesionales!!
Encontramos por casualidad un bar que se convirtió en nuestra zona base, desde fuera puede parecer un bar cutre, hecho con tablas, pero contaba con cerveza a presión en cada mesa, ¡con lo que te podías volver a servirte cuando quisieras!
Otra de las cosas que nos llamó la antención es que si pides “ein Bier bitte” (una cerveza por favor) ¡te sirven directamente una pinta!
Además tenía raciones muy “nutritivas” como nachos con chili o la famosa Curlywurst a muy buen precio.
Sin embargo, lo que más me gustó fueron los mercados de comida, nosotros fuimos a Markthalle Neun y por un par de euros puedes disfrutar de las comidas de diferentes partes del mundo.
En conclusion puedo decir que en Berlin se come muy bien ¡pero se bebe mejor!
Para la próxima y última entrada sobre este viaje… ¡la noche Berlinesa!