1. Reserva una mesa en un restaurante de comida típica alemana
Pero no lo hagas en uno de esos horripilantes que están situados en los puntos más turísticos de la ciudad, sino en uno auténticamente alemán. Mi recomendación es que pruebes algún plato del día en el restaurante tradicional Repke Spätzlerei & Flammkuchen (Bleibtreustr. 46) o cenes en el restaurante Bass (Xantener Str. 9). En verano, os recomiendo la terraza del restaurante Blockhaus Nikolskoe (Nikolskoer Weg 15) con unas vistas de vértigo al lago Großer Wannsee. En el caso de que no conozcas la gastronomía alemana, te recomiendo probar platos clásicos como los Maultaschen (pasta rellena de verdura o carne), Käsespätzle (pasta con queso), Wurstsalat (ensalada fría de salchicha) o el mítico Schnitzel (filete empanado). Si prefieres un ambiente menos formal, puedes visitar algún jardín de cerveza. Mi favorito es el Clärchens Ballhaus (Auguststraße 24), situado en una ruinosa casa de baile. Tampoco te olvides de probar la famosa salchicha berlinesa por excelencia, conocida como Currywurst. Nada espectacular pero sí o sí deberías probarla, porque es lo más característico de la ciudad. No te costará nada dar con algún puesto callejero donde las vendan pero si te gusta ir a lo fijo, te dejo mi local favorito que además es todo un mítico: Biers Kudamm 195 (Kurfürstendamm 195). ¡Buen apetito!
2. Visita alguno de sus mercados semanales (y a poder ser menos populares)
Si hay algo que les gusta a los berlineses es hacer vida de mercado. Y es que como ya os dije alguna que otra vez, en Berlín tenemos nada más y nada menos que 250 mercados semanales diferentes y clasificados por barrios. Yo tengo la gran suerte de tener uno que se pone dos veces a la semana, justo delante de mi puerta. Nunca me lo pierdo porque además de que me gusta comprar productos regionales y de buena calidad, es una buena oportunidad para relacionarse con la gente del vecindario. Aquí os dejo un enlace a un mapa de metro berlinés, que recoge los que parecen ser los mercados semanales más interesantes. Algo que también me encanta visitar, son los mercados cubiertos de toda la vida. El mercado Arminiusmarkthalle en Berlín Moabit o el Rogacki en Berlín Charlottenburg, son de esos al más puro estilo vintage en los que apenas encontraréis turistas. En ellos además de vender comida, también hay un montón de puestos que preparan platos tradicionales de lo más interesantes. Sin olvidar, el mercado Markthalle Neun en Berlín Kreuzberg. De estilo más moderno y algo más turístico pero sin duda uno de mis favoritos.
3. Relájate tirado en el césped de alguno de sus parques
Otra cosa que los berlineses valoran especialmente, son sus parques. Algunos aprovechan para ir a tomar el sol, otros hacen barbacoas y otros simplemente se tiran a leer un libro a la vez que disfrutan de la naturaleza. Aquí en Berlín y después de los largos inviernos que tenemos, valoramos y aprovechamos al máximo cada rayo de sol. Pero ya estáis avisados, ¡hay parques y parques! Algunos muy bonitos y otros súper horripilantes. Y no os sorprendáis, si de repente empezáis a notar que todos a vuestro alrededor están en pelota. Porque muy a mi pesar, el nudismo es algo que no puede ser más alemán. Así que si al igual que yo pasáis del tema, os recomiendo que no exploréis el parque Tiergarten en profundidad. En mi caso, me encanta disfrutar de parques más cuidados como los que forman parte del jardín botánico o cualquiera que se encuentre situado a orillas algún lago. Sin olvidar, las praderas de la montaña Drachenberg (foto 1). Se trata de un punto de encuentro para volar cometas, además de ofrecer unas de las mejores vistas en panorámica de la ciudad. ¡Simplemente espectacular!
4. Disfruta de un café en una terraza (sin perder detalle de la gente que pase)
Una de las cosas que más me llamó la atención cuando me mudé a Berlín, fue la forma que tienen de situar las sillas y mesas en las terrazas de algunas cafeterías. A diferencia que en otras ciudades alemanas, aquí abundan las terrazas en las que las situan directamente hacia afuera. El objetivo es estar directamente de frente a la calle, para así no perder detalle de quienes por allí pasen. Un detalle muy determinante para entender cómo es el carácter de los berlineses, muy reservados pero a la vez muy pendientes. Una de mis favoritas es Coffee drink your monkey (Savignyplatz 11), sin olvidar el renovado Café Kranzler (Kurfürstendamm 18). En sus inicios tenía una terraza en plena calle pero ahora os tendréis que conformar con sentaros (hacia fuera) en alguno de sus bancos de madera. Su toldo de rayas blancas y rojas, es todo un símbolo del Berlín Oeste y aunque ahora se ha convertido en un lugar bastante turístico, os recomiendo pasaros por allí y disfrutar de su ambiente.
5. Compra una entrada para ver una película en versión alemana
Claro que para llevar a cabo este plan, es imprescindible tener unos conocimientos bastante decentes del idioma alemán. Mi debilidad es el cine Zoo Palast (Hardenbergstraße 29A), prácticamente recién renovado pero que conserva sus aires retro y vintage de los años veinte. Tiene unas salas estupendas, de esas con sillas reclinables de cuero y hasta con camareros que te sirven directamente (claro, dependerá de la categoría de tu billete). Otro cine que tengo en mi barrio y que también sigue conservando el estilo antiguo de cuando se inauguró, es el cine Delphi Filmpalast (Kantstraße 12A). Una buena forma de conocer un montón de estas salas míticas de cine berlinesas, es asistiendo al Festival Internacional de Cine de Berlín más conocido como Berlinale. Se celebra cada año en febrero y en él puedes disfrutar en exclusiva, de películas internacionales en las salas de los cines y teatros más espectaculares.
Pero vamos que si os queréis meter de lleno en eso de pasar por berlineses, hay algunas cosas bien fáciles que podéis poner en práctica. Ser directos es una de ellas, porque si por algo se caracterizan los berlineses es por decir siempre lo que piensan de una manera agresivamente directa. A diferencia que en otras partes de Alemania aquí gritan bastante y precisamente, no es que hablen el alemán de la manera más correcta. Pero a estas alturas ya no me sorprende nada y la verdad, ¡a veces hasta me hace gracia! Porque creo que con todo lo que han tenido que vivir los habitantes más veteranos de esta ciudad, como mínimo tienen derecho a ser desconfiados, quejarse de lo que les venga en gana y opinar por opinar. Pero ya os aseguro que en cuanto cogen confianza, cambian radicalmente y se convierten en un encanto. Eso sí, tendréis que tener paciencia porque hasta que llegue ese momento pueden llegar a pasar años.
¿Qué me decís? ¿Conocéis o vivís en Berlín? ¿Vais a poner alguno de estos planes en práctica? ¿Os gustaría añadir alguno más a mi lista? ¡Espero impaciente vuestros comentarios!
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