Nunca me habría imaginado que un hábito tan simple como mercadear, podría mejorar tanto nuestro bienestar. Vamos, lo que normalmente se conoce como hacer la compra en el mercado semanal de toda la vida y tirar lo mínimo posible de supermercado. Un hábito que venimos haciendo desde hace bastante tiempo pero consecuentemente desde el último verano. Una rutina más que nos negamos a abandonar y que hacemos dos veces por semana justo después de desayunar. Un paréntesis de esos que te hacen desconectar y coger aire fresco, para después ir con las pilas bien cargadas a trabajar.
Tenerlo prácticamente enfrente del portal es pura practicidad. No es que sea enorme pero cumple con un requisito que para mí es esencial, ya que es ecológico y regional. ¡Estaríamos locos si no viéramos las ventajas de aprovechar esta oportunidad! Antes de bajar, nos encanta asomarnos a la ventana para averiguar si están todos o si ese día falta alguno de nuestros puestos imprescindibles a visitar. Si es viernes, cruzo los dedos para que no falte la panadería donde compramos tarta y pan artesano. Y si es martes, espero con ansias al floristero para renovar mis composiciones de flores en mis múltiples jarrones.
Y es que para mí, ¡cuidarme es un asunto clave! Y a ello me ayuda mucho, consumir casi exclusivamente productos frescos y de calidad. Sí, yo soy de esas que se lee al detalle las etiquetas y que apuesta mucho por eso que aquí llamamos "bio". Y estoy segura de que este hábito, es el máximo responsable de encontrarme tan bien, a pesar de estar pasando por un momento tan delicado.
Pero no os vayáis a pensar, porque esto de hacer vida de mercado da para mucho más. Nos encanta codearnos con la gente del barrio y disfrutamos mucho apoyando al pequeño comerciante. La relación que se crea con ellos acaba siendo bastante familiar y claro, ¡así da gusto bajar a comprar! Al final, acabas conociendo a todo el mundo y hasta saben lo que quieres comprar antes de hablar. Siempre te reciben con una sonrisa nada más verte llegar. Y la verdad, en una ciudad como Berlín eso no está nada mal y para que engañarnos, ¡tampoco es lo normal!
Mi amor por mi mercado de barrio es tal que si un día me lo pierdo, ¡hasta lo echo de menos! Y os preguntaréis, ¿qué suelo comprar? Pues básicamente hortalizas, frutas y verduras. Es increíble el sabor que tienen y lo que disfrutamos de ellas en nuestras comidas diarias. Cada estación son diferentes, y me encanta ver como van variando temporada tras temporada. También disfrutamos de huevos de casa, quesos feta y olivas de infinitos tipos. ¡Y hasta bocadillos de pescado recién hechos! Y por supuesto, de las delicatesen italianas que ponen el toque de sabor a nuestros fines de semana. Son de Alpe Adria, una empresa joven que llevan dos chicos muy majos. Entre otras cosas venden riquísimos quesos y embutidos italianos. Aquí os dejo el enlace con la lista de mercados berlineses semanales que normalmente visitan y donde podréis encontrarlos.
¡Y claro! Es en el mercado, donde compro esas flores que suelo enseñaros taaaaanto. Me entusiasma un montón observarlas y elegir un montón de ramos diferentes para después trabajar con ellas y combinarlas en ramos. Justo ahora es época de tulipanes, mimosas y narcisos. Mi floristero debe notar tal pasión, porque a veces me añade algún ramo gratis de sorpresa y compre lo que compre, siempre me las cobra a precio de ganga. ¡Y esto al Pepe le hace mucha gracia!
¿Qué me decís? ¿Os imaginabais que en un lugar como Berlín, se podía hacer vida de mercado? ¡Pues sí! Tenemos nada más y nada menos que 250 mercados semanales diferentes, y la gran mayoría son de productos ecológicos. Aquí os dejo un enlace a un mapa de metro berlinés que recoge los que parecen ser los mercados semanales más interesantes. Ya me diréis si alguno de ellos os pilla a mano, si compartimos hábito y si creéis o no, en esto de los beneficios que aporta hacer vida de mercado.
¡Espero impaciente vuestros comentarios! Y como siempre os espero en Instagram, donde comparto mi día a día y un montón de recomendaciones más. Y justo hoy, celebraré por todo lo alto que es el Día de la Mujer: ¡un nuevo festivo berlinés!