Roma como siempre he dicho, es un lugar capaz de resumir en pocas semanas toda la historia del mundo reflejado en esculturas, pinturas o arquitectura. Cuántas horas se necesitan para poder acumular tanto saber y tanta belleza en una sola ciudad¡¡. Es única en el mundo; lo es por mérito personal, quizás porque todos los artistas y la gran civilización que la presidió quiso poner sus cimientos hermosos en el mismo suelo. Museo de arte, compendio de historia, largo peregrinar por todas las facetas de la mano del hombre. Pero sin embargo Roma tiene algo que la hace brillar muy por encima de los demas lugares. No quiero pecar de religiosa, solamente de amante del arte; es en virtud de ésto, que hay reconocer que el Vaticano y su plaza es un lugar mágico, lleno de unas vibraciones extrañas que te hacen sentir especial cuando tus ojos contemplan el mayor templo de la humanidad. Como dije anteriormente, dejemos la religión a un lago y estudiemos solamente las obras de arte por lo que representan y por la firma que las acompaña en este catálogo especial que es el Vaticano en sí mismo.
La Basílica es la más grande el mundo, y tal como la vemos en la actualidad es el mayor lugar y el más hermoso emblema del renacimiento y del barroco, y aunque a sus espaldas tiene una larga historia que se inicia en el 319 cuando fue el emperador convertido al cristianismo Constantino, quien la ordena construir con base a que allí precisamente se encontraba enterrado Pedro, el pescador, la piedra sobre la que se edificó la Iglesia de manera metafórica. Allí se levantó la Basílica primitiva con cinco naves. Pero fue con la llegada de los papas refugiados en Aviñón cuando comienza el declive de este antiguo templo hasta llegar a su destrucción casi total.
Cuando la jerarquía de la iglesia volvió al Vaticano, se hizo necesario la construcción de una nueva Basílica; y fue bajo el pontificado de Nicolás V (1455) cuando se acometió la restauración, comenzándose por el coro. Pero la falta de medio hicieron que la aventura se viese parada en diversas ocasiones. Julio II (1503-1513) fue el hombre que llevó a cabo la gran obra. Comenzó por demoler la antigua obra y designó a Bramante para que el 18 de abril de 1506 comenzara la nueva planta pontificia. Los planos se levantaron con una iglesia de tres naves cubiertas por cúpulas sobre la famosa planta de cruz griega. Bramante podemos decir que puso la base a las grandes edificaciones que vendrían posteriormente a completar la inmensa obra que hoy en día podemos observar.
Rafael, fray Giocondo, Sangallo, Baldassare, fueron unos pocos de los que resaltaron el gran templo del resto de iglesias romanas y fue en 1547 cuando las obras de Miguel Ángel se centró en la grandiosa cúpula cuyo tambor estaba ya concluido el año de su muerte en 1564, aunque los trabajos fueron continuados por Vignola, Pirro Liborio y della Porta. El Concilio de Trento y todas sus conclusiones llevaron a una definitiva modificación del proyecto bajo el reinado de Paulo V (1605-1621), en la que se le dió al templo la longitud de cruz latina y fue en el año 1614 cuando se concluyó la fachada. Más tarde, en 1629 Bernini inició la construcción de los campanarios, 30 años después se concluyó la obra por la que se reunificaron todos los edificios que hasta el momento habían estado dispersos y sin conexión. Y fue por fin en 1799 bajo el reinado de Pío VI cuando al añadirse la sacristía, el conjunto del Vaticano se puede considerar como un momento unitario y conformado en gran estado (aunque pequeño en dimensiones) de la iglesia católica.
Qué nos podemos encontrar hoy?. Quizás una obra que se sale de los límites de la realidad. jamás se pudo contemplar tal derroche de arte en un solo monumento, y aunque seamos consciente de las dimensiones de éste, se nos antoja descomunal en todos los aspectos.
La fachada de San Pedro es colosal, compuesta por dos pisos, el inferior y el superior y un elevado ático que divide la fachada dándonos unas dimensiones engañosas de su anchura. La fachada es obra de Carlo Maderno, que también levantó las puertas altas y las rectangulares alternándolas todas ellas con puertas bajas y redondas que se abren al pórtico de la basílica o como vulgarmente se llama, Plaza de San Pedro. Dentro de esta fachada hay que destacar la ventana principal que está resaltada con un frontón triangular con tres ejes centrales. El Papa imparte su bendición Urbi et Orbi desde ella y allí también es presentado el nuevo Papa a los fieles que se congregan en la plaza en espera de su nombramiento. Las estatuas monumentales se asoman desde la parte superior a la plaza, la figura de Jesucristo y los 12 apóstoles. En el siglo XIX se añadieron los dos relojes.
Cinco son las puertas que dan acceso al interior del enorme pórtico, allí se levantan las dos figuras majestuosas de Carlomagno obra de Cornachini de 1730, y la del emperador Constantino obra de Bernini que data de 1670. El fragmento de Giotto de las antiguas puertas de San Pedro se encuentra también en este vestíbulo especial. Otras cinco puertas nos dan acceso a la basílica. La de la derecha o Porta Santa sólo se abre en los años de Jubileo , la del centro es de dos batientes obra del florentino Fillarete de 1433 que estaba destinada a la antigua Basílica. Y la mas llamativa es la de la izquierda, que se llama Porta delle Morte que data de 1964, obra de Manzú.
Una vez dentro de la Basílica lo primero que notamos es que la grandiosidad de la misma ha sido disimulada con una adecuada distribución de sus espacios. Todo sigue unas proporciones tan perfectas que ese desmesurado espacio se nos antoja mucho más pequeño. Para la realización de este espacio, Maderno se basó en los proyectos de Miguel Ángel para el espacio de la cúpula. Levantó cuatro arcadas y sobre ellas puso grandes ventalles para la distribución de la luz. Más tarde Bernini hizo las incrustaciones de mármol y los medallones en la que están colocados los Papas y los fundadores de las órdenes religiosas que ocuparon su lugar en los nichos de los pilares pasado el siglo XVIII.
Después de recorrer su hermoso pasillo central que no es otra cosa que la parte más larga de su cruz arquitectónica, llegamos al lugar que nos deja maravillados con su colosal estructura: la cúpula, obra de Miguel Ángel pero que tiene su basamento en las obras de Bernini quien puso las 16 ventanas y el tambor para dar gran luminosidad al templo. El borde inferior de la bóveda proclama la frase “Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia y te daré las llave de los cielos”. Muchos mosaicos, obras de Cavalir d´Arpino de 1568 y la totalidad de la cúpula que representa el reino celestial.
Los nichos de los pilares de la cúpula están ocupados por cuatro estatuas de dimensiones colosales. Más de cinco metros productos del siglo XVII que representan a La Verónica, Elena, madre de Constantino y Longino que traspasó con su lanza el costado de Jesús y Pedro y en su parte superior de encuentran sus reliquias que se exponen al público en los días señalados para ello. En el centro de la Basílica está el Baldaquino creado entre 1624 a 1633 por Bernini, todo en bronce que sirve como altar mayor y que está ubicado sobre la tumba de Pedro. Los zócalos tienen el blasón de la familia del Pontífice Urbano VIII y de allí parten las cuatro descomunales columnas que sostienen el baldaquino con el globo terrestre y la cruz. Obra barroca de Bernini, que para conseguirla, el Papa ordena que se fundiesen los revestimientos de bronce del techo del vestíbulo del Panteón .
Para servir de fondo al baldaquino, Bernini construyó en bronce en 1656 hasta 1666 la estructura donde está la reliquia más querida de la basílica. La silla papal o Cátedra Petri, traducido como la silla episcopal de San Pedro. representa un sillón sostenido por cuatro ángeles con las insignias pontificias y una aureola que rodea la ventana oval de alabastro con la paloma del Espíritu Santo.
En el ábside de la Basílica se encuentran 23 sepulturas de los papas. A la derecha de la cátedra de San Pedro podemos encontrar el monumento sepulcral de Urbano VIII, proyecto y obra de Bernini y que se fijó mucho en el sepulcro de Paulo III para que ambos tuviesen una conexión lógica en cuanto a términos arquitectónicos. Ambos tienen estructura piramidal y ambos papas se encuentran sentados en la zona superior. Sin embargo Bernini se diferencia de della Porta, autor del sepulcro de Paulo III, en no representar al papa como un anciano, sino como una figura triunfal con la mano derecha alzada.
En la parte derecha de la nave central justo en el pilar de Longino nos encontramos a San Pedro, obra de Di Cambio en la que el apóstol conserva en su mano izquierda las llaves del reino. Si tenemos tiempo, podemos tener una experiencia bien agradable, puesto que si besamos sus pies recibiremos el deseo.
Ante la Piedad de Miguel Angelpies, observaremos como parece bendecirnos y mirarnos a los ojos.
La primera capilla de las muchas que se encuentran en la basílica; precisamente en la situada a la derecha, nos encontraremos con el tesoro más cuidado del templo, la Piedad de Miguel Ángel, que naturalmente y después de haber sido objeto de intento de destrucción hace pocos años, se encuentra en la actualidad protegida por un cristal contra golpes. Este vidrio de seguridad quizás le quite mucho de su maravillosa realidad, pero tenemos que conformarnos con lo que tenemos. Es también la única escultura que lleva la firma del autor, Miguel Angelus Bonarotus Lorent Faciebat. Su destino primario fue el sepulcro del cardenal francés Bilhéres en la antigua basílica, pero hoy ocupa un lugar especial aunque en opinión de los expertos demasiado elevado para observarla debidamente.
En uno de los pilares de la nave central encontramos otra obra maestra, aunque esta vez es del cuatrocientos; el monumento funerario en bronce de Inocencio VIII, obra de Antonio del Pollaiolo del año 1498 y que constituye el único sepulcro papal que fue traslapado desde la antigua basílica a la nueva.
Dentro de lo que es la basílica podemos tener acceso también al Tesoro de San Pedro, situado junto a al sacristía; donde destacan piezas muy importantes que conforman el tesoro de la Iglesia. Quizás la más célebre sea el sarcófago de Junnius Bassus, que murió en el año 359 a los 42 años; está tallado en un solo bloque de mármol y constituye un especial monumento iconográfico y un testimonio interesante de la arqueología cristiana; destaca también dentro del Museo, el sepulcro realizado en bronce de Sixto IV que procede también de la antigua Basílica. Una obra de Pollaiolo, realista, que refleja los rasgos de la muerte de un dirigente de la iglesia que con energía ejerció su poder papal. La escultura está acompañada con un grupo iconográfico, los relieves que están puestos a su lado reproducen las personificación de las virtudes y los diez registros pictóricos de las pared inferior, personalizan las artes liberales.
Quizás estas sean las maravillas más importantes de la basílica; sin embargo conviene hacer un recorrido general para observar de manera personal las dimensiones, la forma en que están colocados todos los elementos dentro de este templo magnífico que reúne el arte de los mejores artistas del renacimiento y comienzos del barroco. Conviene descansar el cuerpo mientras la mirada se pierde por sus dimensiones desmesuradas, o bien contemplar la Piedad desde un lugar alejado, quizás quitada su grandiosidad por las urna que la protege desde el ataque recibido. Quizás también seamos víctima de esa grandiosa sensación de mareo ante un espacio tan grande… quizás nos convirtamos en fieles devoto de la fé o admiradores del arte hasta la médula.
Horarios: Basílica de San Pedro 8.30 H a 17.00H.
Si tenemos interés en asistir a misa también podemos anotar que estos son los horarios de las mismas:
8.30 h.-9,00 -10,00-11,00-12,00-17,00h.
DAMADENEGRO 2008
Datos de registro
Identificador: 0907024072863
Título: vaticano
Fecha de registro: 02-jul-2009 15:44 UTC
Autor: damadenegro
Tipo de obra: Literaria, Narrativa, Ensayo