Lo bueno del norte es que por muchas veces que hayas ido, siempre descubres un rincón nuevo, un acantilado, un camino escondido o una puesta de sol espectacular, como fue el caso este verano. La Ermita del Remedio es una pequeña iglesia en medio de una montaña verde que se ve desde la playa de Comillas. Ubicada junto a un acantilado, ofrece, a un lado, un paseo precioso que bordea el mar, y al otro unas vistas espectaculares de la puesta de sol.
Ya había estado allí otros veranos, paseando por la carretera poco transitada que recorre la costa. Este año dimos el paseo casi ya tradicional, disfrutando del olor a campo, las vacas y el silencio (bueno, todo el silencio que puedes tener cuando vas con niños). A la vuelta, nos encontramos un pequeño restaurante junto a la Ermita con mucho encanto, donde decidimos quedarnos a tomar algo antes de volver a casa.
Y entonces, una luz rosada empezó a teñir el ambiente, el atardecer se hacía presente entre las ramas secas de los árboles sin remedio. Toda la gente que hace un minuto se repanchigaba en su asiento, se había puesto de pie cámara el mano para contemplar el espectáculo...
Y así una excursión de un día cualquiera, se convierte en un día especial de la forma más inesperada. Este día mis chicos me hicieron un regalo espectacular. Podéis buscarlo en mi Instagram ;)
Habéis descubierto algún rincón especial este verano?
Un abrazo!!
Fotos: Sara González Carrasco .