Antes de asistir al visionado del pase del jueves (por lo visto hubo otro pase ayer) he leído brevemente las primeras opiniones que han encendido las redes sociales y no han dado tregua al film. Lo han puesto a parir y marcado con puntuaciones realmente bajas, y hablamos de páginas con cierto renombre y caché.
Es cierto que no estamos ante la película del siglo, pero no entiendo las críticas tan negativas y varapalos iniciales que se está llevando, se aplauden auténticos despropósitos. Y no me parece que lo que nos ofrece Kurzel y su equipo entre en esa liga.
Nunca he llegado a jugar a ninguna entrega de la extensa saga (completada con un amplio de libros y novelas), más que nada, porque cuando Ubisoft sacó el primer videojuego de la saga, mi pasión por el mundo de las consolas ya había decaído casi por completo.
De manera que mis referencias no van más allá de cuatro detalles estéticos que se pueden apreciar en la multitud de imágenes y videos que plagan la red o las revistas. Y por lo visto, el mundo de fantasía y realidad barroca converge en el film con la presteza de las imagenes del juego. Pero no seré yo el que ponga en tela de juicio, o defienda a capa y espada la fidelidad del film con el videojuego en su apartado argumental, que ahí si que desconozco.
Gracias a una tecnología revolucionaria que permite el acceso a los recuerdos genéticos, Callum Lynch revive las aventuras de Aguilar, un antepasado suyo que vivió en la España del siglo XV. Así descubre que es descendiente de una misteriosa organización secreta, los Asesinos, y que posee las habilidades y los conocimientos necesarios para enfrentarse a la poderosa y temible organización de los Templarios en la época actual.
Nos encontramos ante un apartado del film presumible con galones y estrellas sobre el hombro. Un laborioso y elegante trabajo por parte de un equipo técnico y diseño de producción muy fieles a lo que he visto en imagenes y videos. Y aunque, como casi todo el cine actual, el film se nutre y ayuda constantemente de efectos digitales, el resultado es fantástico.
Tengo la sensación que al escribir el guión pensaron que todo el mundo había jugado, al menos a la primera entrega.
Es probable que los que no hayan jugado nunca, como un servidor, se sientan excluidos por momentos durante la trama, sobre todo, al principio del film que empieza muy a saco sin demasiadas explicaciones.
La combinación entre el mundo real y el espiritual es de lo más extraña. Y si bien ésta termina cobrando coherencia en la mente del espectador virgen en la batalla entre templarios y el credo, su desenlace es resuelto con la misma celeridad del inicio. Otro momento en que parecen haber contado con que hayas testado al juego.
Si dividimos la película en tres tramos, el central, cuando el personaje principal interpretado por un soberbio Michael Fassbender, acepta su misión y destino, sería el más interesante. Momento en que levanta el vuelo. Además, es justo cuando el primero de los tres segmentos empieza a aburrir.
Pero lo que más me gusta de Fassbender es que no se encasilla, ahí tenemos papeles como el de Shame donde demuestra que es algo más que un simple actor del montón.
Fassbender no muestra su mejor faceta interpretativa, en Assassins Creed, pero creo que se hace rápido con la esencia de su personaje. Entre el resto del reparto tenemos dos voces cantantes, Marion Cotillard (Inception), poco hay que decir del talento de la preciosa actriz, salvo su sobreactuada muerte en TDKR. Su personaje de científica no es memorable, pero cumple bien.
En cuanto a Jeremy Irons, caído en el olvido injustamente, se ve venir la evolución del personaje, más que por su propia interpretación, correcta sin más, por cuestiones del guión. Trabajos como Inseparables de David Cronenberg o La jungla de cristal: La venganza de John McTiernan avalan su talento en papeles como el que aquí desarrolla, pero repito, por cuestiones de guión no se aprovecha del todo su personaje.
La celeridad con que arranca el film al ritmo de las perfectas coreografiadas escenas de acción, pierde algo de intensidad con alguna secuencia central.
Existe una falta de equilibrio en dicho aspecto, unas veces corre mucho y otras va demasiado lento. Pero pasado el periplo inicial en el que no tenemos detalles, la historia coje forma. Dichas escenas de acción, a pesar del frenético ritmo que nos ofrecen, siempre tienen la cámara donde debe estar, aprovechando el mejor ángulo posible.
Si que es cierto, que en algún segmento hay un pequeño bajón, pero se levanta con agilidad. Su mensaje tremendamente moralista sobre la violencia del ser humano (ojo! no sé si es la propia esencia del videojuego, en ese caso habría que perdonarlo) le pasan factura a la historia que termina contando.
En efectos especiales da perfectamente el pego, no se muestra excesivamente digital en cuanto a texturas ni decorados, ni siquiera en los planos aéreos. Lo único que se muestra como puro CGI es la infografía que aúna el presente y pasado en el interior de la sala donde el Animus, la máquina de realidad virtual en la que Callum Lynch reparte golpes de cuchillo como si lo hubiese hecho toda la vida.
En cuanto a la banda sonora Jed Kurzel (Babadook) presenta un score de epicidad bastante moderada, pero correcta con la época y sus localizaciones, Madrid y Sevilla. Y la fotografía de Adam Arkapaw de tonos áridos concuerda muy bien con la presencia inquisitiva de dicha época. Ambos forman parte del equipo que trabajó con Kurzel en Macbeth, y eso denota cierta compenetración.
En resumen Assassin’s Creed es una película bastante correcta, que con una historia mejor elaborada, pensando en el público ajeno al juego y, aprovechando mejor sus personajes principales, con los que cuesta empatizar debido a la celeridad con la que arranca la historia, podría haber sido una memorable obra. Aunque, seguro que muchos de los consoleros sabrán apreciar virtudes y guiños que realzará su opinión ante una película que de por sí me parece muy correcta.
Fuente: este post proviene de Cinefilias Ocultas, donde puedes consultar el contenido original.
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