Tras la muerte de éste, la familia decide trasladarse a París, donde el joven Eugène Delacroix se vería enormemente influenciado por la reciente apertura de uno de los museos más sobresalientes del mundo, el Louvre.
Gracias a las visitas, casi diarias, que realizaba a la prestigiosa galería de arte y a sus estudios en el Liceo Imperial, Eugène Delacroix pudo aprender las técnicas procedentes de artistas de la talla de Rubens o Rembrandt. Sin embargo, su espectacular estilo a la hora de plasmar los paisajes lo obtuvo de su etapa en Inglaterra, concretamente, de la mano de John Constable.
Otro de los elementos que hacen destacar a Eugène Delacroix del resto de pintores de su época, es su visual sentido de la luz, la cual fue aprendida en sus viajes por el norte de África. Para cada nuevo recurso que necesitaba dominar emprendía una travesía para conocerla de las mejores fuentes existentes. También se nutrió del conocimiento de los escritores Alexandre Dumas o Victor Hugo, entre otros y de los músicos Niccoló Paganini y Frédéric Chopin, a quien realizó un retrato.
Sus desarrolladas cualidades le permitieron crear cuadros tan fascinantes como 'La muerte de Sardanápalo', con unas dimensiones de 392 x 496 centímetros; el notable lienzo de 'La barca de Dante', inspirado en la divina comedia; el bello 'Grecia expirante entre las ruinas de Missolonghi' o su obra culmen, 'La Libertad guiando al pueblo'.
Su maestría a la hora de componer y trazar sus diseños influenció en gran medida a las generaciones posteriores, como sucede con el aclamado Vincent van Gogh, quien sintió admiración por la luminosidad de sus trabajos. A día de hoy, gran parte de su colección se puede visitar en el museo parisino donde comenzó sus estudios.
¿Y tú, qué obra de Eugène Delacroix destacarías?