Encontré varios libros que espero formen parte de mi estantería en poco tiempo. Pero antes me gustaría contarte una de las mejores formas de viajar. Entre varias opciones me gustó más Tu billete: ese amigo que sabe de viajes.
Lo primero que llamó mi atención fue la página web que es muy fácil de usar. Así consigues de manera honesta y transparente los mejores precios. Te puedes poner en contacto con ellos en cualquier momento vía mail o teléfono.
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Estos son las tres escritoras que elegí y me encantaría leer en las playas de Canarias con un mojito. ¿No te parece una buena idea disfrutar de la literatura en su hábitat natural? Pues aquí van mis obras, ya solo falta sacar el billete.
Olga Rivero Jordán nació en La Laguna (Tenerife) en 1928. De formación autodidacta, fueron claves sus visitas cotidianas a la biblioteca del Instituto de Canarias. Entre sus antecedentes familiares se encuentra el lingüista y literato José de Anchieta. Olga Rivero Jordán trabajó como telefonista y tuvo una adolescencia difícil por la situación económica y social de su familia, marcada por el desgarro franquista. Su padre, Luis Rivero, primer teniente alcalde del Ayuntamiento de La Laguna, fue preso gubernativo hasta su liberación, realizó trabajos forzados, pasó por la prisión de Fyffes y se le incautaron varias fincas y propiedades, lo que marcó sensiblemente a su familia.
Al visitar a su hermano Joaquín, maestro en Los Llanos de Aridane (La Palma), Olga Rivero Jordán conoció al músico y trabajador de la banca Mariano Luis, con quien contrajo matrimonio. Su vida experimentó un giro a su vuelta a Tenerife a mediados de los 70, donde poco a poco lograría entregarse a su pasión poética.
Por estos años inició una tertulia en el Ateneo de La Laguna con poetas jóvenes y comenzó a publicar sus textos en las revistas Artymaña, El buey de las estrellas, Campus II, Aquel Viejo Noray, Taramela, Menstrua Alba, Poesía (revista venezolana de poesía y teoría poética de la Universidad de Valencia, Venezuela), El Taller, El Vigía, así como en los diarios La Tarde (Revista Semanal de las Artes), Diario de Avisos, El Día y La Gaceta de Canarias (Gaceta de Arte y Literatura). Aparece en la última antología de poetas canarios editada por el Ateneo Obrero de Gijón (Asturias) y en Antología de la Poesía Canaria de Antonio Arroyo y Domingo Acosta Felipe para la revista Isla Negra nº 202. A su vez, la revista especializada Orizon Literar Contemporan tradujo al rumano una selección de sus poemas. Actualmente goza de gran divulgación en Latinoamérica gracias a autores simpatizantes de su obra que la han hecho llegar a Chile, Venezuela, México y Argentina.
Cesarina Bento nació en Agulo (La Gomera) a comienzos de 1844 en el seno de un núcleo familiar acomodado que se marchó a Cuba cuando era una niña. Allí permanecería casi una década e iba a recibir las enseñanzas del ilustre educador José Cipriano de la Luz Caballero. En 1863 la familia Bento regresa para instalarse de nuevo en el enclave norteño gomero, donde nuestra protagonista se casaría en 1870 con un primo suyo: el poderoso y conocido político local Leoncio Bento, con el que tuvo varias hijas. La poeta morirá en 1910 en el mismo lugar de nacimiento.
Empezó a escribir desde muy joven un cuaderno íntimo en el que se pueden leer textos de diverso tipo. Entre ellos se encuentra la mayoría de los poemas de Cesarina Bento que hoy conocemos, frutos sobre todo de su periodo juvenil, previo al matrimonio (es probable que su casamiento le hubiera forzado a dejar de escribir, lo que también sucede a otras líricas insulares coetáneas como Victoria Ventoso). La escritura de Bento presenta un estilo de corte evidentemente romántico, cercano al romanticismo hispánico, especialmente a la figura de Gertrudis Gómez de Avellaneda. Se muestran algunos elementos insulares (cubanos y canarios) en diversos modos estróficos, y siempre regados de sentimiento religioso. Su lírica algo catastrofista está invadida por un particular sentimiento de culpa, del que es un claro ejemplo su poema más conocido: “El asesino condenado a muerte”. La artista siente una notoria inclinación hacia los sujetos indefensos (su madre enferma, el condenado, la enamorada desdichada…): digamos que practica un romanticismo intimista que –por identificación o proyección personal– se une a una cierta crítica social.
Cesarina Bento Montesino es una de las primeras mujeres creadoras de la poesía canaria. Además, se trata no solo de quien inaugura la escritura hecha por mujeres en La Gomera, sino incluso de la firma primera, con nombre propio, del arte literario gestado desde esta realidad insular concreta.
No parece que su dedicación fuera otra diferente a la de la mayoría de las mujeres de la época, o sea, la de ser mujer de su casa; incluso formando parte de una familia con evidentes recursos económicos que le daría la posibilidad de formarse. Por lo que se sabe hasta ahora, todo indica esto que decimos, especialmente a partir del instante en que se casa con el potentado Leoncio Bento. No sería raro interpretar, en este sentido, que en la intimidad tuviera cierto poder de decisión sobre las actividades de su marido, más que nada si pensamos en lo que conocemos de su cosmovisión vital a través de la escritura realizada antes de casarse, donde ciertas ideas políticas liberales y republicanas no le eran ajenas (como se refleja en el poema “¡Libertad!”).
Natalia Sosa Ayala nace en Las Palmas de Gran Canaria el 27 de marzo de 1938. Hija del escritor Juan Sosa Suárez se crió en un ambiente de amor a la cultura y las letras y de compromiso social e intelectual. Pronto empezó publicar en la prensa local sus primeras composiciones y con tan solo 17 años publica su primera novela Stefanía.
En 1956 empieza a colaborar de forma activa con las revistas Guiniguada y Mujeres en la isla con poemas, cuentos, crítica literaria y artículos de opinión.
En 1961 se traslada a vivir a Inglaterra y será a su vuelta en 1963 cuando vea la luz su segunda obra Cartas en el crepúsculo una atípica novela. En 1970 comienza a trabajar en el colegio Claret con cuya colaboración publica su primer libro poético 1980, Muchacha sin nombre , un año más tarde aparece su segundo poemario Autorretrato que la consolida como una de las voces más originales y profundas de la literatura canaria del momento. En 1992 aparece Diciembre su tercer poemario En 1996 publica en Las Palmas su libro Desde mi desván y otros artículos. Neurosis. Cartas conjunto de confesiones, reflexiones, recuerdos y artículos de prensa.
Cuando es sombra la tarde es su último poemario, 1999 y ya de forma póstuma aparece Los poemas de una mujer apátrida como un compendio que la autora realiza de todo lo que supone su trayectoria vital y poética. Su producción literaria va de la mano de una intensa labor como colaboradora en las secciones de opinión del periódico La Provincia donde deja patente su compromiso con la realidad social.
Natalia Sosa muere en la misma ciudad que la vio nacer en el año 2000. Su producción como escritora, donde lo social y lo personal, lo real y lo más íntimo se funden en una perfecta unión a lo largo de su vida, no está suficientemente reconocida.