He sido jugador de fútbol, y en los últimos días, casi diría que meses de Tata Martino en el banquillo, me ponía a imaginar qué ambiente se podría estar viviendo en el vestuario. La presencia del argentino en sala de prensa, daba paso a un mensaje lúgubre, triste y de fracaso. Con la melancolía como imagen de fondo, no dejaba de venirme a la cabeza el mensaje del famoso libro de Milan Kundera, “la insoportable levedad del ser”.
Daba la sensación de que ya no se aguantaba ni a sí mismo, y cómo respuesta a esa desazón, dejó que la inacción fulminara su trayectoria. Una trayectoria que empezó en forma de bombero, y que acabo casi con cara de enterrador. Una trayectoria, que según mi parecer, debió poner fin mucho antes, dejando paso a cualquiera que se viera con ánimos de afrontar con optimismo y ganas, el tramo final de la temporada.
Imaginaba, decía antes, a sus jugadores, sentados en el vestuario, escuchando sus consignas. Imaginaba el tono de su voz, la empatía de su mensaje. Y se me hacía imposible visualizar una imagen de complicidad, una imagen de esfuerzo, de superación, de pasión. En definitiva, veía imposible que tras la consabida charla pre-partido, el once titular embocará el tunes de acceso al campo “como motos”.
Ayer, en el primer acto de Luis Enrique cómo entrenador azulgrana, yo también vi lucir el mismo sol al que él se refería en rueda de prensa. Esa imagen de un día, que empieza con el astro rey alzándose majestuosos sobre el cielo de la ciudad, sirve como metáfora para evocar el inicio del nuevo ciclo que ayer se puso en marcha.
Tardó poco el asturiano en ponerse en el bolsillo a todos los presentes. Con un mensaje “siempre positivo”, evocando anteriores épocas azulgrana, daban ganas ya de dejar atrás todo lo vivido esta temporada. Daban ganas incluso de dejar atrás un verano que todavía no ha comenzado, y empezar a ver que nos deparará este nuevo equipo.
Y digo nuevo equipo no ya por los refuerzos que puedan llegar, sino por el diferente talante que casi parece seguro que le imprimirá. No sé si jugaremos al ataque, o reforzaremos la defensa. No sé si tendremos un nueve puro, no sé el dibujo que mostrará, pero casi puedo asegurar que al menos veremos intensidad. Sí casi me dieron ganas de ponerme ayer las botas y saltar al césped a jugar!!!!
Ilusión es lo que nos hace falta. Ilusión que deje atrás estos años post Guardiola, en los que poco a poco hemos ido perdiendo pedacitos de una gloria que tantos años nos había costado conquistar. Motivación es lo que necesitamos. Olvidarnos del pasado y pensar en que el presenta es la época que nos toca vivir.
Y la primera decisión del nuevo líder del vestuario, decidiendo prescindir de todo el actual staff técnico me parece que va en ese camino. No quiere ver a nadie en el campo que recuerde estos últimos días. No quiere ver a nadie cerca que haga que un jugador levante la cabeza, y vea un rostro ya conocido que le transporte a esta triste etapa que les ha tocado vivir.
Luis Enrique ha abierto la ventana de par en par, y espera que las ráfagas de aire fresco de ese día soleado que ayer todos vivimos, renueve el ambiente de una habitación, que hoy sí, parece lucir unas estupendas vistas.