Rijksmuseum
Para llegar a la zona donde está este museo, dimos un paseo por las calles más modernas y lujosas de la ciudad, disfrutando de los escaparates de las marcas más exclusivas. Este museo está en el mismo barrio que el Stedelijk Museum y el Van Gogh Museum, es una zona con un jardín precioso y justo delante del museo está uno de los puntos más fotografiados de Ámsterdam, las letras I Ámsterdam.
El museo tiene 4 plantas y un montón de obras de arte importantes entre las que están: “Ronda de noche” o “La novia Judía” de Rembrandt, “La lechera” de Vermeer, el “Autoretrato” de Van Gogh o “El alegre bebedor” de Frans Hals.
Existe una sala de porcelana de Delft en colores blanco y azul, un intento de los holandeses de reproducir la porcelana china, y otra con unas impresionantes casas de muñecas, donde se encuentra la replica de la casa real de Petronella Oortman con 700 exactamente iguales a los que están en la original.
Una de las cosas que más me llamó la atención fue su maravillosa biblioteca, que pese a estar dentro del museo, se sigue usando.
Casa Museo de Rembrandt
La visita a esta casa me encantó, no estaba en nuestros planes iniciales, pero la suerte que tuvimos con el tiempo hizo que pudiésemos aprovechar mucho mejor nuestra visita a la ciudad. Al entrar en la casa te entregan una audio-guía en tu idioma que te va explicándote las distintas estancias y descubriéndote curiosidades muy interesantes.
El pintor adquirió esta vivienda en el momento de máximo esplendor de su carrera gracias a la fortuna de su esposa. Su estudio está como si se acabase de utilizar, parece que Rembrandt acaba de salir de casa. En la planta superior se exponen sus grabados, se conservan casi todos pero no se pueden ver todos en la misma visita, ya que los van cambiando según la exposición que tengan en ese momento.
Esta casa acabó siendo la ruina de Rembrandt al no poder pagar la hipoteca, tuvo que vender los muebles y las obras de arte y trasladarse a otra mucho más modesta, pero se ha recreado completamente gracias al inventario de cosas que tuvo que vender para poder pagar a los acreedores.
Casa de Ana Frank
Para mi, ir a la casa de Ana Frank era una de las visitas obligatorias en este viaje a Ámsterdam. Creo que la historia de esta casa la conocemos todos, hayamos leído o no el diario de Ana. Poder visitar las estancias donde esta familia se escondió de los nazis, ver la reconstrucción de la habitación de Ana y el diario original que escribió es sobrecogedor. Mientras haces la visita el silencio es total, se percibe lo angustioso que tuvo que ser vivir en esa situación, encerrados durante el día sin moverse para que nadie descubriese que había gente allí escondida.
La verdad es que me imaginaba que como conocía a la perfección lo que iba a visitar no me iba a impresionar tanto, pero si lo hizo, hasta el punto que al llegar a casa me di cuenta que no había sacado ninguna foto del exterior de la casa al acabar la visita.