Por el módico precio de un billete de avión, te enseño la capital, te lío con un madrileño y te saco fotografías para dos años de cambios de perfil de Facebook. Está feo que lo diga yo, pero soy una guía turística
Esta de las fotografías, (la que no soy yo con el pelo largo que ya no tengo, que ¡ay, mi pelito! ¿Lo echamos de menos?), es mi amiga Ágota, es húngara, muy guapa y no es la primera vez que aparece en el blog. Es la personita encantadora que me acogió en Budapest cuando todo mi mundo se estaba desmoronando en París, y después de un año de espera y de acomodarnos de nuevo cada una en nuestro país, nos hemos vuelto a ver. No os cuento la alegría que me dio verla salir del aeropuerto ni la lástima al dejarla de nuevo en la puerta de embarque, porque os lo podéis imaginar, pero qué bien que haya venido.
Creo que con todo el pateo que nos hemos pegado por Madrid, me he hecho algo chungo en la rodilla (porque ya sabéis que el ejercicio y yo no nos llevamos bien, por muy tonta que me esté poniendo con el CrossFit) pero qué bonito todo cuando lo ves como turista, y qué escondida está La Rosaleda de Madrid ¿no? Y qué de emos bailando reggaeton y tías en bikini en el Templo de Debod. Creo que nos hemos venido un poco arriba con esto último, la verdad. Que hacía calorcito peroooo, tía, que estás en bikini en medio de la ciudad, ¿no te da vergüenza, alma de pollo?
Y nada, eso, ¿conocéis algún otro sitio cuqui en Madrid al que ir a hacerme unas fotos con mi nuevo corte de pelo? Porque va a hacer un mes y ni una mísera fotografía que tengo. Me va a crecer de nuevo y nadie se va a haber dado cuenta.
P. D.: La hora guay para ir a La Rosaleda, como para todo lo turístico en Madrid, es la hora de comer entre semana. Dos de la tarde de un jueves y ni un alma en el jardín, de verdad. Eso sí, como vayáis en finde lo mismo os tenéis que pegar para sacaros una foto con las rosas bonitas.
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