Llamas la atención y lo sabes.
Tener una autocaravana es tener un objeto de deseo.
Te pongo un ejemplo:
Paras tu autocaravana en la plaza, o en la calle de un pueblo recóndito, y no hay momento del día en el que no haya gente rodeándola, observándola, preguntándose qué hará aquel vehículo por allí. ¿Se habrán perdido?
Es curioso como la gente es atraída por el que yo llamo “magnetismo autocaravanil”
Mola tener autocaravana
¿No te ha ocurrido llegar a algún lugar, y que la gente te mire sorprendida? Entonces piensas, “eso es que no han venido muchas por aquí”
Y nosotros, orgullosos y vanidosos, nos encanta abrir las puertas de par en par, como si del programa “¿Quién vive ahí?” se tratase.
Y ves los ojos de la gente cuando les explicas las peculiaridades de estos vehículos.
¿Y dormís ahí? ¿Tiene baño?
Y la conversación suele acabar con un “Me encantaría tener una pero…”
Los peros suelen ser de lo más variado : ” a mi pareja no le gusta”, “esperaré a jubilarme”, ” igual no la uso tanto como para amortizarla”, “no sé conducirla” y así hasta el infinito y más allá, al estilo de Buzz Lightyear.
Reconozco que me pirran estas conversaciones, siempre intento animar a la gente a probarlo, a alquilar una unos días para sentir qué se siente teniendo casa en cada pueblo y ciudad.
Siempre digo que viajar en autocaravana no es llegar al destino, sino disfrutar del trayecto, sin prisa, sin planes, sin rumbo, este tipo de turismo, me hace apreciar muchísimo más la aventura de ir descubriendo palmo a palmo el mundo.
Por eso nunca hacemos planes, y es cierto, a veces las cosas salen mal, el sitio no es como esperas, o encuentras algo inesperado, pero todo esto es la salsilla de la vida del autocaravanista ; )
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