Funciona en algunos momentos, pero no lo hace gracias a las verdaderas intenciones de su director, muy distintas de las que transmite al espectador.
El film no ofrece nada nuevo, pero los títulos de crédito que sirven de prólogo, y que, mediante una voz en off y varias fotografías de aire retro, sitúan al espectador con la noticia de la desaparición de los profesores del campamento. Una noticia que parece extraída directamente de la columna de un periódico local, pero los sencillos créditos prometen una película con una gran matanza a manos del clásico psicópata con trauma infantil/sexual.
Su planteamiento inicial es distinto a lo que ofrece en realidad su argumento. Por el título y la escena inicial, todo apuntaba a ser un slasher puro y duro. Pero Summer Camp cambia de rumbo drásticamente a los pocos minutos del inicio, anulando toda la escena inicial del bosque, que al final solo sirve para presentar a los jóvenes profesores.
Con la misma rapidez que una actriz porno se baja las bragas, Summer Camp pasa de ser un slasher a una película de zombies/infectados. De su influencia de La matanza de Texas o Viernes 13 en los créditos iniciales, pasamos a la influencia de Demons, dirigida por Lamberto Bava. Aunque, lejos del ingenio de los demonios del cine Metrópolis, claro.
Buscando diversión y nuevas experiencias, cuatro jóvenes estadounidenses se apuntan como monitores en un campamento de verano en España. Pero, al llegar al lugar, una extraña infección, que causa furia extrema a quien contagia, sumerge al grupo en una espiral de terror y locura. Comienza entonces una carrera a contrarreloj para encontrar la fuente del contagio y poder salvar sus vidas.
Y decir que en la temática zombies/infectados, el film innova, sería como decir que en la política no existe la corrupción.
Aunque, también es cierto que se nos brinda un planteamiento mínimamente distinto que sabe manejar a su antojo y que ofrece un final más acorde con la sensación que transmite la película al espectador, el humor.
De todas maneras, la película parece tomarse en demasiado en serio a sí misma. Cuando en realidad, funciona mínimamente gracias a sus propias tonterías argumentales, su puesta en escena y sus diálogos de relleno, aunque todo ello resulte incongruente.
Summer Camp, presume de ser una pieza de terror. Pero, sin pretenderlo, ésta se vuelve más risible en cada secuencia, no porque hagan gracia. Sino, por las propias situaciones, que intentado ser formales y terroríficas, son risibles para el incrédulo espectador.
Al guión escrito por el propio Marini con ayuda de Danielle Schleif no le hace falta un detenido psicoanálisis para encontrar distintas incoherencias, situaciones forzadas y diálogos de telefilm. Summer Camp tiene uno de esos guiones que se desmontan por sí solos.
La película cuenta con cuatro personajes principales, Will, Christy, Michelle y Antonio. El primero está interpretado por Diego Boneta (La era del rock) que toma los riendas, pero lo hace sobreactuando todo el rato. Aunque, creo que la calidad del film, hace que no estemos ante una película en lo que esto importe tanto como para puntuar negativamente su actuación. En aspectos técnicos, como el operador de cámara con parkinson, el film sale peor parado.
Le siguen Jocelin Donahue (The House Of The Devil) y Maiara Walsh (Zombieland). Jocelin es la pija del grupo y su papel no destaca por encima del papel de heroína que interpreta Walsh. Ambas están creíbles en sus roles, al menos ellas solo sobreactuan durante la etapa de la transformación.
Claro que, las repentinas transformaciones, además de pillarle a uno in fraganti, carecen de sentido y son incoherentes para el espectador, hasta bien entrados en materia -mitad de película o más- que deciden explicar a que se deben las repentinas transformaciones de humano a zombie/demonio y viceversa.
Etapa cada vez menos impactante a medida que avanza la historia, solo se limitan a gritar enloquecidos y romper mobiliario a su paso la mayor parte del tiempo. El cuarto personaje, interpretado por Andrés Velencoso (Fin), es el menos importante una vez empiezan las fases de cólera endemoniada, creo que su presentación y los detalles que se nos dan, son excesivos, para su cuota de pantalla.
Que Summer Camp es una mala película, es casi indiscutible. No destaca por su calidad técnica o argumental, a pesar de contar con Balagueró como productor. Quizás, debamos valorar la falta de medios al equiparar éstos con el resultado, menos nefasto de lo esperado, pero insuficiente.