Rian Johnson (Looper, Brick) se hace con el testigo iniciado por J.J Abrams en el séptimo capítulo, creador de la serie Perdidos y artífice de la nueva saga de Star Trek en la gran pantalla. Muy a pesar de las malas críticas y el repetitivo esquema del anterior episodio de la nueva saga galáctica, aquella me gustó más que los tres primeros episodios ideados y ejecutados por el propio George Lucas a principio de siglo.
Pues bien, Abrams se queda como productor en este interludio que, según han anunciado, volverá a retomar Abrams en el octavo y último episodio. No obstante, Disney, actual propietaria de la factoría Lucas no está dispuesta a dejar morir semejante fuente de ingresos, algo de lo que deja constancia en la presente trilogía y futuras secuelas planificadas a largo plazo.
La malvada Primera Orden se ha vuelto más poderosa y tiene contra las cuerdas a la Resistencia, liderada por la General Leia Organa. El piloto Poe Dameron encabeza una misión para intentar destruir un acorazado de la Primera Orden. Mientras tanto, la joven Rey tendrá que definir su futuro y su vocación, y el viejo jedi Luke Skywalker reevaluar el significado de su vida.
Este bloque central que unirá ambas puntas de la trilogía, es un puente sin demasiada intensidad, aunque con sus buenos momentos. Quizás lo que más repercute al film de forma global, es el montaje entrecortado y algo disperso, sobre todo, en su tramo central. El guión escrito por el propio Johnson se empeña en avanzar al mismo tiempo cuatro historias paralelas; los planes de la resistencia con Poe, la relación entre Rey y Luke en la isla, la subtrama de Finn y el conflicto de la nueva orden, siendo la de Finn la que más veces y con más intensidad te expulsa del hilo narrativo principal, ofrecer resistencia a la nueva orden. Este último leit motiv termina siendo el más y mejor claro mensaje dentro del hilo narrativo.
La película no es la maravilla que algunos se atreven a catalogar sin más cuestiones estructurales y argumentales, pues tiene ciertos fallos de guión que afectan al conjunto. Si bien, estos se le pueden perdonar fácilmente si la tomamos como un mero entretenimiento.Pero si analizamos ciertos aspectos del film con la profundidad emocional que promete en el título, corremos el riesgo hundir toda la historia por completo. Y eso es algo que tampoco pienso hacer, ya que la película me ha parecido bastante correcta.
En cuanto al diseño y el apartado visual, es impecable. Mantiene un buen diseño de producción sin perder la esencia que caracteriza los tres episodios originales y los efectos especiales, son de quitarse el sombrero, a pesar de utilizar técnicas digitales para ello. En cuanto al cast principal, Adam Driver (A propósito de Llewyn Davis) y Daisy Ridley (Asesinato en el Orient Express) no creo que nunca lleguen a conseguir el carisma que tuvieron Carrie Fisher y Mark Hamill como Luke y Leia en la trilogía original, algo que se intenta constantemente realizar en esta nueva trilogía.
Parece que, aunque Driver esté en el lado oscuro, la intención es crear una pareja protagonista que encabece el reparto a la altura del dúo Hamill-Fisher. De todas formas, ambos actores han demostrado conocer bastante bien las características de sus personajes. Personalmente, se me antojan bastante creíbles la mayor parte del tiempo. Aunque, en el caso de Driver nunca creo que llegue a ser un villano a la altura de Darth Vader. Lo mismo pasa con el líder supremo Snoke, al que da vida el maestro de la captura de movimientos, Andy Serkis, grandes ejemplos lo avalan; Gollum en la trilogía de El Señor de los Anillos y Cesar en la nueva saga de El planeta de los simios.
En cuanto al rescate del personaje de Luke Skywalker por parte Hamill, su versión crepuscular acaba siendo lo mejorcito. El actor muestra en su papel un gran potencial y es el más destacable dentro del reparto tan coral que nos presenta el film. En cuanto a la trágica muerte de Carrie Fisher, entramos en debates morales, me pregunto hasta qué punto es ético rescatar al personaje digitalmente más allá de un simple cameo. Su cuota de protagonismo me parece muy amplio. No es que me moleste, pero a nivel interpretativo, la actriz que hay detrás no es ella. Esto significa que ésta tan solo aporta la captura de movimiento, no la interpretación real que podría ofrecer la verdadera actriz.
Pero al margen de los dilemas morales que esto nos puede plantear, hay que reconocer que tras las críticas recibidas en el escueto cameo digital al final del séptimo episodio, principalmente, por el tono tan artificial en su recreación, el departamento de Industrial Light & Magic se han puesto las pilas en este campo. Creo que de no saber que la actriz falleció el año pasado, me habría creído su presencia real en el film. Desde El curioso caso de Benjamin Button, se ha demostrado la capacidad de los estudios de efectos visuales y la potencia de los equipos informáticos actuales. Aunque, espero que la industria no vea en esta técnica una fuente de ingresos resucitando a actores y actrices fallecidas.
John Williams, el compositor de toda la franquicia, sigue poniendo la intensidad orquestal a todas las escenas, aunque los temas que realmente destacables son los que incluyen las melodías de la clásica trilogía realizada el pasado siglo. En cuanto al humor, Johnson ha encontrado un buen equilibrio. Los gags cómicos están bien repartidos e insertados a lo largo de la historia y, lo más importante, es que aunque son algo típicos, no son demasiado infantiloides.
En definitiva, creo que Los últimos Jedi está un peldaño por debajo de su antecesora, principalmente, por culpa de una estructura demasiado fragmentada y dispersa que expulsa demasiadas veces al espectador del hilo narrativo principal. Pero de ahí, a tildarla de despropósito va un largo camino. Te aconsejo tomarla como un simple entretenimiento de buenas escenas de acción, pero sin esperar un excesivo calado emocional.