El síndrome del trabajador quemado es una experiencia que lejos de remitir durante el mes de septiembre después del descanso vacacional, es precisamente ahora cuando puede multiplicarse esa sensación de desencanto profesional al regresar a la oficina, observando las mismas dificultades de siempre, discusiones de trabajo, frustraciones y enfados. Si antes de irte de vacaciones, tu trabajo ya te resultaba una agonía, eres más vulnerable de sufrir el síndrome del quemado en este tiempo. ¿Cómo puedes identificar que estás quemado en tu trabajo?
Eres literalmente infeliz
Te sientes desdichado no solo durante tu tiempo en la oficina, sino también, durante tu tiempo fuera de él ya que siempre tienes en mente que al día siguiente vivirás la misma rutina. Esa rutina que te hace sentir apagado, sin luz y cansado física y mentalmente. Te sientes como el protagonista de una vida gris de la que ya has perdido incluso tu papel protagonista. Hace tiempo que no recuerdas qué es estar verdaderamente motivado. No te gusta lo que haces y todo te molesta. Es decir, cuando no te gusta tu trabajo es difícil que puedas establecer relaciones personales sanas.
El síndrome del trabajador quemado te hace vivir en un lunes perpetuo a la espera de que llegue el fin de semana, una vía de escape momentánea.
Problemas de salud
Si sufres el síndrome del trabajador quemado también puedes observar en ti posibles molestias de salud. Por ejemplo, el estrés crónico, el cansancio psicológico, el dolor de espalda, falta de apetito… Por tanto, si de modo habitual experimentas alguna molestia física, y por el contrario, durante el verano todo este malestar desaparece, escucha esas sensaciones.
El síndrome del quemado afecta, principalmente, a la salud emocional en la forma de la frustración, enfado crónico, miedo y falta de esperanza. Intenta pensar en positivo, intenta hacer algo por salir de esta situación. Por ejemplo, un proceso de coaching puede ayudarte a hacer cambios por medio del empoderamiento. Es decir, tú puedes cambiar esta situación.
Te gustaría dejar el trabajo
Pero no lo haces por una única razón: el sueldo. El dinero mensual que te permite tener una estabilidad económica, hacer frente a tus gastos. Además, también tienes miedo de no encontrar otro trabajo en un contexto laboral que ofrece poca oferta. Todo esto te hace sentir como encerrado en una cárcel, con la angustia de vivir una situación que te agota mentalmente.
Observas las reuniones de trabajo como una auténtica pérdida de tiempo porque no te sientes valorado por la organización de la que formas parte. Crees que la empresa solo se enfoca en los resultados materiales pero no cuida de igual modo de los empleados.
Cuando otros amigos te dan consejos sientes que no te comprenden. Sientes que aunque quieras dejar de sentirte de este modo no puedes conseguirlo. Es decir, sientes que esta desmotivación extrema ha dejado tocada y hundida tu propia voluntad.