Si recuerda, hace más de 12 años las Cuevas de Altamira cerraron sus puertas al público para evitar que esta obra de arte rupestre se perdiera para siempre; pero en el año 2014 el Patronato que gestiona su mantenimiento decidió permitir la entrada al recinto como parte de un experimento que consistía en medir exactamente si la contaminación provocada por la respiración de los visitantes podía, o no, alterar la estabilidad de los grabados y pinturas prehistóricos. Ya en su día, esta decisión de apertura fue criticada por los expertos e historiadores del mundo entero que opinaban que un experimento no debería poner en peligro esta obra Patrimonio de la Humanidad desde 1985.
Durante meses la polémica quedó en el olvido, pero se ha visto reavivada en los últimos días por la decisión de repetir la experiencia y volver a permitir el acceso turístico a estas maravillosas cuevas. A partir del viernes 10 de abril cinco, solo cinco, afortunados turistas podrán acceder cada semana a la sala central de las Cuevas y disfrutar de esas pinturas de bisontes, caballos y símbolos extraños que todos hemos estudiado en las clases de Historia del Arte. Según han comunicado los responsables de las Cuevas, el acceso se decidirá mediante un sorteo público, medida con la que intentan mitigar, en parte, la encendida discusión sobre el experimento y los riesgos que conlleva.
Conocidas por los amantes del arte como la “Capilla Sixtina Rupestre” y la “Real Academia del Arte Rupestre“, estas más que famosas cuevas del Paleolítico Superior fueron descubiertas en 1868 por un nombre que se ha olvidado en el tiempo, el asturiano Modesto Cubillas. Como casi todos los hallazgos de envergadura, el descubrimiento fue fruto del azar. Según cuenta la leyenda, Cubillas estaba cazando y, de pronto, su perro favorito echó a correr y desapareció de su vista. Cuando fue a buscarlo, vio que el animal estaba escarbando entre unos arbustos, al acercarse y apartar los matojos, Modesto vio una profunda oquedad que se adentraba en la montaña y, claro, la curiosidad hizo el resto.
Las Cuevas de Altamira están situadas en Cantabria, en una pequeña localidad llamada Santillana del Mar. Historiadores y arqueólogos de todos los países y todas las épocas se han adentrado en el vientre de esta montaña para estudiar los grabados y pinturas creados hace miles de años por los seres humanos del periodo Magdaleniense. La originalidad, calidad y conservación de estas primarias obras de arte hacen de las Cuevas de Altamira algo único que, ahora y según algunos, está en peligro de perderse para siempre.
Imagen: «Diorama de la Cova d’Altamira (1929) obra de l’escultor Josep Font» por Jordiferrer - Trabajo propio. Disponible bajo la licencia CC BY-SA 3.0 vía Wikimedia Commons.