Instantánea de Estambul al atardecer, con la mezquita de Suleiman de fondo.
Situándonos el 23 de Febrero del año 532, Constantinopla. Justiniano, emperador de un imperio romano que se desvanecía por momentos, emprende un proyecto de una nueva basílica donde estuvo la antigua basílica, la cual fue destruida unas semanas antes. Su idea: construir un monumento a la altura que se merecía Constantinopla, un monumento que encumbrara un imperio en decadencia.
Reconstrucción de Constantinopla
Tan ardua tarea será encargada a dos personas, Antemio de Tralles (matemático) e Isidoro de Mileto (físico), quienes en el año 537 terminarían la obra que los consagraría como arquitectos. Dicha tarea fue encargada a estos por la misión de idear una cúpula imperante, pero que pudiera ser sostenida por su propio peso con los materiales de la época, algo que se antojaría casi como una odisea.
Planta de la basílica
Con una planta cuadrada, inspirada en las pequeñas iglesias de Asia menor, la arquitectura bizantina se aleja un poco de la cristiana tomando su propio camino. La nave central consta de 33 metros de anchura, la cuál tiene cuatro enormes pilares que sujetan una monumental cúpula.
Cómo solución a la transición de la nave central cuadriforme y la cúpula redonda, Isidoro y Artemio incluyeron las pechinas, las cuáles hacían la transformación de la nave central en un soporte redondo que sujeta la cúpula, dándose así una de las soluciones más importantes de la historia del arte.
Explicación sobre la pechina (pincha sobre la imagen para verla en mayor tamaño)
A su vez, las pechinas crean cuatro grandes arcos de medio punto, los cuáles cumplen su función dentro del revolucionario sistema de reparto de presiones que idearon Isidoro y Antemio.
En la imagen tenemos la cúpula, sujetada
por dos pechinas que forman un arco de
medio punto.
La cúpula, la que será el principal problema dentro del edificio, tiene 31 metros de diámetro, y se sitúa a 56 metros de altura. teniendo en cuenta los avances de la época (nada comparables a los actuales, en especial en lo que a materiales se refiere) la solución por la que optaron fue la de quitar peso a la cúpula, y para ello se abrieron 40 ventanas en el arranque de ésta, utilizando para la misma tejas menos pesadas que las que se utilizaban normalmente. Este sistema en conjunto se ha venido a llamar "Sistema de baldaquino". Consiste en la disposición de cuatro enormes pies derechos en la base, cubiertos por una gran cúpula.
Las presiones a las que es sometida la estructura debido al peso de la cúpula son muy fuertes, por lo que se soluciona de la siguiente forma:
Longitudinalmente se colocan dos semicúpulas, las cuáles se añadían al baldaquino central, que a su vez se prolongaban en tres cuartos de esfera, terminando en grandes contrafuertes situados en el exterior del edificio.
Lateralmente, dos bóvedas de arista flanquean el baldaquino, cubriendo las naves laterales. Esto daba equilibrio al edificio, liberando de tensión a las bóvedas.
Ahora, veremos un ejemplo para recrearnos de que manera actúan las presiones de la cúpula sobre la estructura y como se reparten estas.
Presiones ejercidas por la cúpula y cómo se reparten a través de las pechinas,
semicúpulas y cuartos de esfera, terminado en los
contrafuertes exteriores.
Perfil de la basílica. Apréciese la gran cúpula sobre las pechinas, flanqueadas por las semicúpulas
y los cuartos de esfera.
La gran cúpula ejerce presión sobre los arcos, y éstos, desvían esa presión hacia las pechinas, que son la solución que se aplicó. Las semicúpulas, a su vez, arrastran estas presiones hacia los cuartos de esfera, reduciendo así la presión debido a la división de segmentos dentro del sistema de baldaquino. Los cuatro grandes pies derechos, bajo las pechinas, son los pilares del sistema, dirigiendo la presión hacia el suelo, y exteriormente son reforzados con los contrafuertes para garantizar la función de sujeción de la cúpula.
Echando un vistazo al exterior de la basílica, podemos ver en la imagen los enormes contrafuertes que se situaban en el ancho de la nave central, a modo de refuerzo de los pies derechos.
Ya visto el novedoso sistema de baldaquino ideado por Isidoro y Antemio, hablando un poco del exterior, Santa Sofía contaba con dos atrios, uno de los cuales (hoy día desaparecido) era de forma cuadrada y tenía una fuente en el centro (como en las basílicas paleocristianas). Mientras que en el otro atrio nos encontramos con un nártex que contiene nada menos que 9 puertas de bronce.
Nártex
Exteriormente, la basílica parece tosca, dando una impresión errónea de lo que alberga el interior. Por eso, el contraste es muy marcado desde el exterior al interior.
La amplitud del templo es gigantesca, tanto en altura como en anchura, además de la iluminación de las ventanas de los muros y la cúpula, que acentúan aún más esta sensación de amplitud, otorgándole esa majestuosidad que tanto buscó Justiniano.
Las columnas de mármol y pórfido otorgan una gama tricolor (azul, rojo y verde) que embellecen aún más, si cabe, el interior.
Las naves laterales, cubiertas con bóvedas de arista, también juegan su papel dentro del conjunto arquitectónico, dando equilibrio a la cúpula. Sobre éstas, están las tribunas, que separaban a hombres de mujeres.
Tribuna
Nave lateral
Dentro de la basílica, se encuentran algunos de los mosaicos de más valor del periodo bizantino, como por ejemplo el de Cristo Pantocrátor, considerado como uno de los más bellos, pertenece al mosaico de Deesis. Además, podemos destacar entre otros mosaicos los de: mosaico de la puerta imperial, mosaico de la entrada suroeste, mosaico de la virgen con el niño, situado en el ábside, mosaico del emperador Alejandro, mosaicos de la emperatriz Zoe, mosaicos comnenus, mosaico de la "Deesis" o los mosaicos de los tímpanos.
Mosaico de Cristo Pantocrátor
Mosaico de la Virgen con el niño
Posteriormente, en los años 553 y 557 se produjeron dos grandes terremotos que dañaron críticamente la cúpula, la cuál acabó cediendo en el 558 tras otro terremoto, destruyendo así a su paso el altar, ambón y copón. La misión de restaurar la basílica fue encomendada a Isidoro el Joven, sobrino de Isidoro de Mileto, quien optó por usar materiales más ligeros. Además, cambió el tipo de bóveda, erigiendo una cúpula nervada con pechinas. Esta no sería ni la primera ni la última vez que la cúpula precisara de ser restaurada, ya que fuera por terremotos posteriores, o el incendio que se produjo en el año 859, la cúpula sufriría numerosas restauraciones a lo largo de la historia.
La basílica con los símbolos islámicos bajo las pechinas
Ya en el año 1453, la basílica sería reconvertida a mezquita por el sultán Mehmed, y terminando su finalidad religiosa en el año 1931, que acabó siendo un museo que terminaría abriéndose en 1935 de mano de Mustafa Kemal.
Espero que esta entrada os sirva a muchos en el estudio de esta magnífica basílica, un fuerte abrazo y un placer, como siempre.
Atte.