Robledal románico
Paseo junto al Pisuerga, en el corazón de Pernía
© Texto y fotografías: JAVIER PRIETO GALLEGO
Luce la espadaña de la iglesia de San Salvador de Cantamuda como un velamen al viento, tan cargada de campanas que parecen cascabeles puestos para que no escape del valle sin que se enteren los vecinos. Y, dados los tiempos que corren, hacen bien en vigilar un tesoro entre tesoros. Su iglesia es al románico de la montaña palentina lo que Cervantes al castellano, un lujo y una suerte al que hay que dar las gracias sólo por existir.
Ventana en el ábside de la Iglesia románica de El Salvador. San Salvador de Cantamuda. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego Merece la pena emprender este paseo desde el interior confortable de la iglesia. Mejor desde el mismísimo altar. Su bosque de columnillas aparece tan apretado como los robledales que prosperan en el corazón de esta comarca de montaña y osos, sólo que sus troncos, sus fustes, lucen estrías helicoidales, entrelazos y rombos como si el artista que los colocó hace 822 años estuviera jugando a lo mismo que Ibarrola en su bosque de Oma. La bóveda del presbiterio, que también se apoya sobre capiteles decorados, presenta la rareza de seguir un modelo cisterciense cuyo mejor exponente es el que se ve en la iglesia del monasterio de Moreruela (Zamora), pero que resulta raro en Palencia. Quien no tenga prisa por ponerse a andar puede también degustar, sentado y en silencio, la calidad de una atmósfera que sólo es posible encontrar en este tipo de iglesias, aún no demasiado grandes, de muros fuertes y una oscuridad protectora, levantadas para cobijar a los hombres que tenían en las montañas su refugio y su obsesión. La iglesia de San Salvador de Cantamuda es la parte que ha sobrevivido de la colegiata fundada por la condesa de Castilla María Elvira, mujer del conde Rodrigo Guntis, y sobrina del rey Fernando I.
El paseo
Dejando atrás los silencios y humedades que vibran en el interior de esta longeva iglesia, se sale al exterior por la misma puerta que debió de comunicar con el claustro de aquel convento devenido en colegiata. Y el paseo prosigue desde aquí hacia el pueblo pasando por encima del arroyo que baja de Lebanza, donde otro convento y otra larga historia esperan turno de paseo.
Paseo junto al río Pisuerga. Localidad de San Salvador de Cantamuda. Palencia. Castilla y León. España. © Javier Prieto Gallego La calle lleva hasta la plaza en la que se alza la sólida picota jurisdiccional frente a una casona que ha conservado sus escudos nobiliarios. Sin necesidad de llegar hasta el rollo, el paseo gira por la calle de la izquierda y a continuación busca la salida del pueblo por esa parte. Sin tomar otros ramales, se alcanza el lateral de una nave ganadera y, un poco más adelante, una bifurcación que se toma hacia la derecha, sin ir hacia el río, para alcanzar una segunda nave, que ahora queda a la izquierda del camino. Un poco más allá de la puerta se abre un nuevo desvío, esta vez por la derecha y hacia abajo, entrando en una especie de trinchera encajonada entre los prados. Es uno de los viejos caminos que, paralelo al Pisuerga, lleva por el robledal aguas abajo.
A kilómetro y medio del inicio de la trinchera, y después de haber dejado atrás una cancela, el camino se bifurca, al llegar a un claro, en dos ramales iguales. El paseo sigue por el de la derecha y comienza a subir mientras rodea el borde del robledal para encontrar la continuación, mientras se inicia la remontada ahora junto al arroyo de Valdehorcas hasta acabar por confluir en él. En ese momento, el camino como tal desaparece y toca entonces proseguir vallejo arriba por el medio del callejón herboso que forman las praderas abiertas su paso. La mejor referencia pasa saber cuándo hay que dejar abajo el arroyo es ir circunvalando la masa de robles que quedan a la derecha hasta coronar la peña de San Salvador. Con el pueblo de nuevo a la vista, basta tomar en el descenso la senda mejor marcada.
EN MARCHA. San Salvador de Cantamuda está 13 kilómetros al norte de Cervera de Pisuerga. Desde esta localidad se llega por la C-627 en dirección a Potes.
EL PASEO. Sin señalizar, el rodeo por las laderas de la peña de San Salvador (1.263 m.) es de unos 5 km y puede llevar una hora y media. La remontada por el arroyo de Valdehorcas hay que tomarla con calma. También hay que transitar con calma si se encuentra ganado suelto. Puede estar acompañado de mastines. Es obligado dejar las cancelas como se encuentren y no transitar por praderas que tengan la hierba alta. El otoño se presenta como uno de los mejores momentos para realizar este paseo, dada la rica gama de colores con los que se viste el bosque.
Croquis del paseo en torno a San Salvador de Cantamuda. © Javier Prieto Gallego