Partimos desde San Fernando del Valle de Catamarca en busca de la Ruta del Adobe, guiados por la RN 60. Sabíamos que debíamos llegar hasta la localidad de Tinogasta, en la puna catamarqueña, para iniciar allí el recorrido. Lo que no sabíamos, ni nos imaginábamos es lo asombroso de los rincones de esta Ruta poco difundida y poco transitada por los viajeros.
Contemplando el Oratorio de los Orquera
Nuestra primera parada de La Ruta del Adobe fue en el paraje de El Puesto, sobre la RN 60, pasando Tinogasta, en el Oratorio de los Orquera. La construcción, baja y enteramente de adobe, es una capilla familiar construida aproximadamente en 1740 y tiene una torre pequeña pero sin campana. En su interior hay imagenes religiosas traidas especialmente de Chuquisaca, Bolivia. Junto a la pequeña iglesia hay un museo, también construido en adobe, que cuenta la historia del lugar y de la familia que allí residió.
Monumento al Vinatero – El Puesto
Siguiendo la RN 60 hacia la Cordillera avanzamos hasta el pueblo de Anillaco, a 23 kms de Tinogasta. Allí se alzan, en el mismo predio, llamado Sede del Mayorazco de Anillaco, la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, que data de 1712; y una residencia que pertenecía a dicho Mayorazgo, hoy sede del Museo Histórico Nacional. La iglesia merece una mención especial por su inmenso tamaño, sus paredes de 1 metro de espesor y su altar realizado completamente de abobe, con cuidados detalles. Al ingresar en su interior, encandilados por el intenso sol de la siesta, allá en la puna, sentimos una energía muy especial; esa dada por los siglos, por la presencia efímera de toda la gente que alguna vez estuvo allí elevando sus oraciones, muy cerquita del cielo.
Ingreso a Mayorazgo de Anillaco
Capilla enteramente realizada en Adobe
Altar realizado en adobe
Volvemos a la ruta y finalmente, para completar el recorrido de la Ruta del Adobe, llegamos a Fiambalá. En su ingreso hallamos la Iglesia de San Pedro y, junto a esta, la Comandancia de Armas. La primera, nos sorprenda porque, a pesar de estar completamente hecha de adobe, a diferencia de las construcciones que hemos apreciado antes, está blanqueada a la cal y, por su tamaño y el predio arbolado de algarrobos que la rodea, denota su carácter importante. La referencia histórica nos habla de que fue construida a pedido del Capitán Domingo Carrizo de Frite, primer terrateniente de Fiambalá, hacia 1770. Contigua se encuentra la Comandancia de Armas, construida previamente como lugar de uso de las milicias y que hoy es sede de un museo que rescata, entre paredes de adobe, vestigios de tiempos pasados.
Iglesia San Pedro – Fiambalá
Comandancia de armas – Fiambalá
Luego de esta primera parte del recorrido, la merecida parada para almorzar y luego continuar el camino. Primero, hasta la localidad de Sajuil a 10 kilómetros de Fiambalá, a contemplar los médanos en la puna catamarqueña y luego, volviendo para detenernos en el paraje La Falda. Allí, espera paciente la Iglesia de Andacollo, otro hito de la Ruta del Adobe que nos deja sin aliento. De arquitectura un tanto diferente que el resto de las construcciones que hemos observado, esta iglesia es la más moderna de toda la ruta, construida a mediados del siglo XIX. La energía de ese lugar también nos moviliza, ya que la iglesia es el único vestigio de lo que alguna vez fue un asentamiento pastoril que quedó abandonado en medio del desierto.
Emprendemos el regreso por la Ruta 60 y, antes de abandonar por completo el recorrido del adobe, nos detenemos a admirar algunas construcciones residenciales, de las que, salpicadas por todo el camino, han maravillado nuestros sentidos.
Agua y tierra, el barro, la mano del hombre y la voluntad de dejar huella de su paso por este mundo, justamente allí, en la puna, donde el cielo está más cerca de la tierra.
Texto: Laura Barcellini
Fotografía y edición: Javi Perez
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