Aun nos quedaba un día completo por la ciudad, pero yo ya estaba triste. Tuvimos que despedirnos del apartamento y toda la zona de Campo di Fiori donde nos alojamos. Me hice muy rápido con el apartamento, me enamoré de él y de cada detalle, del edificio donde estaba, de la calle, de su sofá-cama que no llegué a preguntarme si era cómodo o no; símplemente caía rendida. Esas callecitas estrechas llenas de gente haciendo su vida, vespas esquivando peatones, adoquines y muchas macetas en las puertas de los locales. Así fue el trayecto desde nuestro apartamento a la consigna donde dejamos las maletas todo el día, un camino entre callecitas y plazas escondidas con unas fuentes enormes e iglesias pequeñas.
Aun así la parte que nos tocaba conocer hoy era la parte norte. A primeras horas de la mañana llegamos a la Via del Corso y andamos hacia arriba. La Via del Corso es la calle principal de Roma que la cruza de Norte a Sur, llenísima de tiendas y con mucha vida a cualquier hora del día, demasiada para lo estrecha que es. Recorriéndola nos topamos con un pequeño centro comercial: la Galería Alberto Sordi. Nada que ver con la Galería Vittorio Emanuele de Milán, pero muuuuuy bonita también. El techo es de cristaleras que dejan pasar la luz natural y el suelo todo de mosaico, aunque las tiendas no tienen nada que ver... Vittorio Emanuele es de Pradas y Guccis y Alberto Sordi tiene Zaras y Massimo Duttis. En realidad entramos porque mi hermano tenía calor con una camiseta de manga larga que se puso y tuvo que comprarse una de manga corta. Enfrente de la galería, también vimos la Piazza Colonna y la columna de Marco Aurelio.
Por la zona Fiori
Columna de Marco Aurelio en Piazza Colonna
Pero no todo el recorrido fue hasta la Piazza del Popolo. Cogimos una calle hacia la derecha hasta la Piazza Barberini, y de aquí entramos a la esfera de lujo máximo de Roma. Hoteles de 5* con mayordomos vestidos de esmoquin de pingüino, restaurantes lujosísimos, ferraris... bienvenidos a la Via Venetto. Esa calle era un aburrimiento, tanto que ahora que lo pienso, ni siquiera hice una foto. Mucho lujo pero no había casi nadie. La Via del Corso era mucho más animada y entretenida. Además en una cafetería vimos una oferta de botella de agua pequeña y café 14 €. Ni si quiera las tiendas de alta costura estaban allí. Era una calle muy aburrida.
Y llegamos a la parte más alta de la calle, la entrada a Villa Borghese. Éste parque es uno de los pulmones de la ciudad, pero el más cercano al centro. Es un jardín precioso e inmenso. La casa de Campo de Madrid es muy bonita, pero Villa Borghese es demasiado. Había zonas enormes para pasear y soltar a los perros, caminitos secretos, caminos principales, zona emboscada, ajardinada, un pequeño lago, y cafeterías de los más encantadoras (y supongo que caras). Es un lugar aislado del ruido que no sea el sonido del viento entre los árboles, perfecto para desconectar, perderse y encontrarse a uno mismo. Empezaron a caer unas gotas de agua amenazadoras, pero menos mal que no fue a más y volvió a salir el sol. Un par de horas paseando para acabar asomados al mirador de Pincio. Un lugar muy bonito justo encima de la Piazza del Popolo, con vistas a toda la ciudad; aunque con sol es horrible, ver atardecer desde allí es espectacular.
Entrada a Villa Borghese
Via del Corso desde la Piazza del Popolo
Bajamos por un caminito hacia la Piazza del Popolo y de allí volvimos a bajar por mi calle favorita, el Corso, buscando la Piazza Spagna que venía de camino. Pero era la hora de comer y no teníamos ni la mínima idea de donde ir. Ningún italiano nos recomendó esta vez un sitio bueno para comer por ésta parte de Roma. Recorrimos calles por la zona buscando alguna terraza que tuviese una carta barata pero fue imposible, así que dentro de lo más caro, creímos sentarnos en lo más económico, pero nos equivocamos. Desde que llegué a Roma sabía que tenía que encontrar en alguna carta, el risotto perfecto y éste fue el lugar. Me inflé a risottos riquísimos de todas clases en el Crucero, pero éste risotto fue el rey: risotto de jamón (serrano) con flor de calabacín, el sabor de los dioses!
Además los camareros eran muy simpáticos, el local por dentro era chulísimo y así lo reflejó la cuenta. 70 €!! por un risotto, carne con patatas, unos macarrones y una lasaña :( . Fue la prueba de que comer en Roma bien y barato es muy difícil si lo haces por tus propios medios. (Por eso os dejaré un post con los sitios donde SI y NO debéis comer). Nos fuimos a llorar el disgusto a la gran escalera de la Piazza di Spagna, abarrotada de catalanes seguidores del Barça ¡resulta que esa noche jugaba el Barça contra la Roma! y también nos dimos un paseo por la Via dei Condotti. Ésta sí que era la sede de las tiendas de lujo de Roma: Chanel, Dior, Prada, G.Armani, Louis Vuitton, Bvlgari... aunque con más turistas que compradores. Imponía mucho ver los mayordomos enormes y cuadraos con función de típico segurata, pero vestidos de esmoquin ¡y además los escaparates de las tiendas tenían ambientadores y estaban perfumados! Creo que nunca me hubiese atrevido a entrar a una de esas tiendas, ni aunque tuviese dinero para gastar. Nuestra interacción más directa con la alta costura fue en un escapare de Dior, cuando las dependientas estaban súper concentradas colocando un bolso con las asas rectas en el escaparate. La expectación de turistas en el cristal para ver el resultado final de la colocación del bolso iba creciendo, hasta el punto de que cuando lo consiguieron colocar, todos empezamos a aplaudir! jijiji
Via del Corso
Piazza di Spagna
Risotto con flor de calabacín mmmmm!! rico rico
Escaparate de Prada en Via dei Condotti
Nos sentamos a descansar antes de ir a nuestra última visita: la iglesia de Santa Maria della Vittoria. Las pateadas acumuladas de todos los días empezaban a hacerse notar. Por si fuese poco, para poner rumbo a la iglesia, tuvimos que subir toooda la escalinata de la plaza, aunque las vistas hacia abajo también eran muy chulas! pero cuando empezamos a andar, el recorrido ya se hacía infinito. Mi hermano y mi padre empezaron a quejarse como críos pequeños: cuanto faltaaaaaaa, queda muchoooo? aaaajjjj. Y empezaron los cabreos, pero por fin llegamos a la iglesia. La más pequeña de todas las que vimos, pero sin ninguna duda la más bonita. ¿No os he dicho porqué buscábamos esta iglesia tan perdida por el centro más comercial de Roma? en ella se encuentra El éxtasis de Santa Teresa. el mayor símbolo de Bernini de escultura barroca ¡preciosa tanto la escultura como la propia iglesia!
Nuestro último recorrido por esta hermosa ciudad fue deprisa y corriendo a la consigna para recoger las maletas. Tuvimos que cruzar toda Roma de norte a sur y me salió una bufeta malvada :( . Nuestro último recorrido por Roma y fue estresante. Al recoger las maletas (aun quedaba luz del sol) fuimos a sentarnos a la plaza del Panteón. Como aun estaba abierto, aprovechamos para verlo por dentro otra vez. Nos tomamos unos Capuccinos en el lugar más barato de Roma tal vez y disfrutamos de nuestras últimas horas de luz en Roma.
Teníamos un compromiso con un camarero en uno de los restaurantes que habían cerca de nuestro ex-apartamento. Un camarero la tomó con mi hermano diciéndole que estaba demasiao flaco y que él le daría de cenar bien jajajaja. Así que allí nos presentamos y cenamos. Fue la peor clavada de todo el viaje: 90 €!!! aunque la verdad que los recuerdos son lo mejor y como que duele un poco menos. Nos hicimos muy amigos de los camareros incluso le escribimos una carta a uno de ellos. Intentamos alargar la cena lo máximo posible porque teníamos un taxi contratado para volver al aeropuerto a la 1. Primero nos hicimos de rogar con la cena; de lo más variada: pizza, pasta, risotto y gnocchis (en español ñoquis). Despues nos decidimos a tomar postre: por supueto panna cotta y cuando empezaron a recoger la terraza, me acordé de un cóctel que los italianos suelen tomar: el Aperol Spritz! que estaba tan riiiiiiico, aunque el alcohol poco a poco iba subiendo, yuuuuuuuju! es broma. Cuando ya no quedó mas remedio nos tuvimos que ir a la heladería a por nuestro segundo y último helado de pistacho y después a la Piazza Navona a agotar las últimas horas que estaríamos en Roma ¡Dios mio que pena, yo solo quería llorar! tomamos el taxi y nos fuimos de noche, cuando las calles ya estaban casi vacías. No podíamos haber tenido una despedida mas triste de Roma. Llegamos al aeropuerto y tuvimos que hacer tiempo antes de coger el avión de vuelta a Alicante. Salía a las 6 de la mañana, en verdad una hora perfecta para haber aprovechado todo el día y además vimos el mejor amanecer que había visto en mi vida. Sin duda fue un viaje 10, perfectísimo, insuperable, las mejores experiencias que he vivido, creo que voy a llorar :(
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