Sinopsis: Rosemary Harper se une a la tripulación de la Peregrina, una vieja nave tuneladora, sin saber muy bien qué esperar de su primer trabajo. Aunque la nave ha visto tiempos mejores, le ofrece un pequeño lugar al que llamar hogar durante un tiempo, algo de aventura en los confines más alejados de la galaxia y, lo que es más importante para ella, la oportunidad de dejar atrás su pasado.
La tripulación está compuesta por individuos de diferentes planetas, especies y géneros; desde Sissix, la amistosa piloto reptiliana, a Kizzy y Jenks, los ingenieros que mantienen la nave en funcionamiento; pasando por Lovey, la IA de la Peregrina. La vida a bordo es caótica, aunque bastante relajada: justo lo que Rosemary necesita.
Hasta que les ofrecen el trabajo de sus vidas: la oportunidad de construir un túnel hiperespacial a un lejano planeta. Si completan el encargo, ganarán el suficiente dinero para vivir holgadamente durante años… Pero antes deberán sobrevivir al largo viaje a través de los confines del espacio.
Sin embargo Rosemary no es la única persona a bordo con secretos que ocultar, y la tripulación pronto descubrirá que el espacio puede ser vasto, pero las naves espaciales son muy pequeñas.
Reseña: Ay mi madre, menudo viaje más increíble. Reconozco que estamos ante una de esas novelas que compré por impulso (portada preciosa, anuncios por RRSS...) y me voy a tener que hacer caso más a menudo, porque vaya maravilla de obra.
“El largo viaje…” es una novela de ciencia ficción en la que de pronto te verás asaltado con un cañonazo de información sobre túneles hiperespaciales, o sobre la situación política actual. Pero son eso, fogonazos necesarios para el trasfondo sobre el que se asienta la verdadera historia de la novela: la de sus tripulantes.
Aunque es inevitable asociar a Rosemary como la “protagonista” de la historia ya que todo empieza con ella embarcándose en la nave La peregrina, su personaje no deja de ser el vehículo que nos introduce a conocer al resto de personajes, todos ellos fascinantes y maravillosamente construidos.
Personalmente adoro a Sissix, la reptiliana, una de las (muchas) muestras del profundo trabajo de world building creado por Becky Chambers. Pero también está Ashby, el capitán que confía plenamente en todos y cada uno de los miembros de su nave. Doctor Chef, el que nos recomendaría leer esta novela tomando tazas de “té aburrido” o los ingenieros Kizzy y Jenks, capaces de protagonizas algunas de las escenas más divertidas y también de las que te hacen saltar una lagrimilla. O Lovey, la inteligencia artificial sintiente que todo lo controla y que aporta un componente transgresor en su trama.
No puedo olvidarme de Corbin, insoportable hasta al final pero al que iremos comprendiendo mejor a medida que avanza la historia. O el par Ohan, uno de los personajes más enigmáticos y que también son una gran muestra de la imaginación de la autora a la hora de definir las razas y sus cualidades.
Porque si empecé la reseña diciendo que esta novela es ciencia ficción, creedme cuando os digo que en el fondo la ciencia ficción es la "excusa" empleada por la autora, ya que este largo viaje no se trata de vivir grandes aventuras espaciales, si no de conocer a todos sus protagonistas; sus anhelos, sus temores y sus sentimientos. Los haremos nuestros hasta el final, sí, un final brutal y que me hizo aguantar las lágrimas de camino a casa.
No puedo acabar la reseña sin mencionar el trabajo del traductor, Alexander Páez, que imagino fue harto complicado dada la gran cantidad de vocabulario imaginado por Becky Chambers.