Quien me conoce sabe que no me gustan especialmente las novelas romanticonas, y en el fondo me daba algo de pereza empezar a leer una novela que tiene pinta de ser una novelita para adolescentes, pero ya en las primeras páginas me di cuenta de que esta historia es algo más.
El protagonista es A, y es un ente sin cuerpo... Bueno con muchos. Cada día tiene uno diferente. Desde el día que nació, despierta cada día en el cuerpo de una persona diferente, ya sea hombre o mujer. A medida que pasan los dias (la novela empieza en el día 5994) también avanza la edad de los cuerpos que invade, así que estamos en unos 16 años aproximadamente. Cuando despierta accede a los recuerdos del cuerpo que habita, y trata de pasar lo más inadvertido posible: acude a sus clases, habla con sus amigos, e incluso hace los deberes. Pero un día, el cuerpo del chico que invade, Justin, le permite conocer a una chica que girará su mundo del revés: Rhiannon, su novia. Pasan un día inolvidable, pero él sabe que es imposible volver a verla y que ella le reconozca. ¿o hay un modo?
A través de los días (y los cuerpos) A trata de tender un puente hacia Rhiannon, aunque para ello rompe una de sus reglas principales: involucrarse en la vida de sus huéspedes.
La parte interesante es sin duda la diversidad de cuerpos en los que despierta. Jóvenes felices o con problemas típicos de esa época adolescente, y aunque apenas rasca la superficie (a excepción de una chica con tendencias suicidas) vemos trabajo ilegal, traumas, depresiones... y por supuesto, muchos tipos de amor, incluso homosexual, un punto a favor de la novela el normalizar estas relaciones.
El libro es muy interesante y de pronto, termina. Un final de lo más abrupto que nos deja un poco en estado de librus interruptus (Ah, ya? en serio?) y esperas encontrar un epílogo o algo que aclare las cosas. Cierto es que el protagonista ha de tomar una decisión peliguada y crees que ha escogido correctamente, pero da la sensación que había otro camino.