Durante este tiempo de parón viajero, le he dado mucho al coco. Mucho.
He pasado por varias fases de duelo y frustración, pero también de intenso aprendizaje. He tenido tiempo para asimilar todo lo vivido anteriormente, revisar mis prácticas pasadas (algunas cuestionables), qué hay detrás de mis deseos de conocer mundo, indagar en el orientalismo y colonialismo moderno, en la fotografía ética y en redefinir cómo quiero que sean mis futuros viajes.
¿Es posible viajar a cualquier parte y sentirse bien?
¿Por qué los blancos somos expatriados cuando el resto son considerados como inmigrantes?
¿Necesito conocer todos los países del mundo a toda costa?
Aunque poco a poco voy elaborando mis propias respuestas, tengo claro, ahora más que nunca, que es necesario viajar con un propósito.
Soy consciente del nivel de privilegio que tengo por el simple hecho de ser blanca y de disponer de un pasaporte potente que me permite ir allá donde me apetezca. Y como tal, quiero hacer un uso responsable.
Por ello, hago una llamada a la comunidad viajera: necesitamos crear contenido que sea más respetuoso y evitar aquel que solo perpetúe estereotipos dañinos, como hablar de culturas extranjeras de forma ignorante, promocionando y glamurizando tópicos y típicos, geoetiquetando lugares y condenándolos al sobreturismo, o confundir la apreciación por la apropiación. Porque lo creamos o no, existen muchos indicios neo-coloniales en las redes sociales que consumimos a todas horas.
En nuestra mano está considerar cuidadosamente cómo nuestros viajes impactan a las comunidades locales, a su economía y al medio ambiente. No todo vale. También es necesario hablar sobre las injusticias que otros turistas/viajeros cometen y no solo compartir el lado glamuroso de viajar. Necesitamos tener conversaciones incómodas y poner sobre la mesa todo el impacto negativo del turismo.
Debemos responsabilizarnos mutuamente y asegurarnos de que nuestras acciones finales coincidan con nuestras intenciones iniciales. Y más ahora, que es cuestión de meses que todos esos viajes fallidos del último año van a darse a la vez y en masa.
Repensemos cómo, dónde, por qué y cuánto queremos viajar. Nunca habrá un momento mejor :)