El otro día os decía que desde que llegué a Madrid no había parado de hacer cosas (sobre todo de comer, pero otras cosas también). Y es que en cuanto puse un pie en casa me dio la neura con limpiar, reorganizar y cambiar tonterías. Un poco como el síndrome del nido que me dio en cuanto llegué a París hace casi un año.
Dos horas después de dejar las maletas en casa hice una lista mental de todo lo que tenía que hacer. On the top of my list estaba repintar mi armario, porque qué agobio no tenerlo blanco, de verdad, con tanta ropa da una angustia... (Deducimos que mi armario parisino sí que lo era). Y es que tengo mucha ropa. Mucha, muchísima. Desde que he vuelto de Francia más, porque no concebía un paseo hasta Rue de Rivoli sin pasar por Forever21, ni entrar a esa tienda y salir sin bolsas (varias). Y así ha pasado, que he tenido que plantearme en serio lo de hacer limpieza de armario. Una limpieza de esas DE TIRAR LA ROPA QUE NO USAS. Bueno, de tirarla o moverla a un armario que no necesites abrir a diario o en su defecto al trastero (yo tengo dos armarios y para ser sincera, el segundo, que es el de las cosas que no uso, está a reventar). Porque por alguna razón, siempre llega ese momento en el que decidiendo sobre unos pantalones que sabes que no te vas a volver a poner EN LA VIDA, eliges guardarlos por si acaso. Por si acaso ¿qué? No, en serio, ¿cuándo exactamente te imaginas que vas a volver a ponerte esos pantalones elásticos de terciopelo marrón de campana? Ya te lo digo yo: JAMÁS. Pero como te caben, los guardas. Esto, amigos míos, se llama Síndrome de Diógenes, porque honestamente, lo que estamos guardando es mierda. (Que también existe la opción de darlos a beneficencia y tal, pero no sé cómo de caritativo es donar esos pantalones, la verdad).
En fin, todo esto para deciros que he pintado mi ropero. Lo he pintado yo solita ¿eh? Si veo que lo de blogger no funciona, igual en esto tengo futuro. Vale, no lo tengo, porque se me da mejor llenar los armarios que pintarlos, la verdad. Así que ¡tenéis que ayudarme a ser famosa en la blogosfera! (Es broma, pero no tanto). Bueno, no tenéis que, pero os agradecería mucho que pusierais vuestro granito de arena. En este caso, un tweet o una publicación en Facebook. Tan fácil como eso, y a cambio podéis ver el desastre que era antes mi armario (camisas de ex incluidas).
Si quieres ver el antes y el después, desbloquea el contenido pinchando aquí:
Y en otro orden de cosas, vosotros habríais guardado esos pantalones de campana ¿o no? ¿Cómo lleváis lo de las limpiezas de armario? ¿Grado de Síndrome de Diógenes?
P. D.: A mí, un tweet me parece un precio maravilloso para todo. Ojalá poder pagar así mi próximo par de zapatos.
P. D. 2: Os enseñaría lo ordenaditos que tengo los cajones también pero entonces pensaríais que tengo TOC, así de claro.