Para mucha gente, el momento después del verano, es ESE instante en el que se empieza de cero. Nuevas metas, nuevos propósitos, nuevo guardarropa, nuevo trabajo (a veces), nueva vida. Y es que además de olvidarse del espantoso calor, los micro shorts, esos compañeros de viaje sudorosos, alegatos sin sentido, protector solar a diestra y siniestra, el granizado y ese pesar caluroso que abruma y adormece, también se dejan atrás aquellas charlas a altas horas de la madrugada, ese trago coqueto after work en la terraza de moda, las caminatas nocturnas y las escapadas. Y la verdad es que por mucho que disfrutemos los vestidos vaporosos, las camisetas sin mangas, las sandalias y el pelo recogido, añoramos el cambio de armario, las hojas color ocre en los árboles y ESE ambiente de cambio que se siente en el aire, porque el otoño llega precisamente a eso. A cambiar, a renovar.
Es una estación que grita renovación y la misma naturaleza te enseña que hay que limpiarse lo viejo, lo usado, lo que no te sirve para renacer. El otoño te remueve las entrañas con esa sensación de la oportunidad de volver a empezar. Es como si el verano te dejara equivocarte a sabiendas de que tienes otoño para recapacitar, aprender, perdonar y volver a empezar.
¿Preparados para el cambio?
Haz una lista de aquellas cosas que no te hacen feliz.
Separa muy bien lo que quieres y lo que no quieres en tu vida.
Ponte una meta y prepara cómo lograrla.
Revisa aquellos propósitos de año nuevo y replantea.
Deja de preocuparte por tantas cosas y ocúpate de lo verdaderamente importante.
Ama mucho y se buena persona. Ayuda a alguien.
Si algo no lo cumples, sonríe, que siempre puedes volver a empezar.
¡Bienvenido otoño!