Las mejores esencias se guardan en frascos pequeños, del mismo modo que los lugares pequeñitos conservan todo el encanto.
Quería empezar este texto con un cita célebre sobre la naturaleza, algo grandilocuente que en una frase pueda contener toda la grandiosidad que puede contener la observación de la naturaleza en estado más salvaje y primitivo. Pero creo que las cosas se entienden mejor cuando huimos de esas grandes frases e intentamos exponerlo de una manera sencilla y sincera.
En nuestro gran viaje por la Costa Oeste de Estados Unidos hemos visitado grandes ciudades ( Los Ángeles, San Francisco, Las Vegas…) y recorrido grandes Parques Naturales de California, pero de todos esos lugares me quedo, sin ninguna, duda con el Pequeño Redwood.
Es curioso que siendo Yosemite espectacular se mire por donde se mire, que Death Valley te pone en tu sitio en unas cuantas horas, que las secuoyas del Sequoia National Park no parezcan de este mundo, que San Francisco es una ciudad diferente y emocionante o Las Vegas con todo su gran espéctaculo de luces y parafernalia yo me quede con un lugar pequeño y un poco apartado de las rutas convencionales.
Pero su principal atractivo radica, precisamente, en que es un lugar sin pretensiones. Un pequeño rincón de California apartado de la ruta más turística y al que, si quieres visitarlo, tienes que acercarte específicamente porque no está en medio de ninguna ruta convencional.
He de decir que mis primeras referencias sobre Redwood son un poco, por decirlo suavemente, frikis. Para el que no lo sepa, este parque nacional fue el escenario de la tercera parte de Star Wars, y más concretamente el bosque de la Luna de Endor (así es, el famoso bosque de esos malditos bichos que eran los Ewoks). No me entiendas mal, adoro a esos ositos, pero creo que deberían haber muerto todos en la batalla de Endor.
Me imaginaba entre esos grandes árboles y la espesura de la maleza mientras las Speeder Bike y los monstruos mecánicos AT-AT pasaban a mi alrededor y los blaster y explosiones me obligaban a esconderme entre algún tronco del camino.
Esa era mi expectativa, igual demasiado infantil e imaginativa, pero lo que motivó mi visita a Redwood.
Puedes pensar que con esas expectativas, igual la decepción podría haber sido bastante grande, pero cosa curiosa, en este caso no fue para nada así. Y los motivos son muy sencillos pero a la vez muy difíciles de exponer, sobre todo para alguien que todavía se pelea con las palabras para que expresen de verdad lo que hay dentro de mi.
Lo primero que es importante que conozcas es que Redwood se encuentra al norte de San Francisco, casi en la frontera con el Estado de Oregón. Para llegar allí tienes que recorrer unos cuantos kilómetros y pasar por un pequeño pueblo que se llama Eureka.
Hay varios parques que se llaman casi igual o tienen por algún lado la denominación de Redwood, nosotros estuvimos en el que está más al Norte, llamado Jedediah Smith Redwoods State Park.
Aquí tienes un pequeño mapa de la localización exacta del parque y la ruta. Os recomiendo que vayáis por la autopista 101 y pases por el Centro de visitantes de Kuchel, donde os darán un mapa y toda la información que precises.
Depues del centro de visitantes puedes seguir esa carretera y llegarás a un desvío que se llama salida 753, desviate por allí y podrás atravesar una zona bellísima de bosque con un paisaje de verdadero cuento. Y siguiendo al Norte llegarás al propio parque donde te recomiendo que te quedes en el campamento de Mill Creek, un campamento con mucho encanto y en medio del bosque, que es de los mejores campings en que nos hemos quedado.
Todo esto que te cuento es importante porque hace que desde el momento en que viajas hacía allí, hasta que llegas al propio parque la experiencia de visitar Redwoods sea inolvidable.
Jedediah Smith Redwoods State Park
Una vez en el parque te recomiendo encarecidamente que le dediques un poco de tiempo, porque podrás descubrir un montón de sitios que te van a enamorar. Haz todas las rutas que puedas, no suelen ser muy duras ni largas, accesibles para cualquiera, y descubre todas las pequeñas cosas que tiene que ofrecerte.
Eso sí, una pequeña decepción, no puedes acceder a la zona de rodaje de Star Wars porque se rodó en una zona del parque que es privada. Aún así en cualquier ruta que hagas o zona que visites te sentirás como en ese bosque de ficción.
Los bosque de secuoyas no tienen nada que envidiar a los del Parque de Sequoia y encontrarás un montón de razones para que quieras recomendar este parque a todo el mundo.
Otro punto importante, y antes de que se me olvide, quería hablarte de un pequeño mirador que se encuentra en Klamath, llamado Klamath River Overlook. No dudes en hacer una pequeña parada allí y subir al mirador, porque si tienes suerte puedes llegar a ver ballenas y leones marinos. Y las vistas del Océano Pacífico son sobrecogedoras. Nosotros pudimos ver lo que parecía una cola de ballena a lo lejos, pero es posible que las ganas de ver algo nos jugasen una mala pasada.
Quiero recomendarte que antes de irte del parque, vayas a Crescent City, que es el pueblo que queda más cerca del parque y vayas a la zona del puerto. Allí te aguarda otra pequeña sorpresita en forma de leones marinos. Haciendo, eso sí, lo único que he visto hacer a estos simpáticos animales que es dormir.
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