(Fuente: Claudia Troncoso)
La última vez que pasé por Jujuy (en enero de 2010, volviendo de Chile), me llamó mucho la atención cómo había cambiado Purmamarca en apenas dos años (y no necesariamente para bien). Me preguntaba cómo fue que una zona desértica (Purmamarca justamente significa "Pueblo del Desierto") tenía tantos hoteles nuevos con pileta. Y en la oficina de Turismo justamente se quejaban de la falta de agua. ¿No se suponía que este tipo de injusticias iban a evitarse al ser declarado Patrimonio de la Humanidad, por la Unesco?
Esta investigación de Claudia Alejandra Troncoso me ayudó a pensar el sentido y las consecuencias (no siempre positivas) de la patrimonialización de ciertos lugares, por lo general turísticos.
Varios medios ya han publicado noticias sobre cómo impacta negativamente el turismo en diversos lugares. El caso de la Quebrada de Humahuaca es ya paradigmático. El discurso dominante sobre el turismo es que es una contribución al supuesto "desarrollo" económico (capitalista) de una región. Siempre se asume esto. Y también que la declaración de la Unesco como Patrimonio de la Humanidad es uno de los máximos aportes en este sentido... pero resulta que no.
La construcción de una Quebrada turística
¿Qué es la Quebrada de Humahuaca? ¿Qué imagen tenemos de esta magnífica región? Los discursos dominantes (medios masivos, revistas y guías de turismo, folletos, etc.) construyen una imagen de la Quebrada como un reservorio de cultura pre-hispánica, pre-moderna y pre-industrial. La complejidad de la trama social y las profundas desigualdades (de todo tipo: económicas, pero también de género, etc.) de la sociedad quebradeña no sólo son invisibilizadas sino reemplazadas por lecturas que la presentan como un colectivo no conflictivo y en total equilibrio con la naturaleza (Pachamama), o sea, una especie de oasis armónico totalmente al margen de la modernidad industrial.
Patrimonio de... ¿quién?
Vamos al grano. La patrimonialización de la Quebrada fue impulsada durante el gobierno de Fellner. Resultó un proceso de selección que hasta hoy percibe como amenazantes ciertos elementos de la cultura popular local contemporánea (como la cumbia) o los barrios resultantes de planes los de vivienda o pequeñas instalaciones industriales a la vera de la ruta 9.
Por lo general, este proceso de patrimonialización implica la jerarquización de puntos de vista ajenos a la cosmovisión cotidiana real de las comunidades locales. Se construye e impone una identidad no siempre genuina, pero sí atenta a las necesidades del mercado de potenciales turistas, que busca las imágenes promovidas por la folletería comercial (en el caso de la Quebrada: folklore, empanadas y cerro de los siete colores).
Las otras quebradas
Pero esto no siempre fue así: la caracterización dominante que se promociona sobre la Quebrada actualmente dista mucho de las que se promovían en la primera mitad del siglo XX. En ese momento, se la ofrecía como un lugar de clima seco propicio para que las élites del Noroeste argentino pudieran prevenir/curarse de ciertas enfermedades respiratorias de la época (tuberculosis, principalmente, asma, etc.).
Volviendo a la patrimonialización, ésta también implica una infantilización de la población local, que no sería lo suficientemente idónea como para gestionar el patrimonio e incluso podría atentar contra él. La administración y el establecimiento de políticas publicas respecto del patrimonio finalmente recae en un grupo de "expertos" designados arbitrariamente por el poder político de turno, con el respaldo de un organismo internacional con sede a miles de kilómetros de distancia. He aquí el origen de una nueva forma de desigualdad entre los que se erigen como poseedores de un saber experto y la sociedad local.
En conclusión, visto así el caso de la Quebrada de Humahuaca, ahora puedo confirmar que la patrimonialización implica la construcción de un lugar para su consumo casi exclusivamente turístico, es decir, un proceso con fines más comerciales que humanísticos o científicos.