Rechazo a quien sobresale
Vivimos en una sociedad que nos lleva a tener un alto nivel de competencia laboral y académica. En muchos momentos, vivimos más centrados no tanto en nuestro propio camino sino en compararnos con los demás. Es decir, parece que la nota que obtiene un alumno en un examen no es del todo valiosa hasta que conoce las notas de otros compañeros de clase y entonces, se siente bien porque ha sobresalido sobre el resto. Y sin embargo, a nivel social existe la tendencia de mirar con recelo a las personas que destacan.
Es decir. existe cierto nivel de desconfianza cuando se trata de convivir con una persona que es brillante y tú te sientes a la sombra de este brillo. Este sentimiento de incomodidad se define como síndrome de Procusto. Y nos lleva a tomar conciencia de cómo vivimos en una sociedad que busca la uniformidad. Es decir, mientras que cada ser humano es único e irrepetible, en realidad, a veces nos sentimos incómodos cuando alguien es diferente. Y este síndrome es una reacción ante el recelo que produce esa diferencia de brillo ajeno cuando se vive como una amenaza personal.
Este síndrome también muestra la paradoja del ser humano que con tanta frecuencia se reafirma en la importancia de ser auténtico y diferente. Sin embargo, en la práctica, lo diferente puede resultar extraño al romper con la norma habitual de lo establecido.
Muchas personas viven con tanto miedo a destacan que prefieren reprimir su potencial. Es decir, prefieren mantenerse en un segundo plano, evitando críticas innecesarias. ¿En qué sector se produce con más frecuencia este síndrome? En el ámbito empresarial puesto que en este contexto, la competencia y la rivalidad, en muchos casos, domina las propias relaciones.
También ocurre en el ámbito académico donde en algunos casos, el rechazo hacia quien sobresale adquiere la triste forma de acoso escolar que daña la autoestima de la víctima.
Origen del síndrome de Procusto
Para comprender el origen de este síndrome es muy importante apelar a la mitología. Este mito cuenta la historia de Procusto, conocido como Damastes, hijo del dios Poseidón. Este protagonista abría las puertas de su casa para recibir a turistas que disfrutaban del descanso que ofrecía el anfitrión al ofrecer su hogar. Aparentemente, Damastes tenía un trato generoso con sus visitas, sin embargo, por la noche, cuando todos dormían, la situación era diferente.
En ese momento, observaba si sus invitados se ajustaban al tamaño de la cama, cortando aquella parte que sobresalía. Es decir, este mito consigue explicar el valor de la uniformidad. Sin embargo, Procusto vivió en sus propias carnes aquello que hacía a los demás cuando Teseo, le aplicó esta misma medida de comprobar si él se ajutaba al tamaño de la cama. Y sin embargo, al tener mayor tamaño, le fue cortada la cabeza. Es decir, fue víctima de su propio criterio.
Una historia interesante que nos ayuda a comprender la naturaleza única de las personas.