Aviso a navegantes. Hoy no iba a publicar post. Lo que he escrito es totalmente improvisado y desordenado, así que si andas buscando inspiración o algo útil, no lo encontrarás aquí.
Creo que la primera vez que escuché hablar sobre el síndrome del impostor fue a la ilustradora Mar Villar. Hace año y pico escribió en su blog sobre el tema (blog que recomiendo muchísimo a todas las mentes creativas). En su entrada explica qué es este síndrome mucho mejor de lo que pueda explicarlo yo. Por contarlo en plan telegrama; el síndrome del impostor consiste en tener la sensación de “no estar a la altura de lo que estás haciendo”. Básicamente, dejas de creerte lo bueno que te pasa profesionalmente como si aquello no fuera contigo y te sientes una “impostora” en un campo que los demás creen que dominas.
Lo confieso: me ha pasado. Mucho. Y me sigue pasando, tanto en mi trabajo como en mis aficiones. Me cuesta creer que a alguien puedan gustarle mis fotos, mis dibujos, el blog o que confíen en mí para presentar una demanda. Y lo peor es lo mucho que me bloqueo cuando veo caer sobre mis hombros responsabilidades demasiado gigantescas para mi cabeza de impostora.
Todavía no he encontrado el antídoto. Todavía dejo de hacer muchas cosas por ese temor irracional de “no valgo para esto”, y hoy, simplemente, quería compartirlo contigo. El domingo, si todo va bien, las personitas que se han suscrito a la newsletter recibirán el primer email; un email que llevo toda la semana diseñando y masticando porque no me creo capaz de llegar al umbral de vuestras expectativas. El síndrome del impostor me paraliza, se burla de mí en forma de vocecita interior que dice cosas como: “¿De verdad crees que te va a leer alguien?” o “pierdes el tiempo escribiendo en el blog porque lo que dices no vale nada”. Y no me queda otra que ocultar esa vocecilla infernal tras un blablablá mental y perseverar. Porque, al fin y al cabo, todo lo hago por y para mí. Disfruto pasando mi tiempo libre entre pinceles, fotografías y letras. Disfruto escribiendo en este blog, aunque no me lea nadie, y pongo en ello todo mi empeño. Ganbatte, como dirían en Japón: “Da lo mejor de ti”.
Si te sientes identificada con lo que cuento, recuerda: haz acopio y guarda a buen recaudo pruebas de lo muchísimo que vales (aquí sale mi vena jurídica, ¡pruebas ante todo!). Pueden ser audios de whatsapp, capturas de pantalla llenas de mensajes de agradecimiento cuando algo salió bien, notas en tu libreta personal, etc. No son un antídoto, pero sí un calmante efectivo para los momentos de bajón. A mí me funciona.
A ti, que me estás leyendo: GRACIAS. Por la confianza, por las palabras de apoyo, por el feedback. Por animar a esta mente creativa a no dejar de crear. Cada palabra de cariño que recibo por aquí y en redes sociales es un pequeño empujón al síndrome del impostor. A raíz de la newsletter llevo toda la semana dándole vueltas al tema y analizando cómo me afecta en los distintos ámbitos de mi vida. Necesitaba utilizar, por una vez, el blog como vía de escape.