El otro día oí hablar de un síndrome que me llamó mucho la atención, principalmente por las causas que lo provoca. Su nombre es síndrome Stendhal, y su origen se debe a una excesiva contemplación de la belleza.
Las consecuencias de padecerlo se traducen en taquicardias, palpitaciones, mareos y temblores, que se producen ante la exposición de obras de arte de gran belleza o una elevada acumulación de las mismas en un mismo espacio.
El nombre que se le concedió se debe a la primera persona que, al parecer, lo padeció, el autor francés Stendhal, en el siglo XIX, y quien decidió explicarlo en su libro 'Nápoles y Florencia: Un viaje de Milán a Reggio'. Y es que fue en Florencia, ciudad reconocida por su belleza insólita y por el elevado patrimonio cultural y artístico que posee, en donde experimentó, por primera vez, tal dolencia. Es por eso, además, que también se le conoce como 'síndrome de Florencia'.
Así, estudios posteriores han registrado más de cien casos en la bella ciudad italiana, aunque a día de hoy su veracidad sigue despertando un conflicto en el mundo de la medicina. En 1979, la psiquiatra italiana Graziella Magherini escribió un libro dedicado a este síndrome.
A grandes rasgos, al igual que podemos experimentar reacciones como la carne de gallina al contemplar algo que admiramos, las personas especialmente sensibles podrían experimentar una aceleración del corazón que les provocaría el desarrollo del síndrome, aunque se trata de algo bastante inusual.